5. La senda negra

2.4K 134 7
                                    

No se detuvo hasta que llegó a su casa a pesar de que sabía que el hombre no le seguía. Entró dentro. Cerró todas las cortinas, puertas y ventanas. Abrió el libro, debía contener información importante si tanto lo necesitaban aquellos hombres. Encontró una página vieja y arrugada. Decía lo siguiente:
"La senda negra fue creada hace un siglo por un nigromante que se hacía llamar "El maestro". Se unieron a él diferentes magos, que ansiaban adquirir los conocimientos para poseer la magia negra. El Maestro les enseñó todo lo que sabía. Sin embargo él ansiaba algo más, invocar al Dios del infierno, Lucifer. Pero para ello, necesitaba sangre humana, pero no sangre cualquiera, sangre de algún pariente suyo.
La página había sido cortada y no se leía nada más. En ese momento se oyó un disparo, otro. Una suave pero peligrosa voz habló.
-Sabemos que estás aquí. No queremos hacerte daño, tampoco queremos el libro. Solo queremos llevarte con tu madre, te echa de menos, ¿sabes? Venga, no seas tímido, sal de donde quiera que estés, no nos obligues a entrar a buscarte.
David estaba paralizado, no era capaz de mover ni un solo músculo. Cuando por fin reaccionó, se levantó de golpe y salió corriendo. Debía escapar. Oyó como los cristales de las ventanas se hacían añicos, estaban dentro. Salió por la ventana de su cuarto, con un poco de suerte, pensó, llegaría ileso al suelo. Saltó. Cayó de golpe y rodó por la verde hierba en la que tantas veces había jugado. Corrió y corrió hasta caer exhausto. Solo entonces, volvió la vista atrás hacia la casa donde tantas veces había jugado y donde seguramente no podría volver. La gran casa color crema se observaba a la distancia, las rosaledas, parecían ese día más bonitas que nunca, quizás sabían que David se marchaba y querían, de ese modo, despedirle.
Se le empañaron los ojos, se los secó con la manga y se dijo a si mismo que debía marcharse, a esas alturas ya se habrían dado cuenta de que había escapado. No se percató de que, desde un coche un hombre con túnica, largo y canoso pelo y larga barba le observaba.
-Nos veremos pronto querido nieto.- Murmuró el hombre con una sonrisa malévola.

Ángeles y demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora