Sonreí, me había salvado de perder mi virginidad. Estaba feliz.
Estaba completamente dormido. Sonreí. La borrachera se le había ido pero de seguro le había quedado doliendo la cabeza por eso. Respiré aliviada y apagué la luz principal de la habitación, encendí la lámpara de mi mesa de luz y me acosté al lado de Geoffrey . Este, se movió un poco y respiró hondo para seguir durmiendo cómodamente.
Apagué la luz y me acomodé, cerré los ojos y le di la espalda a Geoffrey .
-Mañana no te salvas.-dijo atrayéndome a su cuerpo desde mi cintura.
-¿No dormías?-murmuré.
-Si, pero me has despertado.-besó mi cuello.- Tengo sueño.-bostezó y se acomodó muy cerca mío.- No me alejaras, ¿cierto?-preguntó quedándose casi dormido, otra vez.
-Claro que no Geoffrey , después de todo, tienes derecho a dormir abrazándome.-dije y posé mi mano sobre el brazo que rodeaba mi cuerpo.- Hasta luego Rojas.
-Hasta luego _____.-dijo y su respiración se hizo pasiva sobre mi cuello.
Pronto concilie el sueño. Abrazada a Geoffrey , feliz y sin preocupaciones. Casada y confundida. De algo estaba muy segura, me había enamorado, el problema era que él no sentía lo mismo ¿Por qué? Simplemente, no me podía dar esa respuesta yo misma. Por eso, había decidido averiguarlo las siguientes dos semanas a solas, con él.
-Arriba ______.-me movió un poco. Rodé sobre la cama y me tape hasta la cabeza.- Vamos, perderemos el vuelo.-me dijo.
-Tienes avión privado.-le dije refunfuñando.
-Pero no puede estar aparcado allí todo el tiempo que a mi se me de la gana.-dijo y me tiró un almohadón.- Muévete.
-No quiero.-renegué aún con los ojos cerrados. Boca arriba con la manta en la cabeza.
Sentí un peso sobre mi cuerpo. Tenía a Geoffrey encima. No me afectó, se sentía bien. Destapó mi cabeza y besó mi mejilla.
-Levántate si no quieres ser violada.-susurró y esta vez, besó mis labios.
-Aunque no lo vayas a creer, esa idea, me tienta.-murmuré. Rió y me besó nuevamente.
-Vamos, ponte de pie.-se salió de encima de mí.- Pediré el desayuno para ambos y desayunamos aquí, ¿quieres?-preguntó desde el baño. Creo.
-Okey.-dije dando vuelta en la cama para apoyar mi cabeza sobre la almohada.- Aún tengo sueño.-me quejé. Rió y me quitó la manta.
-¿Sigues con sueño?
-Claro que si, me ha dado frío pero el sueño no se me quita.-reí con los ojos cerrados.
-Vamos, voy a tener que hacer lo que hice para despertarte cuando nos fuimos a México.-dijo divertido y se sentó a mi lado en la cama. Me moví y agarré una de sus manos.- ¿Acaso quieres que lo haga?- preguntó. Recordé lo que él había hecho ese día.
*Flashback*
"-Hey, arriba, vamos a perder el vuelo.-lo sentí decir desde la puerta de mi habitación. Me senté en la cama y lo miré.- Levántate.
-Explícame donde estuviste ayer Rojas.-dije abriendo solo un ojo.
-No tengo que darte explicaciones.-dijo entrando a mi baño. Sentí el agua de la ducha correr.- Vamos entra ahí, en dos horas sale nuestro avión.
-¿Qué hora es?-pregunté levantándome.
-Las 5:00 am.
-Hey, no me voy a levantar tan temprano.
-Tienes que levantarte temprano porque en dos horas sale el vuelo.
-Geoffrey .-dije acostándome de nuevo.- Quiero quedarme aquí.
-Dije que te levantes.-dijo insistente.
-Dije que quiero quedarme.-le dije del mismo modo.
-Bien, tú te la buscaste.
Caminó hasta mí y me tomó en sus brazos.
-¿Qué haces?-grité intentando bajarme de sus brazos.
Pero ya era tarde el me había dejado en pijama bajo la ducha.
-Imbécil.-murmuré mientras él cerraba la puerta del baño. "
*Fin Flashback*
-No, eso no va a suceder de nuevo.-dije sacudiendo la cabeza y quité mi mano de su mano. Sonrió.
-Bien, así me gusta. Obedece.-dijo cuando me puse de pie.
-Pide el desayuno, Rojas.-le dije, más bien, le ordené.
-Aunque ya seria hora de almorzar.-me dijo.
-¿Qué hora es?
-12:50 –dijo mirando su reloj.
-No, yo no almorzaré hasta dentro de dos o tres horas.
-Bueno, entonces pediré el desayuno para ambos.-dijo y se alejó de mí.
No iba a darme una ducha, ya lo había hecho hacía menos de ocho horas. Revolví lo que llevaba en una de mis maletas y me decidí por unos vaqueros azules con una camisa blanca, en los pies, unas chatitas. Entré al baño para colocarme la ropa y salí para buscar mi bolso con todos mis cosméticos, al volver a entrar, dejé la puerta abierta.
Lavé mi cara y luego la sequé. Me coloqué crema humectante y luego me cepillé los dientes. Comencé con el maquillaje, algo de delineador negro, rimel negro, base unos tonos más oscuros que mi piel y luego un brillo labial delicado. Geoffrey me observaba desde la puerta del baño.
-Yo no podría hacer eso todos los días.-dijo apoyado en el marco de la puerta.
-Nosotras, las mujeres, si podemos.-le dije y me coloqué unos aros que hacían juego con mi atuendo.
-Yo solo me lavo la cara, los dientes y despeino un poco mi cabello, a diferencia de ti, que lo peinas todo el tiempo.-sonrió.
-Eres hombre.-le dije.- No entenderías.
-No te hagas problema ______, hace mucho dejé de intentar comprender a las mujeres.-comentó. Reí.
-¿Geoffrey ?-pregunté para cambiar de tema. Guardé mi maquillaje.
-¿Si?-me prestó atención.
-¿Eres conciente del escándalo del globo?-le pregunte. Me miró confundido.
-¿De que hablas?-preguntó divertido.
-El globo que le querías robar a tu hermana.-le dije. Rió.
-No molestes _______.-dijo riendo.
-Es en serio Geoffrey .-dije.- Dos horas antes de que se te fuera la borrachera, quisiste quedarte con el globo de Shanelli y ella se resignaba a irse a casa sin su globo.
-¿Es en serio?-preguntó frotándose los ojos.
-Si.-reí.
-Loco maniático.-se dijo a si mismo y rió.- ¿Qué hizo Shanelli?-preguntó.
Te amenazó con no quererte más y tú, al borde de las lagrimas le devolviste el globo.-reí al recordar las muecas de Geoffrey .
-Oh, mi padre va a decirme que soy un irresponsable con el alcohol y bla bla bla.-rodó los ojos y luego rió.
-Eres un estúpido.-le dije pasando por su lado.
-Si, lo soy.-dijo y apagó la luz de baño. Me siguió.- Anoche me he quedado dormido.
-Aún tenias algo de alcohol en tus venas.-le dije burlona.- ¿No has amanecido con resaca?-pregunté.
-Dolor de cabeza, muy muy fuerte.-se quejó.- Ya me tomé algo.-sonrió.- ¿Por qué crees que he despertado una hora antes que tú? El mundo me daba vueltas.-dijo. Reí.
-Te pasa por abusar del wiski.-carcajeé. Se unió a mis risas.
-Gracias al wiski, anoche, te has salvado.-me dijo y guiñó un ojo.
-Cállate.
-No me mandes a callar.-dijo sentándose en la cama.- Te juro que de esta noche no pasa.-sonrió.
-No quiero Geoffrey .-me senté a su lado.- ¿Vas a obligarme?
-¿Te enojarías si te obligo?-preguntó. Asentí.- Me temo que te enojaras entonces.-rió.
-No es gracioso. Puedo denunciarte por violador.-le dije con calma. Arrugó la frente y alzó las cejas.- Tengo dieciséis y tú tienes veintidós.
-Eres mi esposa.-dijo.
-Geoffrey , no tiene absolutamente nada que ver, puedo ser tu esposa y aún así no querer tener sexo contigo.
-Pero no puedes ir a la policía y decir "Oh, quiero denunciar a mi esposo por violación".-dijo y rió.- Es estúpido.
-Tú eres estúpido.-le dije. Me tendió la mano.
-Ven aquí.
-No quiero.-me quedé estática donde estaba y lo observé. No habían más de dos metros entre nosotros.
-Vamos _____, siéntate a mi lado.-me sonrió. Debo admitir que se veía adorable.- No hablemos sobre eso, la verdad es que ya no quiero pelear contigo.-hizo una mueca.- Ven aquí.-sacudió su mano y se esforzó por buscar la mía.
Le tomé la mano y él de un solo tirón me sentó sobre su regazo. Besó mi mejilla y entrelazó nuestros dedos.
-¿De que hablaban con Shanelli?-preguntó.
-Ya te dijimos, cosas de mujeres.
-Hey, vamos, cuéntame.-volvió a besar mi mejilla.
-Sobre tu vida.-reí.- En verdad sobre ella, pero tú tienes que ver con eso.-alcé los hombros.- Réstale importancia.-añadí.
-¿Han hablado mucho?
-Lo necesario como para conocernos.-sonreí.- Y le prometi que cuando volvamos haremos noche de películas.
-Oh, no ______. No sabes en que lío te has metido.-rió.- Es un demonio andante.-abrió los ojos como platos.
-Es divina.-sonreí.- Tú lo dices porque eres su hermano y cualquier hermano mayor no soporta a sus hermanos más pequeños.
-No he dicho que no la soporte, simplemente, es algo molesta por momentos.-rió.
-Que malo eres.-me uní a su tierna risa.- Yo daría tanto por tener una hermana como la tuyos.-admití.
-Shh, no empieces con la melancolía.
-Nunca quieres escucharme.-dije ofendida.
-______, no quiero que te pongas mal cada vez que hablamos de mi familia, ¿entiendes? Por más que nos llevemos como perro y gato, me pone mal que estés triste, ¿sabes? Odio el hecho de saber que siempre será así porque eso no tiene remedio. Pero ya, no estés mal, tienes gente que te quiere mucho y eso cuenta. Ponte feliz, vamos, juntos podemos formar una familia. No tiene por que ser un matrimonio aburrido y triste, podemos pasarla muy bien, y no lo mal interpretes, sin sexo pero bien. Te quiero y en el fondo se que me quieres, aunque te hago la vida imposible, admite que me quieres.-terminó de hablar y sonrió.
Me quedé completamente congelada ante esas palabras. Me quería, o por lo menos, eso había dicho. Íbamos a formar una familia, me parecía tierno y muy dulce.
-Tengo dieciséis.
-Tú crees que por tener dieciséis eres una invalida. Amor, tenemos toda una vida por delante.
-Geoffrey .-dije sorprendida.- ¿Te has tragado una novela romántica?
-Esas ideas que tienes.-rió.- Simplemente, anoche me di cuenta que si te quiero y que no va a ser tan malo estar casado contigo. Quizás, mi papá nos hizo un favor al separarme de Shanelli.-sonrió.- ¿Crees que podremos llevarnos bien?
-Creo que si.-lo abracé. Me devolvió el gesto.
Tres golpes en la puerta, nos hicieron separarnos. Me puse de pie y Geoffrey me volvió a sentar sobre sus piernas. Reí, me gustaba el nuevo Geoffrey .
-Mi beso.-exigió. Reí y plante un pequeño beso sobre sus labios.- Ahora si, voy a buscar el desayuno.
Nos pusimos de pie y Geoffrey se adelantó para abrir la puerta. Caminé detrás de él y me senté en el sillón de cuero negro, puse mis pies sobre la pequeña mesa.
-Baja tus sucias patas de allí.-dijo divertido.
-Patas las de los animales.-dije bajándolas y reí.- ¿Qué has pedido?-pregunté intrigada.
Posó dos vasos con jugo de naranja y todo tipo de masitas dulces. Rico- pensé.
-Dime que te gustan.-se sentó a mi lado.
-Si, supongo.-sonreí.
-Pues, hay de toda variedad, come las que más te gusten.-sonrió.
Acerqué la bandeja a mí y tomé una, acto seguido, la probé. Era deliciosa.
-¿Si?-preguntó arqueando una ceja. Asentí.- Genial.-sonrió y tomó jugo.
Desayunamos mientras hablábamos del trabajo de Geoffrey . En verdad, me intrigaba saber qué era lo que Geoffrey hacía y ahora, ya lo sabía. Amaba que Geoffrey me tratará bien, que no tuviéramos tema de discusión y que mientras desayunábamos, podíamos reír por cada estupidez que se nos ocurriera.
-Debe estar por llegar Kevin.-me avisó poniéndose de pie.
-Voy a cepillarme los dientes y vuelvo.-le dije. Asintió y comenzó a ordenar su revuelta maleta.
Entré al baño y me cepillé los dientes. Sequé mi boca con la blanca toalla del lugar y luego salí del baño. Geoffrey estaba intentando meter sus medias sucias en la maleta.
-Das asco.-dije divertida.
-¿Qué quieres que haga?-me observó y apretó el par de medias que no calzaba en ninguna parte.- Se las dejo a el tipo de limpieza.-dijo tirándolas al suelo.
-Ponlas en mi maleta, si quieres.-le dije. Sonrió y las levantó del suelo. Me las tiró en la cara.- ¡Que desagradable!-grité causando su risa.- Ya no te dejo meter eso en mi maleta.-dije fastidiada e hice cara de asco. Rió con ganas.
-Te las estaba pasando para que las guardes tú.-dijo entre risas.- Vamos, no seas mala.-sonrió. Las tomé y se las tiré.
-Guárdalas tú.
-He estado esperando este momento, revisar tu maleta.-sonrió y abrió la maleta.
-Cállate, guárdalas en el primer espacio que encuentres y ciérrala. No revuelvas.-le dije mientras guardaba mi cepillo de dientes.
-¿Alguna vez has usado de esas bragas que se pierden en tu cuerpo?-preguntó metiendo las medias en la maleta. Abrí mis ojos a tope y lo observé hasta que notó mi mirada.- Solo preguntaba.-rió.
-Eres un imbécil.-le dije.
-Voy a regalarte algunas, capaz cuando las uses, sean de tu agrado.-sonrió. Le saqué la lengua.- Puede que te gusten tanto como a mi.
-¿Usas tangas?-pregunté alzando una ceja. Rió.
-No.-carcajeó.- Me refiero a que me gusta verlas en el cuerpo de una mujer.
-Viejo verde.-dije en un cantito. Rió.
-No soy viejo.-me cantó.
-Okey, para mí si eres viejo.
-No creo _____.-sonrió y se tiró en la, aún desarreglada, cama.
-Yo si lo creo.-dije antes de que el teléfono comenzara a sonar.
Geoffrey se puso de pie mientras murmuraba una maldición y atendió.
-¿Quién?-preguntó enojado.- Bueno. Gracias.-cortó con brusquedad.
-Bipolar.-murmuré y reí.
-Kevin esta abajo.-me dijo.
-Okey, vamos.-dije y busqué mi bolso.
-Oh, no. Otra vez con tus maletas de setenta kilos.-se quejó. Reí.
-Vamos, yo llevo la tuya y tú llevas las mías.-abrí la puerta y le indiqué que saliera. Chasqueó la lengua antes de quejarse.
-Es injusto.-dijo y tomó las maletas.
-No lo es, tu eres hombre.
-Feminista.-dijo enojado y comenzó a cargar ambas maletas.
Tomé sus maletas mientras reía y salí de la habitación tras él. Llamó al elevador y mientras descansó sus brazos, dejando las maletas en el suelo. Se apoyó contra la pared y pronto el elevador llegó. Frunció el ceño y empujando las maletas entró. Entré detrás de él y presione el botón a planta baja.
-Oh, al fin.-dijo Kevin al vernos.- Geoffrey , ¿quieres que te ayude?-preguntó.
-Por favor.-respondió tirando las maletas al suelo.
-¡Geoffrey ! Vas a destruirme todo.
-No pasa de un frasco de crema de vidrio o una cosa así, no te quejes.-dijo. Fruncí el ceño.- Y si quieres cuidarla, pues cárgala tú.- dijo enojado.
-Okey, cálmate Rojas. Echas humo por las orejas.-le dije. Rió.
Kevin cargó una de mis maletas mientras Geoffrey entregaba el pase de la habitación, a recepción. Se despidió y cuando fuimos a salir tomó mi mano. Subimos al automóvil y Kevin subió nuestras maletas atrás. Geoffrey se apoyó sobre mi hombro y colocó una de sus manos sobre mi mano derecha.
-Ya me dio sueño.-dijo y reímos.
-Duérmete.-le espeté. Me miró y sonrió.
-No.-dijo.
-¿Entonces para que hablas?-pregunté cuando el auto se ponía en movimiento.
-Tengo ganas de que me hables.-sonrió. Mis mejillas ardieron y Geoffrey lo notó porque rió levemente.
Luego de veinte minutos, llegamos al aeropuerto. Geoffrey , quejándose, bajó mis maletas. Buscamos un carrito para llevarlas y pronto allí estábamos, subiendo al avión privado de Rojas. Geoffrey se tiró sobre uno de los enormes asientos y yo hice lo mismo, pero, a su lado.
-Ahora si voy a dormir.-dijo e hizo su asiento hacía atrás. Lo observé atenta.- Si quieres, tú también puedes dormir.-me sonrió.- Cualquier cosa me despiertas pero intenta que no sea dentro de las dos siguientes horas. Es un viaje largo ya sabes, casi diez horas.-hizo un gesto y se puso de costado.- Hasta luego.- terminó de explicar y cerró sus ojos. Reí.- Ah, _____, no pelees con Lucy.-sonrió aún con los ojos cerrados.
Me limité a fruncir el ceño. Lucy, Lucy, Lucy, la mujer que amaba a Geoffrey , que le servía como si fuera un príncipe, la que lo buscaba como si el no estuviera ocupado. Esa misma castaña que se aparecía por el lugar caminando mientras movía las caderas con exageración. Esa chica me parecía repugnante, sucia y hueca. Llevaba una falda tubo que se amoldaba a sus caderas y una blusa celeste, horrible.
-Oh, se ha quedado dormido.-dijo observando a Geoffrey .
-No querida, cierra los ojos para soñar despierto.-dije fastidiada. Alzo las cejas y colocó los brazos en jarra.
-Hey, ya chica, cálmate.-dijo con enojo. Reí.
-Trátame como se debe.-le espeté y prendí el pequeño televisor.
-No voy a tratarte bien si tú no lo haces.-desvió la mirada y observó a Geoffrey .- Pobre, pierde el tiempo contigo.-dijo.- De seguro nunca va a querer casarse contigo, le das lastima.-rió y dejó a la vista sus dientes manchados por el maquillaje. Reí y alcé mi dedo para mostrarle la sortija.
-Mírale la mano a Rojas.-sonreí.- O mejor dicho, a mi esposo.-alcé las cejas. Dio media vuelta y comenzó a irse.- Lucy, tráeme algo de comida, muero de hambre.
-¿Quién te crees tú para mandarme a mi?-dio media vuelta y me observó fastidiada.
-Te recuerdo, amiga, soy la señora Rojas. Por lo tanto, tu jefa.-sonreí. Volteó enojada y apresuro su paso.
Puse una película. Estaba aburrida y eso iba a saciar mi aburrimiento. Lucy, llegó a los diez minutos con una bandeja y me dejó el almuerzo. Geoffrey , sin moverse, respiraba pesadamente y daba pequeños respingos cuando el avión tenia una que otra turbulencia.
Al cabo de dos horas, quedé dormida a la par de Geoffrey . Apoyé mi cabeza sobre su hombro y concilie el sueño sin problema.
-_______, despierta. Necesito ir al baño y no me dejas moverme.-dijo Geoffrey con impaciencia. Me alejé de su hombro y coloqué mi cabeza del otro lado.- Gracias.-dijo alegre y se puso de pie.
Sentí sus pasos y luego el cerrar de la puerta no tan lejos mío. Al cabo de unos minutos la puerta volvió a sentirse y los pasos de Geoffrey volvieron hacía su lugar. Se sentó.
-Quedan solo dos horas para aterrizar, despierta, me aburro.-dijo sacudiéndome.
-No molestes Geoffrey , tengo sueño.
-Ya has dormido como seis horas.
-Mentira, han sido tres.
-Es lo mismo.
-No, no lo es.-dijo y rió.- Despierta.
-No.
-Ya despertaste.-rió.
-No.
-Si.
-No.
-Vamos, _______, por favor.
-¿Por qué no ves una película y dejas de fastidiarme?-pregunté con enojo. Bufó.
Intenté dormirme de nuevo pero fue inútil. Geoffrey ya me había despertado y no iba a poder dormir de nuevo, eso nunca pasaba.
-No encuentro ninguna.-se quejó cuando me acomodé en el asiento y lo observé.
-Has otra cosa.-dije y froté mis ojos.
-¿Qué más puedo hacer sobre un avión? Tú no quieres hablarme y yo estoy aburrido.
-¡Eres peor que un niño!-dije e intenté peinar mi cabello.- ¿De que quieres hablar?-pregunté.
-No lo se, simplemente háblame.
-Necesito un tema de conversación.-dijo. Vi a Lucy asomarse y observarnos. No iba a desaprovechar la oportunidad de hacerle sentir celos.- Hablemos de la maravillosa noche que pasaremos hoy.-sonreí. Geoffrey volteó a verme y alzó las cejas sin comprender.
-_____, anoche dijiste que...
-¿Qué importa lo que dije anoche?-alcé los hombros. Sonrió.
-¿Estas bien?-preguntó.
-Muy bien y no puedo esperar a llegar a ese hotel y ver una cama.-dije fingiendo desesperación.
-Oh, wow.-dijo Geoffrey observándome atento.- Yo tampoco puedo esperar a llegar y tumbarte sobre esa cama.-reí interiormente.
-Oh, si Rojas, no me hagas desearte demasiado.-dije mordiendo mi labio inferior.
-Ya me excité.- dijo Geoffrey apoyándose sobre el respaldo del asiento.
-Yo se como quitarte eso.-le dije y sonreí coqueta. La cabeza de Lucy aún podía verse.
-Vamos al baño ______.-dijo poniéndose de pie de golpe.
-¿En el baño?-pregunté.- No me excita.
-Oh, vamos _____, se como hacer que te excites allí.-ladeó la cabeza y me indicó el baño. Reí.
-Okey, como digas.-me puse de pie. Lucy se escondió rápidamente. Reí.
-No es gracioso. Ven, vamos.-me tomó de la mano y comenzó a arrastrarme por el pasillo.
-No, espera, espera.-dije riendo. Volteó a verme.
No sabía si estábamos completamente solos. Capaz, Lucy estaba escuchando aún. Le di la vuelta a Geoffrey y lo abracé. Se sobresaltó e hice lo mismo al sentir que su cuerpo respondía a mis comentarios anteriores. Él si estaba excitado.
-¿Perdona si?-susurré. Se alejó un poco y me miró a los ojos.- Lucy estaba escuchando y debía hacer algo para fastidiarla.-dije. Se alejó de mi y me miró con enojo.
-¿Crees que es divertido?-preguntó fastidiado.
-Geoffrey , para mi si.-dije y reí.
-Pues para mi no. Mira como me has dejado, como me pones.-se sobresaltó. Reí y bajé la mirada.- No me hace ni un gramo de gracia.-añadió.- Tendré que bajarlo yo solo y eso no me gusta para nada.-dijo mientras se metía al baño. Reí.
Capaz Lucy había escuchado lo que Geoffrey decía pero por lo menos podría haberse dado cuenta de que yo, si lo había excitado. Sonreí y volví a sentarme.
Casi veinte minutos después, Geoffrey se apareció a mi lado y se sentó. Aún con enojo me miró. Reí nuevamente, era divertido fastidiarlo.
-¿Qué es lo gracioso?-preguntó.
-Tu cara.-carcajeé.
-A mi no me hace nada de gracia cuando me miro al espejo.-dijo y desvió la mirada.- ¿Has almorzado?
-Si.-respondí sin titubear y observé por la ventanilla.
-¿Te lo ha traído Lucy?-preguntó. Se estaba vengando.
-Si, esa zorra.
-¿Zorra? Un poco de respeto _____, es una mujer.
-¿Y que? Tú no respetas a James.
-¿Por qué hablas de James? Él no tiene nada que ver en esto.
-Okey, fastídiame con Lucy y haré lo mismo con James.-sonreí. Me regaló una lindo reojeada de ojos.
-Muérete.
-Oh, vas a prendiendo de mi Rojas.-dije divertida. Rió por mi todo y volvió a enseriarse.
-De todas maneras, es solo una palabra. Yo no soy como tú.
-Ya te gustaría ser como yo.-sonreí.- No respondas, la verdad no me interesa tu opinión sobre mi persona.-dije. Alzó los hombros restándole importancia al tema.- ¿Cuánto falta?
-No lo se, pero podrías dormirte y dejar de hablar por un rato.-dijo. Reí irónica.
-Duérmete tú.-le dije.
-No tengo ganas de dormirme.-dijo y se quedó callado por unos segundos.- Te juro que lo que me has hecho no tiene perdón.
-Oh, que exagerado eres.-reí.- Para ti todo tiene que ver con sexo, querido, no es así la vida.
-Como digas _____. Solo voy a advertirte que ya me has dejado picado así esta noche veras.-sonrió pícaramente.
-¿Te he dejado picado?-pregunté alzando una ceja.- No sabía que yo podría hacer eso.-sonreí.
-Cállate.-me ordenó. Reí.- Vas a pagármelas esta noche.
-¿Cuánto cuesta?-pregunté haciéndome la graciosa. Sonrió y me observó.
-Tu virginidad, preciosa.-dijo y sonrió
ESTÁS LEYENDO
"La Bella y la Bestia" (Prince Royce & tu)
Teen FictionSINOPSIS: Que feo es cuando la persona que más ama es la persona más fría del mundo, Que feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Que feo es que tú seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. Vi...