Esta semana es de exámenes, lo que significa que el estrés regresará. Tengo una necesidad impulsiva de estudiar hasta que ya no pueda tener los ojos abiertos.
Han pasado algunos días, nada sorprendente. Joseph se ha encargado de que toda la escuela me conozca sin mi consentimiento, pero es algo que ya se veía venir, pues casi siempre estoy a su lado charlando. Si, he llegado a ser una amiga para él, es comprensible que no me quiera soltar sus más oscuros secretos porque apenas me está tomando confianza. Sé que con el tiempo poco a poco llegará a confiar en mi.
Por otro lado con Omar... Todo ha ido bien, no hay problemas entre nosotros y hasta ahora lo hemos llevado bien y con calma. No me molesta haber tomado esa decisión, de hecho, creo que es la mejor decisión que he tomado, perdonarlo me ha quitado un enorme peso de encima, ya no me siento incómoda si estoy cerca de él, ya no hay rencor. Solo me comienza a dar igual su vida.
Aún sigo sin querer tocar aquel tema, por más que Omar me insista. No es como que me interese saber sus pensamientos en el momento en el comenzó este embrollo.
Lo pasado pisado.
Por ahora quiero empezar desde cero, como si nunca nos hubiéramos visto en la vida -aunque ambos nos conocemos más de lo que deberíamos- y pretender que recién nos conocemos. Un nuevo comienzo siempre es bueno.
Mi cabello gotea dejando rastro en el piso de mi baño. Me paso la toalla por mi húmeda melena, trato de secarlo lo más que pueda para después darle una pasada con el cepillo y apresurar mi trabajo con la secadora.
En pocos minutos mi cabello estaba mucho menos húmedo y manejable.
Al colocarme la ropa, mi celular se hizo escuchar, me estaban llamando. Corrí lo más rápido que pude a mi cama en donde éste se encontraba, contesté y noté que seguía con los pies descalzos.
-¿Diga? -contesté.
-Lawson. ¿Estás lista? Llego en 10 minutos. -dice Joseph tranquilo y seguro, sabía que sonreía porque se escuchaba como suspiraba feliz.
-Demonios -susurré-. Olvidé que vendrías por mí. Está bien, te veo en 10. Adiós. -dije con una voz distinta a la mía, esta vez mi voz tenía emoción, normalmente suele ser fría e indiferente, amargada.Él cambia todo en mi, aún es increíble que me hable, después de tantos años de solo imaginarme como seria el hablarle, y... Terminar siendo más que amigos, pero en ese entonces, no éramos amigos, ni mucho menos algo más -aún no somos algo más, que quede claro-.Todo esto pasó de la noche a la mañana, casi por arte de magia, sigo sin comprender como es que con una fiesta me pude hacer notar en él.
-Adiós, linda. -colgó.
Observo con una sonrisa dibujada en mi rostro la pantalla de mi móvil.
De verdad él me gusta demasiado. Sin embargo pienso que solo me ve como una amiga, y estoy casi segura de que no me gustaría ser el remplazo de Madison. ¿O tal vez si? ¿Qué se sentiría ser como ella? Seguro que demasiado bien. Siempre popular, siempre bonita, puede conseguir a los chicos que quiera, en cambio yo soy una chica sin relevancia, sin chiste. Antes de la fiesta nadie me conocía.
Me asusta que esté en un error. Sé que esta no es mi vida, mi vida está destinada a ser una persona enfocada en sus estudios, sin pensar en cosas insignificantes como el amor, o eso es lo que pensaba siempre. Pero soy un humano, es inevitable.
Y Joseph se está convirtiendo en mi insignificancia.
-¡By! -grita Aldrich desde la estancia-. Tu novio a llegado por ti.
Bajo rápidamente las escaleras hasta llegar a la puerta.
-No es mi novio. -le negué a mi hermano.
-Seguro -me guiñó un ojo y dejó un beso en mi frente-. Te veré más tarde en el colegio.Asentí y subí a la Lincoln blanca de Joseph.
-Lawson -me mostró sus perfectos y a
lineados dientes en una sonrisa-. Son las 7 -revisa el reloj de su muñeca-. ¿Tienes hambre?
-Supongo que no. -dije insegura.
-Mientes -me mira serio-. De una forma u otra te llevaré a que comas algo. -me guiña un ojo.Desde muy pequeña no me agrada la idea de que se preocupen por mí, sé que lo hacen porque se supone que deben hacerlo. Aldrich aún lo hace, su terquedad aún lo tiene detrás de mí. Y ahora, está Joseph, que probablemente ahora hace el papel de buen amigo.
Atravesar las calles me recuerda a mi niñez, cuando no me preocupaba nada. Cuando no me preocupaba enamorarme.
Uno tiene su mundo al ser pequeño, pero cuando se crece... Todo cambia sin avisar. Te das cuenta que tu forma de ser, pensar y ver las cosas no son iguales a cómo eran antes. Y el factor principal es el sentimiento que constantemente evoluciona.Solo es algo que pasa y es inevitable.
Joseph es lo que pasa desde hace años por mi cabeza.
Siempre he fantaseado con la idea que desde niños en algún momento ir tomados de la mano. Y ahora estoy sentada en el copiloto de su auto.
El tiempo se agota para mí, estoy apunto de explotar y destruir todo a mi paso. A veces debes dejar que tus emociones salgan, pero sabes que si las sueltas demasiado la unión se romperá y no podrás recuperar aquello perdido. Ahí es cuando todos se aprovechan de tu sensibilidad.
Al llegar a una cafetería, Joseph bajó del auto antes que yo rodeándolo para abrir la puerta. Le doy una mirada de agradecimiento y me ayuda a salir del auto tomando mi mano.
Lo primero que pido a la chica en la barra es un café americano y un emparedado de pavo, mientras que Joseph pide un descafeinado y un pan francés.
-¿Qué pasa? -me muestro confundida debido a la mirada del chico rubio-. ¿Tengo pasta dental?
-Para nada. Solo que eres hermosa. -logró sonrojarme.Coloca un mechón que se encuentra ocultando mi mejilla detrás de mi oreja.
-¿Cómo es que nunca pude conocer tan a fondo a una chica como tú? -da un sorbo a su café-. Sé que eres sería y tímida con quien quieres. Pero no lo eres conmigo, ¿por qué?
La pregunta me tomó desprevenida. No sabía que contestar.
-Es algo que no te puedo decir. No creo que este sea el momento indicado... Y tal vez no lo sea nunca. -bajo la mirada.
-Te gusto -tomó mi mano para entrelazar nuestros dedos-. Deja de ocultarlo -ríe-. Es imposible no darse cuenta que desde hace años me observas en las clases. Finjo que no te miro, pero siempre te observo. Ahora este momento es como la televisión. Tú eres mi programa favorito. Te podría observar durante horas y nunca cansarme.Eso ultimo no me lo esperaba, es algo que simplemente nunca me imaginé que saliera de sus finos labios.
Mi corazón late tan rápido que me cuesta respirar. Siento un ligero cosquilleo en mi espalda que se esparce en todo el cuerpo. Ahora mismo Joseph ha logrado sonrojarme y dejarme indefensa. No sé qué hacer.
-Necesito que me contestes algo. -me mira fijamente a los ojos, sin borrar su hermosa sonrisa del rostro-. Pero la pregunta será luego, ahora come.
Sé que debería de sentir curiosidad, pero el miedo se apodera de mi. No es habitual que un chico te diga que tiene que hacerte una pregunta, tal vez sea algo bueno o seguramente sería capaz de lastimarme, pero aún queda la pregunta, ¿qué quiere que le conteste?
Hay mil preguntas que me puede hacer, pero sólo será una, una que probablemente me asuste.
Sea lo que sea, tendré mis ideas claras.
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Burbujas de Jabón
Teen FictionNada dura para siempre, todo es momentáneo, así como las burbujas de jabón; un instante viven, fluyen, pero de un momento a otro, todo termina. Algo pasará si vuelves a meter la brocha. Un nuevo comienzo.