Un pie, otro pie, un paso más. Se decía mientras avanzaba por el pasillo blanco de aquel lugar, con su guitarra colgando dentro de su estuche negro sobre su hombro.
A penas se había desocupado de su última hora laboral del día había entrado al ascensor y esperado por los tres niveles que tenía que subir, había caminado por los pasillos adecuados con una sola pregunta en su cabeza ¿Cuánto tiempo?
Se detuvo frente a una puerta, 27B, sintiendo como la yema de sus dedos vibraba gracias a su pulso acelerado, sintiendo su garganta seca y el ligero temblor de sus piernas. Quería correr lejos de ese lugar, quería evitarlo, pero sabía que huir no ayudaría en nada. Dejó escapar un largo suspiro y dio el último paso que necesitaba para entrar de una vez por todas; justo cuando su mano tocó el picaporte, la puerta se abrió y de ella salió el doctor Carter. Él era un hombre anciano, o lo suficientemente canoso para ser considerado como uno, tenía gafas de media luna que colgaban en la punta de su nariz y su bata siempre se veía perfectamente lisa; aunque eso era de esperarse del jefe de oncólogos de aquel hospital.
El doctor le brindó una sonrisa cautelosa y colocó su mano sobre el hombro de ella.
Malas noticias supo de inmediato ella y su garganta, para su sorpresa, se secó aún más de lo que ya estaba. Se aferró cuanto pudo al cordón que mantenía su guitarra colgada en su hombro. No sabía si eran más las ganas de llorar, o la necesidad de gritar.
"Creo que deberías de entrar" dijo el oncólogo con calma.
"¿Cuánto tiempo?" se atrevió a preguntar en voz alta, arrepintiéndose de inmediato por el miedo de escuchar aquella pregunta.
"Dos semanas" informó el oncólogo sin inmutarse ante aquellas palabras.
Dos semanas, hizo eco en el interior de su cerebro mientras sus ojos reaccionaban solos ante aquella noticia Dos semanas. Sintió como el doctor presionaba suavemente su hombro tratando de transmitirle la calma que él tenía. Había que ser profesional, ella lo sabía, él oncólogo lo estaba siendo... pero no podía, no esta vez.
El oncólogo se retiró de inmediato, meneando su cabeza de un lado a otro, a pesar de los años que llevaba en aquella profesión, aquellos casos seguían haciendo estragos su mente; pero era profesional, y no iba a dejar que sus colegas pensaran que era débil.
Ella, en cambio, se limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas e tomo varias bocanadas de aire. Tenía que verse normal, tenía que ser fuerte por todos, por ella, porque al menos tenía que tener las mejores dos semanas de su vida.
Y con esa idea en la cabeza, abrió la puerta.
"¡Camila!" grito de inmediato la pequeña "Creí que no ibas a venir"
Quiso decirle que no se apartaría de ella jamás, que no podía dejar de ir a visitarla, que no había nada mejor en el mundo que estar a su lado esas últimas dos semanas.
"Por supuesto que sí" contesto en lugar de sus pensamientos "Me entretuve con una canción"
Camila volteó a ver a la madre de la pequeña chica que reposaba sobre la incómoda cama de hospital. Sus ojos estaban hinchados, como lo imagino desde el principio, sabía que no había podido derramar una sola lágrima, no lo había hecho nunca en presencia de la pequeña Beth.
Camila Cabello había empleado los últimos cuatro años de su vida trabajando como voluntaria en un hospital en la ciudad de Los Ángeles. Acudía casi todos los días con su guitarra café colgada sobre el hombro y cantaba algunas canciones a los grupos de niños que tenían algún tipo de enfermad, desde una simple gripe hasta el más agresivo de los cáncer. Desde que su grupo musical femenino "Fifth Harmony" se separo después de su segundo álbum, ella había renunciado a los escenarios, pero jamás a la música. Por las noches, antes de ir a dormir, empleaba sus últimos momentos del día a escribir algunas de las mejores canciones que sonaban en la radio en ese momento.
Cuatro largos años en los que no había vuelto a ver a alguna de sus compañeras del grupo, ninguna había seguido en el mundo del espectáculo.
La decisión de la inminente separación la habían tomado las cinco juntas después del fracaso de su segundo álbum; después de las cientos de peleas entre ellas. Un último concierto, una última canción, un adiós que se dijeron en silencio y dejaron al olvido. Nunca volvieron a reunirse, ni siquiera a llamarse. Y Fifth Harmony pronto pasó a ser un simple recuerdo en la memoria de Camila, y de sus seguidores.
Beth había sido diagnosticada con Leucemia dieciocho meses atrás, a sus cortos nueve años de vida. Camila se encontró con Rebecca, la madre de Beth, en el sanitario femenino mientras lloraba a escondidas de su hija.
Recordar aquel momento cuando conoció por primera vez a la pequeña chica frente a ella hizo que perdiera el control. Dejó caer su guitarra al piso sin importarle si podría dañarse y se aproximó a tomar la mano de la niña.
¿Qué se dice en estos momentos? Se preguntaba Camila acariciando la mano de Beth.
"¡Oh, Beth!" gimió Camila ocultando su rostro entre las sábanas de la cama "Lo siento, lo siento mucho".
Rebecca se mantuvo firme en su lugar, apartando la mirada de la escena que la compositora estaba haciendo. Ella no podía perder el autocontrol frente a su hija, alguien tenía que ser fuerte y mantener la esperanza de vida. Todo podía pasar en dos semanas, incluso que su hija se salvase por un milagro; aunque no creía en milagros, y Beth tampoco.
Camila seguía gimiendo aferrándose a la mano de aquella niña que merecía muchos más años de vida.
"Hay... hay algo" intentaba hablar Camila aunque el nudo que se había formado en su garganta se lo impedía "Algo que pueda hacer...¿Para ti?".
"Sí" contesto de inmediato la niña con una gran sonrisa dibujada en el rostro.
Camila sorbió un poco los mocos que habían comenzado a escurrir por sus fosas nasales, y limpió con la palma de su mano libre las lágrimas acumuladas en sus ojos.
"¿Qué es?" preguntó levantando la vista para encontrarse con los ojos azules de Beth y aquella sonrisa.
"Fifth Harmony" anunció la chica, que después de todo, sí creía en milagros.
"¡Oh, no, no, no" contesto Camila negando con la cabeza y dando un paso hacia atrás que la obligo a soltar la frágil mano de Beth "Puedo traerte a Taylor Swift o tal vez consiga convencer a Lady Gaga o a Madonna ¿No te gusta alguna de ellas? Estoy segura que sí".
Beth negó con la cabeza creyendo firmemente en aquel milagro, un milagro que era mucho más difícil de conseguir que la prueba de que Dios existía o descubrir el verdadero origen del universo, era aún más difícil que comprobar la vida en el resto de los planetas... ¡Era reunir a Fifth Harmony!
"¿Qué tal Maryl Streep?" insistió Camila "Tal vez pueda hacernos alguna interpretación de Mamma Mia, o algo así"
Beth volvió a negar con la cabeza. Ni siquiera el mismísimo, y revivido, Michael Jackson iba a hacerla cambiar de opinión. Fifth harmony era todo lo que aquella chica de diez años deseaba con su corazón.
Fifth Harmony.
Camila dejó escapar un suspiro derrotada, tal vez no había hablado con las chicas desde tanto tiempo atrás, pero tal vez podía hacer un esfuerzo por complacer a Beth, un último deseo antes de morir.
"Lo intentaré, pero no puedo asegurarlo" dijo ella tomando su guitarra del piso "Si decides que reunir a One Direction es mejor, cuenta con ello. Incluso podríamos traer a N'Sync".
Beth volvió a negar con la cabeza, su último deseo no estaba en discusión.
Camila asintió con la cabeza y comenzó a sacar su guitarra de su estuche negro, mientras en su cabeza flotaban algunas posibles ideas para poder reunir a las chicas; pero ¿Lo lograría? No podía evitar preguntarse mientras rasgaba las cuerdas de su guitarra con el primer acorde.
Fifth Harmony tenía que volver, al menos por un día... antes de dos semanas.
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Better together - CAMREN
FanfictionFifth Harmony tenía que volver, al menos por un día... antes de dos semanas.