02. Un poco de la vieja yo.

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- ¡Má, llegué!- Grité mientras tiraba mi mochila y zapatos por alguna parte de la cual no me fije estando consciente de que me regañarían por ello, pero la comida estaba primero. Siempre.

- Robbyn, te he dicho millones de veces que no debes gritar al llegar, Jesús. Estoy a unos pasos de ti, no hay que excederse. - Sin prestarle atención a sus regaños, me centré en la comida en las cacerolas, abriéndolas y luego volviéndolas a tapar. Mh, estofado de pollo.

Asqueroso.

Me limité a hacer una mueca de desaprobación, mientras me cruzaba de brazos y hacía un mohín.

- Ah, no me vengas con tus mañas, niña. Ahora mismo vas, te das un baño rápido y bajas a comer con tu familia.

Suspirando de frustración y sin decir palabra alguna, sabiendo que si decía algo quedaría como la malvada del cuento de hadas en el que esta familia simula vivir. Subí las escaleras de dos en dos hacía mi habitación, donde ya adentro, me despojé de mis prendas y me encaminé hacía el baño. Odiaba ir con ropa al baño, no estaba segura de porqué, pero se me hacía sumamente incómodo.

Ya en el baño, abrí la ducha y entré de golpe como acostumbraba, ya que si no lo hacía tardaría años debatiéndome cuando debería por el agua fría. Enjaboné y luego enjuagué todo mi cuerpo, para luego dedicarme a mi cabello. Shampoo y acondicionador. Aplicar, esparcir bien por todo el pelo y luego enjuagar. Repetí las mismas acciones hasta que sentí que ya estaba lo suficientemente limpio.

Me envolví en una toalla, y en otra mi cabello para ir a mi habitación, dejando huellas húmedas en las baldosas blancas. Cerré la puerta con cerrojo como acostumbraba, mientras me dirigía al cajón donde guardaba mi ropa interior, de la cual tomé un conjunto y me lo puse.

Me puse unos pantalones de chándal grises, un tank top negro y mis vans. Até mi cabello en un moño descuidado mientras bajaba las escaleras corriendo. Una vez abajo, encontré a mis padres sentados en la mesa, los cuales me ignoraron de los maravillados que estaban escuchando a Summer hablar de como había resuelto su examen de fin de semestre en menos de diez minutos. Miré hacía el techo levantando los brazos preguntándole a Dios que hice para merecer esto. Unos padres tan manejables, excepto a lo que a mí se refiere.

- ¡Hermanita, ya has bajado!- Su voz extremadamente melosa me hacía querer vomitar, al igual que la forma tan linda en que sus gigantes ojos avellanas parecían sonreír, al igual que cada gesto que hacía.

- Hey, hola.- Saludé intentando no sonar tan secamente como me gustaría, cosa que no se me dio del todo bien por lo visto, ya que la miraba que me lanzaba mi mamá era de reproche total. Le dediqué una mirada de inocencia en respuesta.

Miré a papá quien siempre estaba callado. No es que fuese mudo, sin embargo, no le prestaba demasiada atención a las cosas a su alrededor- A menos que se trate de Summer, claro- miraba un punto fijo de la mesa como acostumbraba. Era un hombro bajo y regordete, pero bastante intimidante. Había servido varios años en las Fuerzas Armadas, por lo que mantenía la típica cabeza raspada como los militares; sus gafas de pasta gruesa reposaban en el puente bajo de su nariz, apunto de deslizarse hacía abajo y entrar a su plato.

Prácticamente era lo contrario a mi mamá, la cual siempre lucía como de esas madres de catálogos hogareños. Su cabello castaño libre de cana alguna,un vestido amarillo pollito de tubo marcaba sus curvas bien mantenidas, y sus tacones de aguja negros puntiagudos terminaban de darle el estilo sofisticado que cualquier mujer a los cuarenta desearía tener.

- ¿Vas a salir hoy?- Le pregunté, señalando su atuendo con el tenedor, intentando desviar la atención de mi plato y lanzar todo a la basura en cuanto no estuvieran mirando.

Heroine. / j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora