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¿Cuánto tiempo llevaba ahí sentada? Lo ignoraba. No había podido detener el golpeteo que sus dedos estaban haciendo en el volante de su automóvil.

¿Cómo?

¿Qué tenía que hacer? ¿Qué tanto podía hacer?

Era otoño en Los Ángeles, las hojas de los arboles estaban amarillas, naranjas. Podía oler el riquísimo aroma del Pumpkin Latte que cada Starbucks de cada esquina les ofrecía a sus clientes. Se resistió las ganas de ir a conseguir uno para ella misma, tal vez un poco de cafeína ayudaría a su sistema a trabajar, tal vez era lo que su cerebro necesitaba para comenzar a trabajar.

¿Fifth Harmony?

Ni siquiera tenía claro la razón por la cual se habían separado de aquella manera, la razón por la que jamás volvieron a buscarse o a encontrarse por casualidad y ahora tenía que localizarlas a todas y convencerlas de viajar hasta Los Ángeles sólo para ver a una pequeña chica con Laucemia.

¿Dónde tenía que comenzar a buscar?

Sacó su celular de su bolso, realmente lo usaba muy poco ahora que era una persona detrás del arte y no una celebridad, ahora no había alocados fans tratando de conseguir que ella los siguiese en las redes sociales. Ahora sólo usaba su celular para llamar y mandar mensajes.

¿A quién había que llamar?

Buscó en su agenda los nombres de sus ex compañeras de grupo. Posiblemente Ally aún conservaba su número, tal vez Normani también.

¿Jared seguía siendo manager de algunas celebridades? ¿Seguiría en contacto con el resto de las chicas?

Estaba a punto de presionar la tecla de verde que conectaría su línea con la de aquel antiguo número, cuando una mejor idea le pasó por la cabeza.

Había escuchado rumores sobre Normani Koderi y un estudio de danza en esa misma ciudad. Tal vez internet la podría ayudar a localizar el lugar y visitar a la, ahora, bailarina ahí; eso era mejor que una incómoda llamada telefónica con explicaciones vagas sobre Beth y como había rechazado reunir a One Direction.

Bajo de su automóvil con el corazón latiendo rápidamente, incluso se había olvidado del Pumpkin Latte.

Una parte de la que había ganado con las ventas de los álbumes y las entradas de los conciertos del grupo, lo había empleado para conseguir un bonito departamento en aquella ciudad, la otra parte... Camila Cabello aún tenía secretos para los que el mundo no estaba preparado.

Abrió rápidamente la puerta de su hogar y se aproximo a la cocina, donde por supuesto estaba su computadora de escritorio, porque Camila sólo podía trabajar rodeada de comida; así que había ahorrado en la decoración de un estudio y sólo había conseguido un viejo escritorio en una tienda de antigüedades, y enchufado el aparato eléctrico junto con el refrigerador.

Y como era Camila Cabello, y las mejores idead siempre las tenía mientras masticaba, saco una pizza empaquetada y en un abrir y cerrar de ojos la abrió para introducirla en el microondas.

Normani Kordei, escribió en el buscador de su navegador mientras escuchaba como su pizza era calentada en aquel artefacto mágico que le solucionaba la vida a la compositora.

El pequeño dolor en su pecho fue rápido, sólo duró un instante cuando frente a ella aparecieron las imágenes de cuando tenía quince años y era la participante de The X factor, o cuando tenía 17 y se aventuraron a su primera gira, o a sus 18 donde el mundo creía que ella se esforzaba por ser una idiota con todo el mundo a su alrededor. Imágenes de sus compañeras, de sus presentaciones, imágenes de ellas con bananas y los recuerdos de sus discos de platino, que aún guardaba algunos debajo de su cama porque ya no eran importantes.

Sólo en ese momento, sólo cuatro años después se dio cuenta de que en realidad había sido feliz compartiendo con ellas, en realidad había amado a cada fan que había conocido y en realidad había comido más bananas en un par de años que en el resto de su vida.

No era de esperarse que frente a ella aparecieran los cientos de imágenes en las que aparecía ella besando a Lauren, falsas, todas falsas. Rodó los ojos recordando las historias que había leído escondida en su habitación de hotel o en el autobús de la gira. Las había leído todas, aunque no se imaginaba a ellas dos... para ella, aquella Camila se parecía más a Emma Watson toda súper poderosa, porque ella jamás podría ser una modelo a punto de casarse, o una estudiante de intercambio, una futbolista de las ligas mayores, y estaba segura que jamás habría sobrevivido a un accidente de auto como ese. Y aquella Lauren a veces se parecía un poco a un chico en realidad, siempre la tenían que poner demasiado masculina. Y Lauren odiaba eso, odiaba siempre ser vista como una chica con problemas de drogas, de alcohol o de chicas.

Lauren había odiado todo.

Desde los vestuarios, los bailes y la mayoría de las canciones. Las chicas sabían que hacía eso por apoyarlas, por no dejar que el grupo terminara... pero cuando el segundo álbum falló, nadie pudo hacer nada más que darle la razón a Lauren y decir adiós. Tal vez si hubieran seguido los consejos de la ojiverde el grupo hubiese durado aún más. Tal vez los fans no se hubieran aburrido de ellas, de ella, de Camila y sus bananas.

Se volvió a colocar en el buscador y escribió Normani Kordei, academia de danza porque seguramente así podría encontrarla.

Y tenía razón.

De inmediato apareció la dirección de aquella academia en la que la morena había invertido lo que ganó gracias al grupo.

Ahí estaba, la primera de las cuatro chicas. Una academia de baile que no estaba muy lejos de su hogar, pero no sabía que diría.

Juntemos a Fifth Harmony para hacer feliz a una niña desahuciada sonaba demasiado pequeño para crear aquel milagro, un milagro después de cuatro años.

Sacó su pizza del microondas con la gran habilidad que cada día de su vida, por los últimos cuatro años, le había brindado, porque era su gran secreto. Una, dos, tres rebanadas después, Camila seguía pensando como podría hacer aquello.

Sin duda, no podía hacerlo por teléfono, tal vez la idea de un fax era buena, pero ya nadie usaba fax en esos días ¿Un correo electrónico? Camila ni siquiera tenía uno ahora.

Eso era todo, no tenía más escapatoria. Beth sólo tenía un par de semanas con vida y lo único que había pedido antes de aquella desgracia era tener a Fifth Harmony reunidas. Había rechazado a Taylor, a Madonna, rechazó el reencuentro de One Direction y a la misma, y maravillosa, nueva reina del pop Lady Gaga.

Tomó las llaves de su auto y se puso en marcha, tenía que resolver aquello lo antes posible, y en su lugar cada segundo valía la pena. Igual, tenía un camino de veinte minutos para pensar en un buen discurso para la mismísima, Normani Koderi.

Better together - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora