32. Secuencia fotográfica.

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Photograph-Ed Sheeran

Cuando volvimos al hotel, costo mucho separarme de Mel, me sentía aprehensiva a ella y ni que decir de mi pequeña, quería venir conmigo. Nadie hablo en el auto, todos estaban dándome el espacio que necesitaba para procesar todo lo vivido en las últimas horas, nunca esperé nada de lo sucedido, era lo último que hubiera imaginado.

Suspire, recordando a Mel, mi pequeña... aún me costaba hacerme a la idea de que era madre, pero definitivamente era algo maravilloso. Aún me sentía culpable por haberla olvidado, pero estaba dispuesta a recuperar el tiempo perdido, a no dejar pasar ni un momento más lejos de mi hija.

Todavía no decidía como me sentía respecto a Damián. Era innegable que algo en mí se removió al verlo, que mi corazón lo reconocía pero no estaba segura hasta qué punto era así, ni que sentía por él y por Martín... tenía que aclarar mis sentimientos antes de tomar cualquier decisión.

—¿Estás bien? —Preguntó mamá cuando iba a entrar a mi habitación.

—Sí... eso creo. Solo... no me esperaba nada de lo que sucedió—declaré. Sonrió con ternura y deposito un beso en mi frente.

—Lo sé, cielo y estoy orgullosa de ti por tomar las cosas con calma, realmente creímos que enloquecerías al enterarte—confiesa.

—¿Lo sabían cierto?

—Sí, pero no sabíamos cómo decirte y pensamos que lo mejor era que lo descubrieras por ti misma—interviene con calma papá. No estaba enojada con ellos, hicieron lo que creyeron era correcto y tal vez si me lo hubieran dicho antes del encuentro, hubiera entrado en pánico antes de tiempo.

—Estaré bien, solo necesito tiempo para acomodar todo en mi interior—murmure con más seguridad de la que realmente sentía.

—Te apoyaremos en lo que decidas y sabes que lo que necesites, estamos aquí para ti—dijo mamá antes de despedirse. Iker y Bruno me abrazaron sin decir palabra alguna y se retiraron a su habitación, dejándonos a Tadeo y a mí en la nuestra.

Tome un largo baño, dejando que me relajara lo suficiente para poder dormir, temía no poder hacerlo y era lo último que necesitaba ahora. Me negaba a usar los tranquilizantes. Podía manejar esto, era fuerte y tenía el apoyo de mi familia, familias me corregí, esto era lo que quería, encontrarme a mí misma.

Tadeo se había mostrado paciente, pero sabía que se estaba conteniendo para no acribillarme de preguntas, seguro mis padres lo amenazaron, pues lo conocían.

—Bien... pregunta, sé que te mueres por hacerlo—murmuré con diversión cuando estábamos los dos ya acostados. Sonrió y se levantó de su cama para acercarse a la mía.

—¿Puedo decir primero cuan feliz estoy de saber que tengo una sobrina? —Preguntó y no puede evitar soltar una pequeña carcajada ante sus palabras—, porque lo estoy, a mí tampoco me habían dicho nada y fue una maravillosa sorpresa.

—Lo sé, no me lo esperaba y estoy tan feliz como aterrada ¿verdad que es preciosa? —Cuestioné de forma soñadora.

—Mucho, no se parece tanto a ti pero definitivamente es tu hija, tiene algo en su mirada y en su sonrisa que no dejan ninguna duda al respecto—asegura y sonrío, si, no tenía rasgos míos tan definidos pero era mía, mi pequeña—. Y... ¿Cómo te sientes? —Preguntó después de un momento de silencio.

—No lo sé... estoy confundida, no esperaba nada de esto Tadeo, pensé que tenía una vida normal como cualquier joven...

—Pero tienes más que eso, hermanita, tienes una hermosa familia que te adora, un marido que, a mi parecer, te ama completamente y sufrió mucho tu ausencia, pero sobre todo, tienes una preciosa niña que necesita a su mamá...—tenía tanta razón, tenía mucho más de lo que algún día imaginé, era muy afortunada.

Comenzando De Nuevo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora