Prólogo.

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Otro día más, un nuevo combate. Ésta noche tengo que combatir con el mejor boxeador de todo Los Ángeles y la verdad, estoy bastante nervioso. Nunca antes había combatido con alguien tan fuerte. Guantes, vendas, protector bucal, pantalones, botines deportivos, un par de barritas energéticas y ropa de recambio, todo en la bolsa deportiva. Me aventuro a salir con el corazón en el pecho. Busco mi coche con la mirada y ahí está mi coche un todo terreno negro, no me puedo quejar de coche ya que gano bastante dinero, monto y empiezo a conducir sumergido en mis pensamientos.

El tiempo era revoltoso al igual que los sentimientos del chico de ojos verdes además, todo estaba oscuro como el alma de Harry. Harry es un chico lleno de inseguridades, temores y tristeza pero él esconde todos sus sentimientos a cualquier persona ajena a él y por eso se le hace raro conseguir amigos fácilmente. El chico de cabellos rizados se pregunta cada noche si de verdad conseguirá a alguien que le quiera como es.

Comencé a observar todos los coches que había aparcados en el aparcamiento principal del pabellón "Los Ángeles Memorial Sport Arena" había coches bastante menos lujosos que el mío. Decidí ir a la parte trasera del pabellón y allí estaba todo vacío así que aparqué en un lado del aparcamiento. Salí de mi coche y un escalofrío me recorrió por toda la columna ya que el frío es terrible en febrero, de todas formas caminé a la entrada de los vestuarios que por supuesto tenía llave, la saqué y abrí la fría puerta. Se oían los gritos de el público desde aquí dentro y eso me asusta porque no me imagino a tantos espectadores ya que mi idea es mínima. Saco todo lo preparado de la bolsa y me comienzo a vestir, pantalones deportivos y el pecho lleno de tinta al descubierto, un moño en la parte trasera de mi cabeza, mi cabello es demasiado largo, cojo la bolsa con las pocas cosas que me quedan. Me adentro en la pista y pánico me recorre por el cuerpo y me quedo sin respiración, caigo en la cuenta de que hay unas...¿50.000 personas? Las manos me empiezan a sudar y doy pasos hasta el cuadrilátero por inercia, una cara conocida se posa delante mía, mi amigo Darren y su peculiar sonrisa pero esta vez prefiero pasar por su lado sin hacer ningún comentario porque temo fallar al esconder que estoy nervioso. Paso las cuerdas del cuadrilátero y me siento en mi silla observando con atención a mi alrededor y mi vista cae en las edecanes, todas esas mujeres son realmente guapas y tienen un buen físico pero yo sólo me fijo en una chica; bajita, pelo negro y piel pálida, parecía realmente nerviosa y aturdida con sus carteles de números. Sus ojos se juntaron con los míos y retiré la mirada rápidamente, negué con la cabeza.


Stockholm Syndrome | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora