- ¿Qué haces aquí afuera? -dijo Barry algo curioso viendo la puerta detrás de Miranda.
-Nada, sólo llévate a Leo a ver una película al cine.
- ¿Al cine? Pero si tienes una sala de cine en tu propia casa-
-Carajo, que lo lleves al cine no a la sala de la casa- dijo ya empezando a reflejar su desesperación al ver que Barry no comprendía la situación.
-Ya llegaron, váyanse antes de que limpien la casa...
Barry se sorprendió al ver el escuadrón de la CIA que estaba entrando por la gigantesca entrada de la mansión.
Este asintió, pero antes de irse Leo se acercó a Miranda
- ¿Tu no vienes mami?
-No, bebe, pero le diré a tu tío Barry que te compre muchos dulces y que vean la película que más te guste, ¿qué te parece?
-No quielo il
-Entonces ve con el tío Barry a dar un paseo mientras limpian la casa, ¿sí?
-No, yo quielo estal con mi mami
-Está bien, sólo espera aquí unos minutos y nosotros dos nos vamos de paseó.
-¡¡Si!!- dijo el niño brincando de la emoción por conseguir estar más tiempo con Miranda. Barry miro extrañado a la chica, que a simple vista se veía preocupada.
Miranda se acercó al encargado de quitar las evidencias. Le explicó donde tendrían que buscar los cuerpos y que Barry estaría a cargo.
Al salir de la mansión Miranda llevó a él pequeño Leo a dar un paseo por el parque. Se sentó en una banca mientras veía al niño jugar, y tras ver aquella tierna imagen una lágrima traicionera rodó por la mejilla de ella.
Recordaba los viejos tiempos cuando era pequeña y tenía a sus padres, cuando ellos la llevaban al parque y jugaban con ella, cuando le contaban un cuento antes de dormir e incluso recordó lo que era sentirse feliz cuando tienes a una familia quien te quiera.
Pero también recordó aquellos momentos amargos que la hacían sufrir, aquellos recuerdos que hacían pensar en la muerte de sus padres, cuando sufría el maltrato de sus cuidadoras en el orfanato y aquellos días que tenía que escaparse de aquel lugar para buscar algo de comer y no morir de hambre cuando la castigaban y la dejaban encerrada en su habitación por días hasta que aprendiera la lección y saberse comportar.
Rápidamente quitó aquella lágrima traicionera y en sus pensamientos se prometió cuidar de Leonardo como si fuera su hijo de sangre y el no sufriera lo que ella sufrió.
El pequeño se acercó a Miranda y tomando de la mano la arrastró a los columpios obligándole a sentarse mientras el trataba de empujarla para que se columpiara, ella veía lo que trataba de hace realmente el pequeño y con sus pies agarró impulso para soltarse y hacer creer al niño que él lo había hecho.
Pasaron un rato jugando hasta en su reloj marcaron las diez y quince minutos. Habían pasado dos horas desde que salieron de la mansión así que pensó que podrían volver.
Ella alzó en brazos a Leonardo para empezar caminar y poder irse del lugar. Al llegar a la mansión el pequeño dormía plácidamente en el hombro de Miranda.
Preocupada por lo que paso horas antes llevo al pequeño a su habitación ya arreglada, cerro las posibles entradas y dejó al alce de su mano cualquier cosa con que defenderse en caso de otro ataque.
Mientras el pequeño dormía tranquilamente a un costado de ella, siguió buscando pistas para en contra el paradero de Edward. Entre claves, imágenes y grabaciones del hotel donde él se hospedaba, Miranda logró encontrar una pista. Una pista Donde sabía perfectamente donde buscar.
A la mañana siguiente, Barry se quedó con Leonardo mientras Miranda iba directo a la agencia.
Estando en ese lugar muchos de los agentes quedaron impresionados ya que ella no se había presentado en la agencia durante un largo tiempo, tanto que pensaba que ya se había retirado.
-Agente Carrison, ¿Que la trae por acá?
-Trabajó, eso es lo que me trajo aquí, el trabajo.
- ¿Le puedo ayudar en algo?
-Si necesito que cada persona que trabaje en este lugar este en la sala de entrenamiento en cinco malditos minutos.
-Como usted ordene...
Ella siguió su camino. Entrando a su oficina, se percató que varios de los aliados de Marroquín usaban algo en particular, pero lamentablemente no se dio cuenta hasta este momento.
Lizet su secretaria entró a su oficina, con un simple gesto sabía que Miranda no estaba bien y que pronto se iba a desvanecerse si no descansaba, aunque sea unas cuantas horas.
-Quiero a Barry en este maldito infierno, lo quiero en la puerta de entrada-dijo sin mirar a los ojos de su secretaria, Lizet sin importarle lo que Miranda dijera se atrevió a decirle lo que tenía que hacer si no quería desmayarse de cansancio
-Debes de descansar...
-ME VALE UN PEPINO SI DEBO DE DESCANSAR... primero tengo que rescatarlo- dejó con la vista en el vacío y su voz apuntó de quebrarse
-Pero también tienes que pensar en el pequeño, el no soportaría estar lejos de ti un minuto más y menos si es porque estas en un mendigo hospital
-Después de esto haré mi retiro...-Lizet se sorprendió dejando caer las carpetas que tenía en sus manos caminado despacio e insegura.
- ¿No estas mintiendo?
-No, yo... yo sólo quiero acabar con Marroquín, solo por eso entre en este trabajo porque sabía dónde estaba, sabía todo de él hasta que desapareció y ahora que lo he vuelto a encontrar no pienso dejar que salga con las suyas y menos que le haga daño a los que quiero...
Después de una larga y sería conversación, Miranda recibió la notificación de que los agentes de mayor rango que ella ya estaban dispuestos a acatar las órdenes que les acatará Miranda, lo que ellos no sabían era para encontrar al traidor.
Todos los agentes desde el menor rango que había en la agencia hasta el mayor, estaban formados uno tras otro. Barry había llegado minutos después de que Miranda había entrado a la sala de entrenamiento, y como se lo indicó ella, se mantuvo vigilando desde la entrada.
La sala se encontraba en un grande y vacío silencio nadie hablaba y lo único que se escuchaba era el resonar de las botas de Miranda al chocar contra el piso de pavimento.
Pasaron alrededor de dos horas y el ambiente era igual, Sin saber nada del traidor.
Estaba a punto de llegar al final de la fila de sus superiores cuando se detuvo justo a un costado de una agente de un rango mayor que el de Miranda.
Ella estaba a punto de seguir avanzando, pero lo que nunca esperaban los demás es que tomar a la otra agente Falkenhorst del brazo y apuntando con su arma directo a la cien de la agente
- ¿DONDE ESTA?
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Entrenada para matar
Random-Detente -Lo único que me detendrá es la muerte Novela totalmente original. Prohibido su copia o adaptación.