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Normani nunca había manejado tantas horas en su vida, pero no había resultado fan difícil como lo había imaginado esa misma mañana en el motel del pueblo donde vivía Dinah. Su trasero y espalda le dolían, pero sabía que podría soportarlo por un rato más, le daría el tiempo necesario a Dinah para descansar.

Con el hermoso anochecer acompañándola y los leves ronquidos de sus dos compañeras siguió su camino.

No era difícil para Normani saber que era aquello que la había motivado a aceptar volver al grupo que habían terminado años atrás, extrañaba a sus amigas, las había necesitado en muchos momentos a lo largo de esos cuatro años, pero sólo hasta que Camila no se hizo presente en su oficina se dio cuenta de aquello. Las cinco juntas habían sido una maravilla, habían pasado los mejores años de su vida soñando con llegar lejos, soñando con conocer artistas que admiraban desde pequeñas, soñando con amar a sus fans y ser las mejores cantantes para ellos; pero antes de que se dieran cuenta las cosas habían cambiado, la convivencia se había convertido en otra cosa y los problemas y las malas decisiones no habían tardado en aparecer.

Ahora era una locura creer que podrían volver, reunir a las integrantes que aceptaran, cantar sus antiguas canciones para una niña desahuciada y después volver cada una a su vida, a su vida real lejos de las demás.

La morena nunca había tenido ningún problema con sus compañeras, se había convertido en la mejor amiga de Dinah, la confidente de Lauren, la maestra de Ally y la comediante de Camila en los cuatro años que había durado el grupo; ahora, cuatro años después a penas si podía preguntarle a Dinah por su familia, o a Camila por su trabajo.

Soltó un suspiro que tenía atascado en su garganta desde que el viaje había iniciado, quería llorar y quería gritar, quería regresar el tiempo y no aceptar la separación, quería volver a sentir a su familia, quería volver a ver a su abuela...

Dos años atrás la familia de la morena había sufrido una gran pérdida, habían sepultado a su hermosa abuela que siempre la apoyó e impulso a seguir sus sueños, y no hubo nadie de su segunda familia sosteniendo su mano mientras sufría en silencio. Las había odiado por un tiempo, se había prometido que jamás volvería a hablarles ni a verlas por no haber estado ahí, se había convencido de que al menos les escupiría en el rostro en cuanto las viera; pero Camila había llegado y, tal vez gracias al efecto del alcohol, Normani sólo había deseado abrazarla y pedirle que jamás se fuese de su vida.

El GPS marcaba que pronto llegarían a Deming, Nuevo México. Estarían solo a nueve horas de Camino para encontrar a la mayor de todas. Normani llevaba 4 horas y media conduciendo, sabía que pronto tendría que cambiar con Dinah para que la más alta condujera, pero quería esperar un poco más, un poco hasta que sus párpados le pidieran a gritos que durmiese.

Volteó a ver a Dinah dormida en el asiento del copiloto, a Camila por el retrovisor en el asiento trasero y volvió a dejar escapar un suspiro. Tal vez Normani quería tener a las chicas de vuelta, pero una parte de ella no podía olvidar lo que sucedió cuatro años atrás. El recuerdo aún le producía un terrible dolor en el estomago, le provocaba querer regresar por donde habían venido.

El freeway número diez no estaba muy lleno como solían estar los caminos de Los Ángeles, había algunos carros circulando a gran velocidad mientras iluminaban el camino con los faros del frente. Sólo nuevo horas más y estarían en la ciudad donde tantas veces antes habían cantado juntas, donde la mayor de ellas cinco había sido la mujer más feliz del mundo. Siguió conduciendo en silencio, con sólo el sonido de sus pensamientos acompañándola en aquel viaje, con sus compañeras dormidas y su corazón latiendo a gran velocidad cada vez que terminaba de convencerse de que era real, era tan real que parecía irreal que ellas estuviesen atravesando todo el país por reunirse una vez más con ellas.

Sus párpados comenzaron a pesar demasiado, su trasero estaba entumido y su espalda dolía, el letrero de la próxima ciudad a unos cuantos kilómetros se hizo presente en el camino y la morena sabía que había llegado su momento de descansar... y de utilizar un sanitario.

Diez minutos después Normani tomó la salida en la ciudad de Las Cruces, aún en Nuevo México, y sigo por la avenida hasta que encontró un starbucks donde se estacionó.
Extrañaba el sabor de un, muy necesitado, café y no sabía cuando sería la siguiente para conseguir uno.

"Chicas" dijo Normani lentamente después de estacionarse en el starbucks "Chicas..."

"Deja de joder" fue lo único que la más alta pudo decir y se acomodó más en el asiento recostado.

Camila abrió los ojos lentamente y se incorporó sobre su asiento volteando a ver a todos lados sin poder recordar en dónde se encontraba.

"¿Qué sucede?" Preguntó volteando a ver a Normani.

"Estoy jodida" confesó la morena "Tengo que ir al baño y voy por un americano... con doble shot."

Camila asintió con la cabeza y movió su cuerpo lentamente para que sus piernas no estuviesen debajo del asiento recostado de Dinah y poder salir del automóvil.

"¡Dinah!" Gritó de pronto la morena provocando que sus dos ex compañeras dieran un brinco por aquella acción.

La más alta se incorporó de inmediato en el asiento completamente confundida y asustada. Volteó a ver a la morena y golpeó su brazo con fuerza.

"¿Qué demonios te sucede?" Preguntó volviendo a recostarse en el asiento "¿Por qué siempre tienes que gritarme?"

Normani se aguanto una pequeña risita, en realidad sabía que no era necesario gritarle a la más alta, pero era algo que siempre había disfrutado, era increíblemente divertido ver la cara de Dinah con el ceño fruncido y la cuñada rígida.

"Es la única parada al baño" anunció Camila "Y tal vez necesitas beber algo más que sólo alcohol"

Dinah rodó los ojos.

"En realidad sólo necesito alcohol" murmuró entre dientes la Polinesia.

"Vamos" dijo Normani bajando del automóvil de Camila "Yo te compro el café"

Normani y Camila cerraron la superaras del auto y caminaron hacia el establecimiento dejando a Dinah sola por unos segundos antes de que soltara un pequeño gruñido derrotada y bajó del automóvil. La verdad es que le urgía utilizar el sanitario y un café no le haría mucho mal para sanar su pequeña resaca.

Sólo con oler el increíble y hermoso aroma de la cafetería Normani sintió como su cuerpo entumido se reconfortaba. Supuso que después de tomar el primer trago tendría energía para conducir por un par de horas más antes de pasarle el volante a la más alta de las tres.

Dinah caminó directo al sanitario sabiendo que la morena se encargaría de conseguirle el café que más le gustaba, o al menos tenía la esperanza de que aún recordará como solía pedir el café; después de tantos años que habían pasado juntas, tantas salidas a comer, a los bares y tantas veces que habían mandado pedir un café antes de cualquier presentación, deseaba que la morena lo siguiera recordando.

Para la morena no resultó difícil recordar el café de Dinah, había pedido por ella miles de veces a lo largo de los cuatro años y medio que duró el grupo; además, no era difícil recordar cómo pedir un espresso americano con doble shot, porque en realidad eso era exactamente lo que ella se había acostumbrado a pedir los cuatro años que no estuvo con la Polinesia.

Camila ordenó lo mismo de siempre, un caramel Macchiato, y después se dirigió al sanitario. La Polinesia estaba lavándose la cara cuando Camila entró y caminó hasta uno de los cubículos, cuando estaban en el auto no se había dado cuenta de la gran necesidad de ir al baño que tenía realmente, pero era obvio que después de nueve horas sería necesario.

Ese era el final del tercer día de camino, ellas tres en un starbucks sabiendo que aún faltaban una buena cantidad de horas para llegar a su siguiente destino, a la siguiente integrante que el mundo necesitaba.

Fifth Harmony tenía que volver en menos de diez días.

Better together - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora