1. Solo

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David subía en bicicleta por la colina que llevaba a su casa. Se estremeció, era un gélido viernes de noviembre y la nieve abundaba en las calles de la ciudad.
Llegó al final de la cuesta y aparcó la bicicleta en el garaje, deseoso de tomarse un buen tazón de sopa acurrucado frente a la chimenea de su hogar. Entró en casa.
-¡Hola a todos!-gritó.-¡Ya estoy aquí!
Le sorprendio no recibir respuesta.
-¿Hola? ¿Hay alguien en casa?
Nada. Nadie contestó. Se encaminó hacia el salón, no había nadie, sin embargo la mesa estaba volcada en el suelo y los jarrones estaban hechos añicos. David, asustado, salió de allí. Subió lentamente a su cuarto, los escalones crujían a su paso. Cuando estaba a punto de entrar, oyó una débil voz murmurando algo a sus espaldas.

Ángeles y demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora