Un, dos, tres, ¡Ay!
Repito. Un, dos, tres, giro y...
Me equivoco. Ocho, nueve y vuelta ¡bah lo dejo!Me siento frustrada en la mesa del escritorio, con el pelo recogido y me tapo la cara con el brazo. Imposible. No puedo aprender a bailar en menos de 2 horas.
Sé más de 4 idiomas diferentes, toda las asignaturas de varias carreras, informática, arte; pero a mis padres no se les ocurrió la idea de enseñarme a bailar. ¡Para qué, si nunca iba a salir de casa! Tengo las bases teóricas pero no entiendo el ritmo, las caderas no se mueven al unísono que la canción y parezco un pato mareado. Mi madre lo ve como una misión imposible pero yo sigo intentándolo. Si tuviera vecinos abajo ya se hubieran quejado.
Pterseo ha dicho que al ser la única que se va a graduar hoy, tiene que hacer algo especial para mí. Él lo hará dentro de unos cuantos meses igual que sus compañeros. Me da vergüenza hacerlo a destiempo, pero mi familia lo prefiere; cuanto antes haga este paripe, y antes trabajaré con mi padre. Así que estoy nerviosa, mi primera fiesta con Pterseo.
— ¡Estás hermosa cariño!
Me sonrojo un poco y dejo el vestido en la silla.
—Tu padre y yo queríamos darte esto cuando estuvieras preparada y creo que ha llegado este día. Melie, nuestra pequeña Melie, te hemos cuidado como hemos podido con nuestros errores y fallos; pero todo lo hemos hecho por ti y tu seguridad.
Me da una horquilla con una flor en la mano. La recojo confundida y asiento.
—¿Papá?
Mi madre baja la mirada entristecida y me recoge el pelo detrás de la oreja. La quito la mano y salto: —¡¿No ha venido ni vendrá, verdad?! Está más preocupado en sus investigaciones que en su propia hija.—
—Eso no es cierto. Si supieras que está haciendo...
—¡Dímelo! Estoy harta de secretos, todo el mundo tiene secretos y me doy cuenta que eso destruye al mundo y a las personas. No puedo tener una amiga 100% porque nunca la podré contar mis secretos. Y no es justo para ellas como para mí.
—Ahora eres joven pero algún día entenderás porqué hacemos cada cosa y nos comprenderás.
Le doy la espalda cuando sale de mi habitación. Cierro los ojos, me limpio las gafas de sol y intento poner una sonrisa a una cara de enfado. Hoy es mi día.
Cuando termino me miro al espejo y casi no me reconozco. En apariencia soy la misma, el pelo recogido en un moño bajo con una pequeña trenza que me recorre todo el lateral izquierdo. El vestido es sencillo pero con clase, que me da el toque justo que necesito. Un color azul verdoso claro con unos pequeños volantes en la parte de abajo y el escote en forma de pico de corazón. A juego tengo un cinto dorado y unos zapatos dorados de tacón. Pero yo he cambiado, no sé como explicarlo pero es una sensación extraña que hay en mi interior que quiere salir.
Jimena y los demás chicos me van a esperar en el colegio. En cambio, Pterseo quería recogerme pero le he obligado a ir con ellos; para que cuando me vea se quede deslumbrado. Así que con los nervios a flor de piel bajo las escaleras y abro la puerta de casa.
— ¡Mamá, me voy!
Desde la puerta de la cocina, me mira desolada pero no se atreve a acercarse a mí. No llevo la horquilla que me ha regalado, quiero que sepa que no soy una simple muñeca que pueda hacer con ella lo que quiera. Yo también quiero decidir, y no sólo mi vida sino mis decisiones.
—Diviértete mucho.
Ojalá mi padre estuviera aquí, pero no puede, no quiere. La confianza que una vez tuvimos se está perdiendo como la espuma. Todavía me acuerdo cuando rompí mi primer juguete y él en vez de decir palabras vacías como habría hecho cualquier otro padre; me abrazó y me susurro: — ¿Y si hacemos nuestro propio juguete? Uno único para la persona más única del mundo.—
Muevo la cabeza para despejar la mente y pienso en mi graduación. Hoy es mi último día como una persona a la merced de mi familia, de ahora en adelante podré decidir por mi misma. Y lo primero es hablar con mi padre y decirle que no quiero trabajar con él.
En la calle está todo vacío solo se oye los perros del vecino, pero hay una limusina en la puerta. Al principio me parece extraño, pero entonces me doy cuenta que habrá sido Pterseo. Sonrió para mí con suficiencia y me acerco a paso rápido.
La puerta se abre cuando estoy a pocos metros, pero algo de mí me dice que espere y eso hago. Los minutos pasan y no ocurre nada, nadie me llama ni sale. Cuando voy a girarme, una bolsa negra me tapa la cabeza y me empuja hacia el coche con presión.
—¡Ahh!— grito.
Intento darle patadas por detrás, pero con un codazo me da en las costillas y caigo sobre el frío asiento de cuero de la limusina. Por unos segundos estoy adormilada y entumecida, quiero gritar pero no me salen las palabras. No puede ocurrir, en los cuentos todo termina en un baile. Necesito ir al baile. Esto debe ser una broma, una broma de mal gusto.
—¡Ayuda por favor! —consigo decir sin voz.
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Eterno Poder ©
FantasyMelanie, una joven de 17 años que esconde un oscuro secreto. Si lo descubren las personas equivocadas, la antigua leyenda griega resurgirá y nadie estará a salvo de su mirada. Durante este tiempo, Melanie descubrirá cosas que nunca ha conocido ni s...