Dejanos en paz.

12 1 0
                                    


Sam

Explosión... qué podría ser?, mi curiosidad invadía toda mi mente, me levanté de la cama, Alejandro y Christian igual, por otra parte, la familia de Frank ya estaban mirando por la ventana a ver que ocurría. Yo imité esta acción, lo bueno era que la posivión de la casa se podía ver perfectamente la puerta de metal y las torres de defensa de la ciudad.

Se veía claramente que a las afueras de la ciudad destellos de luz, también se escuchaban las sirenas, sentía la misma sensación que en Los Angeles, ese pánico por no saber que está pasando, pero esta vez, tenía una remota idea. La gente salía de las casas, la familia Rojas bajaron a la sala y todos juntos salimos, los carros policiales no demoraban en llegar diciendo que entraramos a las respectivas casas, que todo estaba bien, no le crei un pelo, así que les dije a todos que subieramos a una colina que quedaba cerca para visualizar mejor esa escena, nos escabullimos de la gauardia en la oscura y fría noche, demoramos unos minutos en llegar, la subida era muy tediosa pero al final lo logramos, se veía como los infectados querían traspasar la fortaleza, ¡ era increíble la cantidad de esas cosas !, casi todo el puente Golden Gate, pero los militares no lo pensaban dos veces, usaban todo lo que tenían para pider acabarlos, todo su armamento. Nos sentamos en aquella cima, contemplando semejante espectáculo, como si fuera el mismísimo cuatro (4) de Julio.

Al terminar, se veía como bajaban las torretas de las torres, todas las casas estaban encendidas, tuvimos que bajar a la vivienda, por que si algún guardia nos encuentra aquí, nos hecharía de la ciudad sin dudarlo, y no queremos eso en este momento.

Por fin habíamos llegado ahí, y pudimos descansar, cuándo estas cosas nos podrán dejar en paz?, quién sabe cuántas cosas de esas deben estar merodeando por allá afuera, ojalá se acabara todo esto pronto.

Alejandro

Desperté después de una larga noche, recordando el ataque de ayer, sacudí mi cabeza y coloque mis manos en mi cara tratando de olvidar esa horrible escena, no sé cuánto más podría aguantar viviendo esto.

Era hora de irnos a "nuestra" casa, pero, esta vez con dos menos integrantes, aunque, podríamos vernos de igual manera, ahora sería adaptarse a este estilo de vida, sin televisión, celular, computador, internet.... para un adolescente como yo es bastante difícil acostumbrarse a esto, pero en fin de cuentas, nos acostumbramos a esto, además que, en un país super consumista como este, es normal que sea así, o bueno, haya sido así.

El día estaba soleado, y el cielo bastante azul, una brisa sutil y muy refrescante, salí con mi padre y mi tio al jardín, cojimos un balón de fútbol y empezamos a jugar, nos la pasabamos muy bien, me hacia recordar viejos tiempos..

"Vamos campeón tu puedes, no te rindas."

Recuerdos que mi padre me decía cada vez que no podía seguir en un partido, o simplemente me decia a mi mismo que no podía en los entrenamientos.

"No es grande aquel que nunca falla, sino el que nunca se da por vencido."

Frases tras frases de mi padre recordaba, me sentía muy alegre en ese momento, por un momento olvidé en la realidad en que estábamos y pude volver a disfrutar la calma, en compañía de la persona que más amo en este mundo.

"Todo dolor tiene su recompensa y lo que un día te hizo sufrir, hoy te hará sonreír."

Deje el balón a un lado y fui a abrazar a mi padre, el era mi hombro donde llorar, la persona que daría la vida por mí, la única persona que me amaría y me apoyaría sin importar que.

- Y eso por que fue?. - Dijo con una sútil risa correspondiendo mi abrazo.

- Te amo papá, hace tiempo que no te lo decía, creo que hemos estados distanciados meses atrás por tu trabajo y mis cosas, en ese mento nos alejamos un poco, pero ahora estamos unidos y eso es lo que importa.

Al terminar de decir lo que tenía guardado desde hace ya tiempo, el me miro con felicidad, se le podía ver ese brillo especial en sus ojos, eso me hacia feliz.

Nos la pasamos unos minutos ya, hasta que estábamos tan casados que no podíamos más, necesitaba urgente un vaso de agua, así que deje a todo el grupo en el jardín y me dirigí a la cocina, tomé un vaso de vidrio de la alacena y lo llene de ese preciado liquido, pero, por alguna razón, me sentí débil, provocando que soltase el vaso de agua, cayendo al piso, rompiendose y los pedazos de vidrio incrustandose en mi pie, dolía horriblemente, escuche la puerta de la cocina abrirse, así que dirigí mi vista allí a ver de quien se trataba, no era nadie más ni nadie menos que María.

- ¡ Por Dios !, qué pasó?. - dijo ella exaltada.

- Me sentí débil, así que solté el vaso y me corté, podrías ayudarme?. - respondí con una mueca de dolor, me sentía estúpido, como me pudo pasar esto, es que soy tonto.

Asintió con la cabeza y coloco su brazo por debajo de mi axila recorriendo toda mi espalda, recorrimos lentente la casa hasta llegar al baño, por el recorrido, en la puerta de la sala de estar, vi como todos me miraban preocupado, mi padre se acerco, ayudandome y me colocó en la taza del inodoro, cogió el botiquin de emergencia, sacó de allí agua oxigenada y vendas. Procedió a cojer un paño bañado en agua oxigenada, sabía que me iba a arder como mil demonios, así que enrollé la toalla y la mordí para aguantar el dolor, ¡ ardía muchísimo !, el peor dolor que he experimentado, ya me había cortado antes, pero esta vez son más cortadas y pues claramente ardía el triple, envolvió mi pie con la venda, que descanso pude sentir en ese momento, me ayudó a subir con la ayuda de María a mi habitación dejandonos solos y diciendo que descansara.

- Gracias por ayudarme. - dije con una sonrisa en mi rostro.

- No hay por qué, sabes que cuentas mi ayuda para lo que sea. - respondió ella.

- No he tenido tiempo de fijarme lo linda y tierna que eres. - No sé por que dije eso, quizás la perdida de sangre me tenía delirando o algo, pero se notaba que mi comentario fue positivo, se empezaba a ruborizar.

- Tu también eres muy guapo. - Me sorprendió su comentario. Al cabo de decir eso, por inercia nos fuimos acercando lentamente, hasta que, nuestros labios se unieron, se sentían tan bien, eran dulces, suaves, sencillamente perfectos, nos separamos por falta de aire, los dos nos miramos, sabíamos que nos gustabamos, solo era tiempo para que se diera la oportunidad, quizá... al final... si pueda querer de nuevo.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora