Capitulo 46

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-Créeme, no te arrepentirás.-sonrió y me dio un papel.- Esta es la dirección.

-Oh, gracias.-sonreí.- Allí estaré.

-¡Genial! Me gustaría que fueras, hay algunos chicos que quiero presentarte.

-De todas maneras, tengo novio.-dije y sonreí. Arqueó una ceja.

-¿Tú?-preguntó. Hice una mueca de desagrado y ella volvió a sonreír.- No lo tomes mal, pensé que no tenías. Esta bien, puedo presentarte a mis amigas.-sonrió.- ¡Hanna!-gritó y corrió al otro lado del pasillo.

-Mady, ¿Qué quieres?-preguntó la chica de bellos rulos.

-Ven aquí, ______.-me hizo una seña y me conduje rumbo a ellas.- Ella es _____, _____ ella es Hanna.-sonrió.

-Hola, un gusto.-dije y sonreí. Hanna arqueó una ceja.

-Me gustan mucho tus ojos.-dijo sonriente.- ¿Eres la chica nueva?-preguntó. Asentí.- He oído muchas cosas sobre ti.-abrió los ojos.- Dicen que eres hermosa y encantadora.

-Oh, ¿en serio?-pregunté sorprendida.

-Hanna, ella irá a tu fiesta.-le informó Mady.

-¡Que bien!-hizo una mueca.- Espero que te diviertas tanto como los demás.-sonrió.- ¿Sabes donde es?

-Si, Mady me dio tu dirección.-dije. Ella asintió.- Chicas, este fin de semana, no, el próximo, quiero festejar mis diecisiete pero no conozco a todos en el colegio, ¿creen que puedan ayudarme?

-Si, genial. Amo organizar fiestas.-dijo Mady casi saltando de la emoción.

-Va a ser estupendo.-sonrió Hanna.- Hoy podemos almorzar juntas y organizamos a quien invitar, es que, _______ ya sabes, hay algunos que es preferible no se acerquen.-asqueó en una mueca y Mady rió.

-Ese tal Johan, no es muy buena junta.-dijo Mady. Hanna asintió.

-Conmigo es bueno.-lo defendí.- Las que ya andan cansándome son, Emily y su perrito faldero.-dije con desagrado. Hanna abrió la boca.

-¿Esa ya se ha metido contigo?-preguntó.- Disculpa que te diga, ten cuidado con las chicas como ella.-dijo. Mady murmuró algo y golpeó a Hanna con el codo.- Esta bien, no digo más.

-¿Tienes auto, ______?-preguntó Mady cambiando de tema.

-No, pero Geoffrey pasa por mí a la salida y puedo decirle que nos lleve.

-¿Quién es Geoffrey?-preguntó Hanna con intriga.

-Apuesto lo que sea a que es muy sexy.-dijo Hanna.- Ese nombre lo dice todo.-mordió su labio inferior.

-Disculpa pero ya esta ocupado.-dije y reímos.- No creo que me diga que no.

-O podemos pedirle a papá que mande un coche para las tres, así no molestas a Geoffrey

-Bueno, mejor.-sonreí.- Así luego el sábado no se enoja por dejarlo solo.

La campana sonó y cada una se fue a su salón. Mady y Hanna tenían clase de historia mientras que a mi me tocaba francés. Entré al salón y vi a todos acomodados exceptuando a un par de chicas y chicos. Nos informaron que el profesor no podría venir hoy y que por lo tanto teníamos hora libre. Salimos al parque, con Johan nos apoyamos en la barandilla de la escalera y hablamos animadamente.

-¿En serio te juntas con ellas?-preguntó arqueando una ceja.

-No son malas personas.-le dije y sonreí.

Negó con la cabeza y bajó un escalón sin mirar hacía atrás. Se tambaleó y lo tomé de la mano haciendo que no cayera. Rió y se sostuvo de la barandilla.

-Casi me mato.-dijo y rió. Observó nuestras manos y al instante la quité de encima suyo.- ¡Oye!-exclamó.

-¿Qué? Solo no quería que cayeras.-dije con notorio nerviosismo.

-No, no es eso.-dijo.-Gracias.-sonrió apresuradamente.- Dame tu mano.-tendió la suya.

-¿Para que?-pregunté y metí ambas manos a los bolsillos de mi abrigo.- ¿Qué quieres?

-Ver tu anillo.-respondió. Tragué saliva y recordé que esa mañana no me lo había quitado.- ¿Estas comprometida?

-No.-respondí fugazmente.

-Anda, cuéntame.-dijo.

-No estoy comprometida.- no estaba mintiendo, simplemente estaba casada.

-¿Casada? O ¿Es el anillo de pureza?-rió.

-No, no es nada de eso.-dije y reí nerviosamente.

-¡Oye! He visto el anillo de oro con diamante.-me reprochó.- ¿Puedes enseñármelo? Debe de haberte costado una fortuna.-se impresionó.

-No voy a mostrarte nada.-le dije.

-¿Por favor?

-Te juro que si dices algo de esto a alguien, no sales vivo.-dije y saqué las manos de mi bolsillo.- Estoy casada.-le informé y extendí mi mano para que viera el anillo.

-¡Júralo!-casi gritó.

-Cállate, Johan.-exigí.- No puedes decírselo a nadie.

-Esta bien.-dijo impresionado.- Ni siquiera sabía que tenías novio o algo así.

-Geoffrey va a matarme.-dije sin darle importancia a sus palabras.

-¿Geoffrey?-preguntó.- ¿Tu esposo?

-No va a querer que vuelva al colegio.-dije preocupada.

-¿Por qué? No debe enterarse que yo sé.-dijo. Asentí.- Hey, ¿le tienes miedo?

-No, claro que no.-negué con la cabeza mientras hablaba.- Pero me ha costado casi toda la luna de miel convencerlo de mandarme aquí y ahora se enteraran todos y Geoffrey va a dejar de mandarme al colegio.

-No digas bobadas.-rió.- No puede ser tan malo ese tipo.

-No es malo, solo extremista.-dije.- Logré que no nos fuéramos a vivir a Los Angeles para poder cursar mi último año aquí.-dije y suspiré.- Por favor, promete no decir nada.

-No lo haré, quédate tranquila.

-Gracias, Johan.

El resto del horario escolar, lo pasé pensando en lo estúpida que había sido al llevar el anillo de casada al colegio. Mady y Hanna me confirmaron que íbamos a almorzar juntas para organizar mi fiesta. Había estado toda la mañana intentando contactar a Geoffrey para decirle que no me volvería con él. Pero su móvil daba ocupado o estaba apagado.
Corrí al auto negro que tanto reconocía y le golpeé la ventanilla de su lado. Se asustó y luego volteó a verme. Mady y Hanna me esperaban al otro lado de la calle. Bajó la ventanilla y se sacó los lentes de sol.

-¿Vas a subir o que?

-Geoffrey, debes atender mis llamadas.-reclamé casi pareciendo enojada.

-Disculpa, he estado usando el móvil toda la mañana y luego tuve que apagarlo para una junta.

-Okay.-le sonreí. Entré la cabeza al auto y le planté un beso sobre los labios.- Almorzaré con Mady y Hanna.-le dije. Arqueó una ceja. Saqué la cabeza de allí y le sonreí.- No te enojes.

-¿_______, vas a dejarme solo, todos los días?-preguntó fastidiado.

-Almorzaré con ellas y luego iré a casa, lo prometo.-hice morros.

-¿Quiénes son?-preguntó.

-Mis amigas.

-¿Amigas?-alzó las cejas.- Muévete de allí que quiero bajar.

-Ni se te ocurra.-dije viendo como Mady y Hanna nos observaban.- Puede verte cualquiera y saben que eres un empresario y toda la cosa.

-¿Qué hay de malo?

-Estamos casados.-le recordé.- Nadie puede enterarse aquí.- y por cierto, alguien lo sabía ya.

-Quiero ver con que clase de chicas te juntas.-empujó la puerta y con ella, mi cuerpo.- Dame permiso si no quieres que te lastime.-exigió.

-Quédate allí.-dije mientras le sonreía a las dos chicas. Mady hizo una seña preguntando si todo iba bien y asentí.

-Hazte a un lado.-dijo enojado.- Quiero ver quienes son.

-¿Para que?-me moví.- No haré nada malo, solo almorzaremos juntas.

Mady y Hanna seguían observando la escena cuando Geoffrey, de pantalón negro y camisa blanca, salió del auto y tomó mi mano mientras yo me negaba a tocarlo.

-Vete a casa.-dije.- Por favor, no me arruines la vida.

-No te arruino nada.-dijo y buscó con la mirada.- ¿Son aquellas que miran sin disimulación alguna?-preguntó. Asentí.- Llámalas.

-No, Geoffrey, no.-dije apretando los dientes.

-Dije que las llames.

Suspiré resignada y les hice una seña a Mady y Hanna que esperaban el coche que el padre de Mady había prometido mandar. Ellas se miraron entre sí y luego caminaron apresuradamente hacía nosotros.

-Vas a pagármelas.-susurré con fastidio. Geoffrey sonrió y me tomó la mano a la fuerza. No me resistí.- Chicas, él es Geoffrey, Geoffrey ellas son Mady y Hanna.

Las dos lo examinaron con la mirada y luego sonrieron. Si se pudiera violar con la mirada, ambas estarían encerradas por acoso sexual. Mady agitó la mano y miró a Geoffrey directo a los ojos.

-______, nos ha hablado de ti.-sonrió explayadamente y sentí a Geoffrey ponerse nervioso.

-¿Bien o mal?-preguntó. Las dos rieron.

-Muy bien.-dijo Hanna y sonrió.

El ambiente estaba tan denso que se podía cortar con tijera. Geoffrey y yo intercambiamos una mirada y luego él, se apoyó contra el auto.

-Oye, _____.-dijo Mady.- Creo que mi padre ha olvidado mandar el coche.

-Si, siempre se olvida de Mady y nosotras pagamos los platos rotos.-dijo Hanna. Geoffrey rió.

-¿A dónde piensan ir?-preguntó Geoffrey

-No lo sé.-respondió Hanna.

-______.-llamó mi atención.- ¿Quieres que las lleve?-preguntó.

-¿Quieren?-le pregunté a ellas y asintieron al instante.- Si, vamos.-dije desinteresada.

Mady y Hanna sonrieron y se subieron a la parte trasera del auto. Solté la mano de Geoffrey para subirme del otro lado, tironeó de mí y me volteó haciendo que lo besara. Bufé y me sonrió.

-No te enojes conmigo.

-¿Viste cómo te observaban?-murmuré. Rió.

-Ellas solo observan, tú gozas de lo demás.-dijo y besó mis labios nuevamente.

Le sonreí antes de correr para subirme del otro lado. Geoffrey encendió el motor y en menos de tres segundos comenzó a andar.

-¿A dónde las llevo?-preguntó. Observé a las dos chicas de atrás y se limitaron a alzar los hombros.

-No lo se.-respondí.- ¿A Mc.Donalds?

-Ayer almorzamos allí, vas a reventar.-dijo Geoffrey. Hanna y Mady rieron.

-Bueno, entonces elige tú, Rojas.-dije fastidiada. Hanna hizo una mueca de asombro y su cabeza apareció entre medio de los dos asientos delanteros.

-¿Eres Rojas?-preguntó con entusiasmo.

-Si.

-¡Wow!-gritó Mady.- Eres el hijo de Ramon Rojas, el futuro dueño de la compañía con más dinero sobre Estados Unidos.

-Bueno, ya.-dije y suspiré. Justin rió.

-¡Es que, ______!-volvió a gritar Mady.- Ha salido en todos los canales de televisión.

-Si, lo sé.-dije. Geoffrey volvió a reír y posó su mano sobre mi pierna.

-No te enfades, cariño.-dijo y sonrió. Mady y Hanna hicieron ruidos tontos. Reí mientras mis mejillas se tornaban rosadas.- Puedo llevarlas a Mc.Donalds.

-Sería genial.-dijo Mady. Hanna rió.

-Yo siempre como allí, de verdad me gusta.-admitió y reímos.

Unos minutos después, Geoffrey estaba aparcando en el estacionamiento de Mc.Donalds. Hanna y Mady dieron las gracias y se bajaron al instante. Geoffrey volteó a verme y sonrió.

-¿A que hora paso por ti?-preguntó.

-Te llamo.-dije al momento que abría mi bolso.- Toma.-le entregué el anillo de bodas.- No quiero perderlo.

-¿Te lo has llevado al colegio?-preguntó mientras lo tomaba.- Me habías dicho que no lo ibas a llevar para que nadie se enterara.

-Disculpa, me lo he dejado puesto.-bufé.- Ya, hasta luego.-besé sus labios.- Compórtate.

-No soy como tú.-dijo al momento que reía.

Estaba frente al espejo, maquillándome para salir. Mady había quedado en pasar por mí a las diez y de allí iríamos a la fiesta de Hanna. Geoffrey no quiso acceder a pasar por mí más tarde de las tres de la mañana, y por más que había insistido durante toda la semana. No me dejó.

-Muy corto.-sentí que decía desde el umbral de la puerta.

-Eres fastidioso, Rojas.-me quejé.

-Habías dicho que podía elegir que te pondrías y prefiero que vayas de vaqueros.

-No, gracias.-terminé con el maquillaje y volteé a verlo.- ¿Qué harás tú?

-Mi esposa me ha dejado solo durante toda la semana y Louis me ha invitado a jugar cartas en su casa.-sonrió y se acercó a mí. Acomodó un mechón de mi cabello.- Compórtate, ¿si?

-Geoffrey, ya te dije, no haré nada malo.

-Por favor.

-Lo prometo.-bufé.- Vas lindo.-sonreí.

-Creo que lo dices por compromiso.-rió.

-No creo eso.-dije y besé sus labios. Sonrió.- ¿Cómo me veo?

-¿Hace falta que lo diga?-preguntó. Me sonrojé.- Hermosa.-concluyó y me sentí completamente halagada.

-Son las diez menos veinte. Creo que debo apurarme.-dije y me alejé de él. Se apoyó en la pared y siguió mis movimientos con la vista.

Me eché unas cuantas gotas de perfume y acomodé nuevamente mi cabello. Tomé mi bolso y metí el celular junto con algunas cosas que me harían falta. Volteé a ver a Geoffrey y me sonrió.

-Me da la sensación de que estas triste.-dije y me acerqué a él.- ¿Vamos abajo?

-Vamos.-dijo al tiempo que yo tomaba su mano.- No estoy triste.-me aclaró mientras bajábamos las escaleras.- Solo que estará lleno de adolescentes locos y tú estarás allí, con ese vestido durante cinco horas.

-No seas tonto.-reí.

-Aparte, nunca nos hemos separado más que para que tú vayas al colegio, y se que allí estás segura, aparte...-se quedó en silencio.- Oh, vamos ______, no vayas allí. Quédate conmigo y vemos películas, juntos.-hizo morros.

-Pareces un niño.-dije y reí.- El próximo fin de semana.-prometí.- Cuando estrenemos la casa nueva.-sonreí.- Puedes dejarme faltar al colegio y hacemos noche de películas con refrescos y palomitas de maíz.

-Me gusta la idea, pero ahora, vamos.-volvió a hacer morros.

-No, ahora iré a la fiesta de Hanna y el próximo fin de semana hacemos eso.

-Okay.-dijo no muy convencido. La bocina de un auto se hizo notar.

-Debo irme.-besé sus labios.- No pongas cara larga, Geoffrey.-reí. Volví a besarlo y me tomó por la cintura.

-Por favor, quédate.-murmuró sobre mis labios.

-Créeme que me está tentando la idea, pero no.-me separé de él.- Te veo más de noche.-corrí a la puerta.

-¡________!-me gritó al momento que estaba por cerrar la puerta e irme de allí.

-¿Qué quieres?-asomé la cabeza para verlo y sonrió tímidamente.

-Te quiero.-pronunció. Sonreí y volví corriendo a él. Lo besé.- Mucho.

-Yo también te quiero, Geoffrey.-dije sobre sus labios.- No me hagas las cosas difíciles.-casi supliqué.

-Te cuidas.-me gritó antes de que yo saliera de casa.

Por un momento, casi me echo atrás y me quedo con Geoffrey. Pero, tenía ganas de salir con las chicas y bailar un rato a la vez que conocía gente. Tenía ganas de estar con Geoffrey, definitivamente, la relación era hermosa. Cuando volviera de la fiesta, iba a hacerle saber que yo lo amaba, de una u otra manera, él, iba a decirme que me amaba también

-¡Están hermosas!-gritó Hanna en la puerta de su casa. Mady y yo sonreímos.

-Tú estas que deslumbras.-le gritó Mady a causa del bullicio en el lugar.

-Oh, gracias.-dije yo con emoción.

-Vamos, entren.-nos hizo pasar a la hermosa casa.

Era una casa de ladrillo visto, dos pisos y terriblemente grande con un hermoso parque. Estaba totalmente repleto de gente y los vasos junto con platos en el suelo, daban a entender que eso ya había comenzado y que terminaría peor. La música estaba al máximo y los chicos/as ebrios no faltaban por allí.

-Vamos a embriagarnos y olvidar todo.-dijo Mady tomando una botella de cerveza.

-No, yo paso.-dije y reí. Mady alzó los hombros.

-Aguafiestas.-gritó Hanna y le quitó la botella a Mady para luego colocarla sobre sus labios y beber.- Oh, si, esto está genial.-gritó.

La noche se hacía más profunda a medida que las agujas de reloj avanzaban. Mady estaba durmiendo sobre uno de los escalones, mientras que Hanna reía animadamente sentada en el regazo de un chico que la tocaba sin piedad alguna. Me senté en el sillón, al lado de una pareja que parecía estar desesperada por un beso. Reí, era una de las pocas personas sobrias por allí. Recién a las dos y media de la mañana, la fiesta estaba acabando, por culpa de todos los que habían abusado del alcohol. Se podía decir que era la mayoría de los chicos y chicas del instituto. Había gente en el suelo y otras que bailaban animadamente mientras movían las caderas con entusiasmo. Un chico, rubio de ojos marrones, se acercó a mí y me sonrió.

-Eres la chica nueva.-afirmó. Asentí.- Soy, Ian.-me dijo. Hice una mueca.- Oye, ¿quieres ir afuera? Es que aquí, es mejor que dejemos a ellos solos.-dijo y rió.

-No, gracias. Estoy bien aquí.

-Que mala onda.-dijo y me ofreció su trago.- ¿Quieres?

-No, gracias.

-Anda, es solo licuado.-dijo. Lo tomé.

-No es solo licuado.-le reproché luego de olerlo.

-Vamos afuera.-cambió de tema. Me puse de pie y lo seguí hasta el jardín.- ¿Cómo te llamas?

-________.-dije. Me sonrió.- ¿Qué es esto?-pregunté luego de tomar un poco.- No sabe nada mal.

-Es piña colada con algo que de verdad no sé que es.-rió.

-Da igual, me gusta.

En algún momento, para mi, el tiempo dejo de correr. Saber en dónde estaba se me hizo imposible y la hora pactada con Geoffrey parecía no llegar. Me dolía la cabeza y sentía que iba a vomitar en cualquier momento. Tomé mi móvil y le marqué a Justin.

-¿Hola?-preguntó entre risas.

-¡Geoffrey!-casi grité.- ¿Puedes venir por mí?

-Claro que si, cariño.-dijo dulcemente.- Estaba despidiéndome de Louis para ir a buscarte.-me informó.- ¿Te sientes bien?

-No, así que, por favor, apúrate.-dije antes de colgar y sentarme en una banca.

Ian había desaparecido en algún momento que se me hizo imposible recordar. Até mi cabello en una coleta y respiré profundamente. La música se alejaba y los murmullos ya no estaban al alcance de mi escucha. Volví a tomar mi móvil y este resbaló hasta el suelo. Bufé y me eché contra el respaldo de la banca. Estaba asustada por lo que sentía y no podía tomar mi móvil para apurar a Geoffrey Tomé un poco de fuerzas y estiré el brazo. Agarré el móvil y volví a marcarle.

-¿Qué es lo que sientes?-preguntó asustado. Mis manos temblaron.- ______, responde.-dijo Geoffrey insistente.- Estoy llegando.

-Apúrate.-suplique.- Necesito verte, ahora.

-Ya, ya, cariño, tranquila.-dijo suavizando su voz.- Estoy aquí, ¿puedes ir a la puerta?

-No puedo moverme de aquí.

-¿Dónde estas?-preguntó y escuché el cerrar de la puerta del auto.

-En el jardín trasero de la casa.-dije y sentí como sudaba.- Tengo miedo.

-No cortes la llamada y dime por dónde debo entrar.

-La puerta principal está... está... abierta.-respiré entrecortadamente.- Entra y si caminas derecho hasta el fondo, está la puerta del jardín.-le indiqué.

-Si.-dijo fugazmente y luego sentí como la llamada se cortaba.

Cerré los ojos y segundos después unos fuertes brazos rodearon mi cuerpo. Respiré profundamente y pude sentir su masculino perfume. Rodeé su cuerpo con mis brazos y me tomó entre sus brazos para luego besar mi mejilla.

-¿Qué has tomado?-preguntó.

-Piña colada con algo.

-¿Algo que?-insistió.

-No lo sé, solo me lo dieron.-dije y abrí los ojos para encontrarme con su mirada sobre la mía.- Me siento mal, Geoffrey

-Tranquila, mi amor.-dijo acariciando mi cabello.- Voy a llevarte al hospital, de seguro esa bebida tenía algo.

Cerré los ojos nuevamente, mi respiración era agitada y sentía las gotas de sudor por mi frente. Geoffrey se movió de allí y pronto me recostó en el asiento trasero del auto. Murmuró algo que no pude comprender y tras cerrar la puerta trasera, se acomodó para manejar.

-¿Háblame si?-dijo poniendo en marcha el auto.- No te duermas, ______.

-Tengo miedo.-susurré casi inentendiblemente.

-Vas a estar bien, lo prometo.-el auto comenzó a andar.- Canta una canción, murmura algo, hazme saber que no duermes.-sonaba nervioso.- Por favor, _______.

-'Just look at us now, cuz everything start from something...'-respire profundamente.

-'Something will be nothing...' Vamos, canta, _______.

-'Nothing if your heart didn't dream with me'-casi perdí todo el aire que me quedaba y sentí como Geoffrey frenaba de golpe.- Geoffrey...-murmuré.

-Cállate, _______.-gritó.- Dios, todo tiene que ocurrirnos a nosotros. No he hecho nada malo.-se bajó del auto.- No es tu culpa, algún imbécil, de seguro tiró algo en tu bebida y no me sorprenderia que fuera una pastilla.-me tomó en brazos y besó mi mejilla.- N quiero que vayas más al instituto.

-Pero Geoffrey...-quise reprochar. Mi estomagó se retorció.- Duele.

-Vamos a entrar, así que ya no digas nada y relájate.-casi me ordeno.

-No te vayas.

-Estoy aquí, nena.-dijo dulcemente.

Luego de eso, no recuerdo más nada. Mis sentidos dejaron de funcionar. No sé cómo, por qué, cuándo y en qué momento había ocurrido todo aquello. Sentí un calido beso sobre mis labios y luego me hundí en una profunda oscuridad.

"La Bella y la Bestia" (Prince Royce & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora