Me moví un poco y abrí mis ojos, estiré mis músculos y me destapé. Pronto me senté en la cama y moví la cortina de la ventana, estaba oscureciendo. Caminé hasta el baño y luego entré. Al salir vi a una de las chicas de limpieza estirando las sabanas de la cama.
-Oh, veo que ya despertó.-me sonrió.- El señor Rojas, llamó mas temprano y dijo que si usted no se despertaba antes de las siete de la tarde, tendríamos que despertarla.
-Aii, ¿Y que hora es?-pregunté refregando mis ojos.
-Las siete y diez.-me sonrió y terminó de acomodar los almohadones.- Venía a despertarla cuando me encontré con que no estaba.-hizo una mueca.- ¿Desea algo?-preguntó con sumo respeto.
-Mmm... no nada, por ahora.-le dije.- ¿Cómo es tu nombre?-le pregunté.
-Alice.-respondió pasando sus manos por el delantal negro. Una morocha de ojos claros, de baja estatura, joven y muy sonriente.
-Oh, Alice...-la llamé.- no me trates de usted.-le informé.- solo tengo diecinueve años.-mentí.- Puedes hablarme como si fuéramos amigas.
-Gracias.-me dijo.- Igual frente al señor Rojas no puedo, es que esas son las órdenes.- su mirada se posó sobre el suelo.
-Ahora yo doy otras órdenes.-le dije. Me miró.- Él va a saber entender.-le sonreí, hizo lo mismo.
-Oh, claro.-dijo risueña.- ¿Va a dormir aquí esta noche?-me preguntó.- Es que debo traer sus maletas.-añadió.
-Ah, si, dormiré con Geoffrey.-sonreí. No pensaba dormir con él.- Así que puedes traerme las maletas, si no es mucho pedir.-le sonreí.- Por favor.
-No hay problema.-dijo.- Tengo que retirarme.-añadió.- Si necesitas algo, me avisas.-dijo de salir por la puerta de madera.
Bostecé una vez más antes de bajar las escaleras en únicamente una remera azul. Dos de las chicas de limpieza me sonrieron para luego aumentar la calefacción. Me cuidaban demasiado, yo estaba bien calida con esa remera. Caminé hasta la cocina y me encontré con dos más de ellas.
-¿Va a querer tomar algo?-preguntó una de ellas.
-Si, claro. Un té, por favor.-miré a Alice, quien tomaba una azucarera.- Alice...-llamé su atención.
-Si, dime.-dio la vuelta para mirarme.
-Luego coméntales a las demás que fue lo que te dije arriba.-le sonreí. Ella asintió.
-¿Lo de Geoffrey o lo de hablar como amigas?-preguntó. Había entrado en confianza. Me agradó.
-No lo de Geoffrey no.-reí.- Lo demás.
-Oh, claro ______.-me sonrió.
-¿Pueden decirme sus nombres?-les dije a las otras dos, las cuales, solo conocía de vista.
-Sandy.-respondió una de ellas.
-Aly.-me dijo la otra. Sonreí mientras acomodaban el té frente a mi.- ¿Desea algo para comer?-preguntó Aly.
-Mmmm... unas galletas.-le respondí. Dos minutos después tenía las galletas junto al té.
Escuché la puerta de entrada cerrarse y supuse que Geoffrey había llegado. No me moví de mi lugar pero gire para ver por la puerta de la cocina, lo vi entrar.
-¿______ ya...-se quedó callado.- despertó?-terminó su pregunta mientras me sonreía.- Veo que si.-añadió y caminó hacía mi.
-Acabo de levantarme.-le sonreí.- ¿Tardaste mucho?-pregunté. Hizo un gesto raro antes de besar mis labios.
-Algo, no mucho.-me dijo sentándose en la banca de al lado. En el desayunador.
-¿Quiere tomar algo señor Rojas?-preguntó Sandy. Geoffrey pensó un rato.
-Un yogur.-le dijo. La chica asintió y corrió hasta la nevera.- Así que has dormido toda la tarde.-dijo sonriendo.
¬-Así es.-le sonreí.- ¿Qué haremos esta noche?-le pregunté mientras la chica entregaba su yogur a Geoffrey. Él me dedicó una pícara mirada para luego sonreírme. Lo había mal pensado.- En serio Geoffrey, no seas tonto.-dije sintiendo ese ardor en mis mejillas.
-No lo se.-respondió antes de tomar un sorbo de yogur- Estoy algo agotado y pienso irme a dormir temprano.
-Okay.-respondí acabando con mis galletas.- Yo no tengo sueño, así que pienso quedarme viendo televisión hasta que me duerma.-le sonreí. Hizo lo mismo y volvió a tomar de su yogur.
-O tal vez, si quieres, podemos rentar una película y hacer palomitas de maíz.
-Ese es un buen plan.-le dije sonriendo y le quite su vaso para tomar de el.- Me gusta.
-Okay, entonces hacemos eso.-sonrió y me quitó el vaso.- Vístete así nos vamos a rentar una película.
Salí corriendo escaleras arriba mientras Geoffrey se quedaba en la cocina. Entré a la habitación y vi mis dos maletas al lado de la puerta. Las abrí y tiré toda la ropa sobre la cama para elegir algo que colocarme. Un simple jean nevado y una remera roja con una campera por sobre esta. Simple. Lavé mis dientes y até mi cabellera en un broche. Me coloqué unas zapatillas y volví a bajar corriendo.
Geoffrey, quien estaba al pie de la escalera, me sonrió y siguió tecleando.
-Siempre estas con eso.-le dije pasando por su lado.- ¿Qué haces?
-Primero, esto...-me mostró el pequeño aparato.- se llama celular.-rió.- Y segundo, estoy trabajando y buscando contactos mediante esto.-recalcó la última palabra.
-Okay.-reí.- Yo voy a necesitar uno de esos porque no se qué pasó con el mío.-negó con la cabeza.- Hey, es en serio.-lo señalé con mi dedo.
-Bueno, ya vamos a comprar uno.-me dijo y metió su celular al pequeño bolsillo en su chaqueta.- Pero no te prometo que sea el mejor.
-Tacaño.-dije en un cantito y rió.- Es en serio Geoffrey, derrochas dinero y ni siquiera gastarás en un buen celular para mí. Eso es ser tacaño.
-Voy a pagar toda una boda, acabo de pagar un viaje para dos a México, tengo que pagar la luna de miel, debo mantenerte, eso implica, ropa, comida, celular, tus caprichos...-me miró y dejó de enumerar con sus dedos.- tranquila nena.-añadió y reí.
-Primero, nadie te esta obligando a pagar la boda y la luna de miel, segundo, tú me obligaste a ir a México y tercero, tú me compraste, eso implica...-repetí sus palabras.- que debes mantenerme, pero fue tu elección porque yo nunca te pedí que me compraras en esa subasta.
-Bueno, ya camina.-se adelantó.- No vamos a pelear de nuevo.- abrió la puerta y lo seguí con gusto.
Me gustaba la nueva relación entre Geoffrey y yo. Si bien, no era la mejor porque no era nada normal, estaba bueno que él supiera cuando terminar con una de nuestras discusiones triviales.
-Vamos, elige una que quiero irme a casa.
-Es que hay tantas.-dije frente a la estantería de películas de terror.- ¿Estas seguro que quieres que veamos de terror?-le pregunté mordiéndome las uñas.
-Si, pero veo que tú no.-rió- Vamos, quiero irme.
-Pareces un niño.-le dije mientras soltaba su mano para alcanzar una de las películas de la última estantería.- Esta se ve buena, ¿no crees?-miré la tapa. Una rubia llena de cicatrices salía en un primer plano y atrás un hombre de negro con un cuchillo ensangrentado.- Da miedo.
-Si, llevemos esa.-me sonrió.
-Me da miedo.
-¡Que importa!-exclamó quitándome la película de las manos.- Ven, vamos.-tomó mi mano y fuimos a pagar.
Pagamos y luego nos subimos al auto para ir al supermercado por palomitas de maíz para hacer y otras cosas que Geoffrey dijo que había que comprar para la casa. Él tarareaba una canción mientras íbamos cargando un carro.
-¿Te gustan estos cereales?-preguntó. Asentí y el los cargó.- ¿Esto?- asentí nuevamente y los tiró dentro del carro.
-Apúrate.
-Debo comprar comida.-me informó.- En casa no hay más que leche, yogur y una que otra galleta. No hemos estado en semanas.
-Bueno, bueno. Entonces préstame tu celular.
-Ni lo sueñes.
-¿Hay algo que debas ocultarme?-pregunté avanzando junto con él.
-No, pero no voy a prestártelo.-me dijo haciendo una mueca.
Luego de pagar las compras en el supermercado, Geoffrey y yo cargamos todo al auto y nos encaminamos hacía la casa.
La noche marcaba su asistencia sobre Nueva York y las estrellas se hacían notar sobre el oscuro cielo. Las nubes se desplazaban formando otras nubes en conjunto y no me sorprendería si estas desataban sus aguas sobre Nueva York. El frío se apoderaba de toda la ciudad, haciendo que cada persona llevara un abrigo diferente. Geoffrey y yo, tomados de las manos, entramos a la casa para encontrarnos con un hermoso clima.
-Oh, si, aquí se esta muy bien.-sonrió dejando su chaqueta sobre el sillón.
-Señor, la cena ya esta lista-dijo Sandy haciendo una tímida sonrisa.
-Gracias.-le dijo sonriendo.- ¿Vamos a comer y luego vemos la película?-me preguntó viendo como yo me sacaba mi campera.
-Claro Geoffrey.-le respondí y caminé hasta la mesa, me senté en una silla. Geoffrey se sentó a mi lado.
Cenamos tranquilamente mientras Geoffreyn decía cualquier cosa sobre cuando era chico. Me contó las pavadas que hacía con Louis y Josh, y que también existía un tercer amigo que se llamaba Liam, al cual iba a conocer en nuestra boda. Reímos y tonteamos hasta que Geoffrey por fin terminó de cenar.
-Voy a hacer las palomitas mientras tú te pones el pijama.-me dijo entrando a la cocina.
-Okay.-murmuré sabiendo que él no me escuchaba y comencé a subir las escaleras.
Mi ropa revuelta sobre la cama de Geoffrey me dio a entender que si él subía a su habitación y veía eso, yo moría al instante. Comencé a doblar la ropa y la metí dentro de las maletas. Por ahora no tenía armario donde meter mis pertenencias, por lo tanto, debía dejar todo dentro de la maleta.
-¿Ya estas?-golpeó la puerta de la habitación.
-No, pero puedes pasar.
-¿Qué hace toda esa ropa sobre mi cama?-preguntó entrando.
-Es que cuando nos fuimos a rentar la película, tenia que buscar ropa y lo primero que se me ocurrió fue tirar todo sobre tu cama.-le sonreí mientras él analizaba el desorden.- No me regañes.
-No lo haré.-me dijo. Se sentó sobre la cama y comenzó a doblar una de mis remeras.- De a dos terminaremos más rápido.-sonrió.
¿En que momento se había puesto tan buena onda? No lo se, pero me gustaba.
Juntos terminamos de doblar mi ropa y me prestó dos de sus estantes para que yo pudiera dejar lo justo y necesario fuera de mi maleta. Con el pijama en mano, entré al baño. Me lo coloqué y salí de allí mientras me ataba el cabello. Vi que Geoffrey se estaba desordenando el pelo frente a un pequeño espejo. Vestía unos pantalones a cuadros y una camiseta para dormir.
-¿Lista?-me dijo y volteó a verme.
-Claro.-le sonreí.- ¿Vamos a verla en el living?-él asintió ante mi pregunta.- ¿Bajamos almohadones?-le dije.
-Si, como quieras.-respondió agarrando dos almohadas y una manta grande.- Lleva dos más.-fue casi una orden. Asentí y tomé dos.
Bajamos por las escaleras mientras nuestras fosas nasales se inundaban con un exquisito olor a palomitas de maíz recién hechas. Geoffrey tiró todo sobre el sillón y fue hasta la cocina. Mientras lo esperaba, coloqué todo sobre el sillón. Dos almohadas para él, dos para mi y la manta cubriendo todo el sillón.
Geoffrey llegó con un tazón grande de palomitas y las dejó sobre la pequeña mesa del living.
-¿Sabías que se puede hacer esto?-me dijo haciendo una palanquita hacía atrás y el sillón se volvió algo más extenso.
-No, no sabía. Si no, lo hubiera hecho.-le sonreí.
Me senté sobre el sillón y estiré mis piernas para luego taparme con la extensa manta celeste y verde. Geoffrey prendió el televisor y puso todo en orden para que pudiéramos ver la película.
-Voy por los refrescos y vuelvo.-me alcanzó el control remoto.- ¿Puedes poner el idioma y eso?-me dijo mientras salía del living.
-Okay.-grité mientras analizaba el aparato. Configuré el idioma y los subtítulos.
-Listo.-los dejó junto a las palomitas de maíz y apagó las luces.- No vayas a llorar, ¿eh?-se burló.
-Cállate Rojas.-dije entre pequeñas risas. Tomó las palomitas y se sentó a mi lado.
-Ahora si, has que comience la película.-me dijo. Asentí y presione el botón.- Toma.-me pasó mi refresco.- Si tienes miedo, solo dilo. Luego ya no hay vuelta atrás.
-Ai, si, claro.-le dije mientras la película comenzaba.- Creo que el que tiene miedo, eres tú.
-No lo creo pequeña.-se acomodó y pasó uno de sus brazos por mis hombros.- Si necesitas que te abrace, solo dilo.
-Claro, aprovecha la situación.-dije mordiendo mi labio inferior. Dio rienda suelta a una carcajada.- Hey, ya, veamos la película.
-Okay.-dijo entre risitas.
Iba todo normal. Como siempre, en las películas de terror, la rubia gritaba asegurando que el peligro venía en segundos. El suspenso ponía mis nervios de punta y esto provocaba gracia a Geoffrey, quien me asustaba cuando me agarraba desprevenida.
-No, no, no, no entres.-grité haciendo que Geoffrey se sobresaltara.- Va a matarte, vas a morir como tu amiga.-seguí gritando.
-No te escucha.-me dijo Geoffrey al oído haciendo que yo riera.- Igual, no entres, no entres, no entres.-gritó. Reí.
Tomé la manta entre mis manos y Geoffrey hizo lo mismo. El hombre cubierto de negro, iba a matarla y nosotros íbamos a ver su muerte.
-John no esta ahí.-le avisó Geoffrey a la chica que no podía oírnos.- Es en serio.-dijo desesperado y agarró mi pie con su mano.
-¡Voy a matarte!-grité cuando me asusté. Rió y me abrazó.
-Era solo una broma.-dijo entre risas.
-Pero me asustaste.-grité y vimos como la chica caía al suelo con un cuchillo en su pecho.
Mi corazón comenzó a latir a mil por hora al escuchar un ruido en la cocina. Geoffrey dejó de reír y desparramó las palomitas de maíz en el suelo.
-Tengo miedo.-le dije y cubrí mi cara con la manta.
-Debe ser el viento.-dijo no muy seguro.- No tienes por qué asustarte.
-Pero tú también estas asustado.-le dije. Respiró hondo.
-No lo estoy.-me dijo y se acomodó en el sillón.- No es nada ______.
Tomé aire y me aferré al cuerpo de Geoffrey. Nunca me gustó ver películas de terror, por esto. Porque nunca podía conciliar el sueño luego de una.
La película finalizó y levanté la cabeza para ver a Geoffrey, quien dormía placidamente tirando su cabeza sobre el respaldo del sillón. Respiré hondo, tenía que prender las luces pero tenía miedo.
-Geoffrey.-lo moví un poco.- Despierta, ya acabó.-le informé. Arrugó la nariz y abrió los ojos.
-Tengo sueño.-me dijo y se movió un poco.- ¿Vamos a dormir?-preguntó estirándose.
-No voy a dormir contigo.-le informé poniéndome de pie.- ¿Puedes encender las luces?-pegunté.
-Claro.-dijo mientras apagaba el televisor y se ponía de pie a la par mía.- Entonces...-caminó hasta el interruptor y encendió las luces haciendo que mi miedo cesara, solo un poco.- ¿Dónde vas a dormir?-preguntó.
-Aquí.-le dije.- Tengo la manta y dos almohadas para mi.-sonreí.
-¿No vas a tener miedo?-preguntó tomando el tazón y las dos botellas vacías.
-No, no creo.-respondí insegura.
-Okay, si tú quieres dormir aquí, esta bien.
-Bueno.-suspiré.- Ya me dio sueño.-bostecé viendo como Geoffrey se iba hacía la cocina y a los segundos volvía.- ¿Ya te vas arriba?-pregunté. Asintió y besó mi mejilla.
-Que descanses y si necesitas algo, avísame.-sonrió y comenzó a subir las escaleras.
Cuando sentí como cerraba su puerta, fue cuando me entró el miedo de vuelta. Me senté en el sillón y pensé en dejar la luz prendida por el resto de la noche, pero no iba a hacerlo, sería una tontera. Me puse de pie y busqué el control remoto, corrí hasta el sillón y me tiré allí una vez más para encender el televisor.
-Tranquila, nada puede ocurrir.-me dije a mi misma.- Solo camina hacía el interruptor, apaga la luz y corre hacía el sillón nuevamente.- respiré hondo y salté del sillón para apagar la luz.
Sana y salva. Me recosté en el sillón y comencé a pasar de canales. El sueño comenzaba a apoderarse de mí mientras yo luchaba por no cerrar los ojos y terminar de ver la serie.
Una rama se azotó contra una ventana de la cocina haciendo que abriera mis ojos de golpe. Tomé un almohadón y me cubrí con este. El televisor permanecía encendido, por lo tanto, una tenue luz adornaba el living.
Estaba más que dicho, con ese viento, la tormenta que se avecinaba y la película que horas atrás había visto, no iba a dormir nada. Me enderecé y cambié de canal mientras regulaba mi respiración. La pantalla del televisor se tornó negra y el control se resbaló de mis manos cayendo sobre una parte del sillón. Me puse de pie y corrí a prender la luz. Una, dos, tres, cuatro pero no prendía. La tormenta había atraído mi miedo y se había llevado la luz, dejándome completamente asustada.
-Geoffrey.-fue lo primero que pensé.
No iba a gritarle desde el living y él era mi única opción para sobrevivir esta noche. Me cubrí con la manta y tomé los dos almohadones en mano.
Sí quería dormir como una persona normal, debía dormir con él. Y con ese pensamiento, comencé a subir las escaleras con sumo cuidado de no tropezar y terminar en el suelo.
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"La Bella y la Bestia" (Prince Royce & tu)
Novela JuvenilSINOPSIS: Que feo es cuando la persona que más ama es la persona más fría del mundo, Que feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Que feo es que tú seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. Vi...