cap.4

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Después de un largo sueño Miranda despertó, observo a Edward dormir unos cuantos minutos antes de que el despertará. Le alegraba que el ya estuviera en mejores condiciones como para que se mantuviera de pie, a este no le encantaba tener que estar tan callado en la habitación así que prefirió hablar y averiguar por qué estaba en ese lugar.

- ¿Qué estoy haciendo en este lugar? - dijo prácticamente en un susurro casi audible.

-digamos que un señor terco y testarudo decidió no comer tres días haciendo que se desmayara por falta de alimentos así es como el llego ahí- dijo Miranda

- Amm, ¿cuándo me podre ir?- dijo para evitar el tema y que no lo hiciera hablar, Miranda se percató de lo que trataba de hacer así que decidió jugar un poco con él.

-en un mes, cree el doc. Dijo que te encontraron una enfermedad rara y que era poco probable que salieras de aquí sin un ataúd- Edward sin poder creerlo abrió sus ojos como platos, "no puedo estar enfermo" decía "es imposible" dijo en su mente, "esta chica debe de estar bromeando" Miranda fascinada con la expresión de Edward rio con fuerzas- ok ok, es mentira te llevare a la mansión en unos cuantos minutos, o hasta que regrese Barry con tus cosas para que te asees y nos podamos ir, apestas.

- ¿Gracias? - dijo en forma de pregunta.

-Edward tenemos que hablar- dijo ella dispuesta decirle sobre el viaje rumbo a España en el cual abordara Edward- tienes que irte por un par de días o hasta que logre capturar a tu padre lo han localizado en la costa de Brasil y no sabemos cuánto tiempo tenemos hasta entonces.

-OK- contesto fríamente Edward, él sabía sus otras razones de por qué el viaje, pero no se lo iba a echar en cara a Mirada después de todo ella le está salvando el pellejo.

- ¿Es todo lo que dirás? Si te das cuenta que es tu padre al quien vamos a capturar, ¿verdad?

-Lo tengo bien en claro, pero ese hombre dejo de ser mi padre cuando me hecho de mi propia casa cuando no quise involucrarme en su maldito negocio.

-Pero aun así es tu padre, a lo menos tienes uno, yo estoy sola, sola pero feliz...

-Si para ti feliz es estar completamente sola y que todo mundo te tenga miedo por ser una asesina te creo, pero yo, yo odio a mi padre y también a mi madre por aceptarlo tal como es.

Miranda guardo silencio pensando en lo que él dijo, él decía todo lo sentía, y por un momento ella quería ser como el, poder expresarse de esa manera era maravilloso. Ni uno de los dos siguió hablando, Miranda espero uno rato a que Barry llegara y después salió de la habitación.

Al salir del hospital cuatro hombres bien vestidos y demasiado altos, emboscaron a Miranda. No pudo verles el rostro, pero a uno en particular lo identificó por un tatuaje posicionado en su cuello. Miranda cuando vio la oportunidad les disparó a dos de ellos los otros dos trataron de quitarle el arma, pero después de varios intentos se resignaron y terminaron marchándose dejando a dos de sus hombres heridos. Miranda se acercó a ellos a uno lo había matado, pero al otro sólo lo dejó lastimado y con una bala incrustada en su pierna derecha. Como estaba tirado en el estacionamiento del lugar Miranda posicionó su pie en la herida haciendo que el individuo sufriera más.

- ¿PARA QUIEN JODIDAS TRABAJAS?

-Nunca te lo diré hija de puta.

Miranda dejó de hacer presión en la herida para posicionarse sobre él y poderle romper la cara al hombre que se atrevió a insultar la memoria de su madre.

No dejó que el hombre se defendiera ni por un minuto. Su rabia era tanta que el hombre quedó inconsciente.

Al ver el estado del hombre tirado, colocó unas esposas en las muñecas y trató de llevarlo adentro. Logró con éxito, pero al primer paso en el que entró, lo dejó caer sin cuidado alguno.

Con rapidez y sin responder las preguntas de los enfermeros entró al ascensor y presionó el botón que la llevaría a la habitación donde se encontraba Edward.

Al entrar a la habitación miro a su alrededor encontrando a Barry leyendo una revista de Deportes.

- ¿Alguien ha venido aquí? -pregunto desesperada.

- ¿No? -dijo Barry en forma de pregunta

-Barry, se te olvidó traerme una camiseta-dijo Edward al salir del baño con su pelo mojado y su torso desnudo, con la toalla alrededor de su cuello. Miranda estaba nerviosa era la primera vez que veía a un hombre de esa manera, pero a pesar de su nerviosismo no dejó su fachada de frialdad.

Edward la miro detenidamente a Miranda y al instante supo que estaba nerviosa por el modo que desviaba su mirada de él y como jugaba con el broche de su porta armas.

-Barry, lleva a Edward a mansión y llama a la agencia que recojan el cuerpo que está en el estacionamiento, yo Iré por uno de los tipos que me atacó. También quédate en la mansión hasta que vuelva y por nada del otro mundo dejes a este- señaló a Edward- solo - Ella sin tan siquiera mirar a él, salió de la habitación y fue directo donde estaba aquel sujeto que le daría la información por las buenas o por las malas.

- ¿Dónde está? -dijo entrando a la recepción donde lo dejó tirado

- ¿quién señorita?

-El idiota a quien le dispare- la recepcionista alzó el teléfono para llamar a la policía mirando a Miranda con miedo-Ni te molestes dulzura, soy de la CÍA - Ella no contestó sólo le señaló con la vista donde estaba aquel sujeto - Gracias

Con decisión camino a la sala de Emergencias y sin permiso entró donde le estaban extrayendo la bala al sujeto. Los médicos le reprocharon, pero no insistieron en quitarla de allí, ellos sabían de que era capaz de hacer si se metían en aquel asunto.

Ella se acercó a él hasta estar frente a él y sin piedad alguna con sus propias manos le quitó la bala haciendo que se el hombre gritara del dolor causado.

-HIJA DE PUTA - ante los nuevos insultos que recibía ella no aguanto la furia y le dio un puñetazo en la nariz haciendo que sangrara.

-PÁRATE – alzo la vos con frialdad

-Y si no lo hago ¿qué? – respondió el hombre retando a Miranda

-HE DICHO QUE TE PARES, IMBÉCIL.

Los gritos de Miranda se hacían escuchar por toda aquella planta haciendo que todo mundo se paralizará.

Barry y Edward ya se habían marchado como lo había indicado Miranda. Ellos se llevaban muy bien desde que se conocieron. En todo el trayecto sólo se escuchaban los cambios de velocidad del coche ya que ni uno de los dos quería hablar. Edward refundido en sus pensamientos recordó como Miranda se había puesto nerviosa al verlo sin camiseta, a él eso le alegraba ya que empezaba a sentir algo por ella, aunque supiera que no tenía ni una oportunidad con ella o no por ahora. Ante los recuerdos él sonrió de pie a pa.

-Hey, cuenta el chiste Y tal vez le pueda entender-dijo Barry al ver a su amigo muy alegre- Espera, estas así por Miranda ¿verdad?

-Tal vez...

-No le hagas daño, ella ya tiene bastantes problemas para tolerar que le rompan el corazón

- ¿Problemas?

-No todos tenemos una infancia color de rosa...

Entrenada para matarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora