final

2.3K 188 2
                                    

Al asomarse el ocaso Miranda salió de la habitación para dirigirse al jardín, después de tanto tiempo no sabía qué hacer y para ella eso era frustrante además de incómodo.

Por otra parte, Edward jugaba con los niños y les ayudaba a empacar hasta que fue con Marcus quien le había pedido ayuda para darle una sorpresa a Miranda.

-Solo espero y no estrene esto conmigo porque si no tu serás el responsable.
-No lo creo o eso espero
- ¿Cómo rayos se te ocurrió esta semejante barbaridad?
-Solo se me ocurrió y mejor no preguntes, me estas poniendo nervioso
- ¿Cómo no hacerlo Marcus? Acabo de salir libre de las garras de mi padre, llego aquí y me encuentro con que Miranda tiene a un Ejército de niños que me torturaron y ahora esto, tendré que ir a psiquiatra.
-Parece como si fueras una mujercita, ya deja de dramatizar y vamos con la señora madre antes de que té de una paliza por niñata.
-Ja, hasta crees que vas a poder
-Tal vez yo no, pero señora madre si
-Cállate
- ¿Te gusta?
- ¿El qué?
-Mi madre, ¿te gusta mi mamá?
-Más que gustar, la quiero, pero...
- ¿Pero ¿qué? Que yo sepa ella no tiene novio o algo por el estilo
-Y no lo tiene, pero me dejo en claro que solo estaba cerca mío por trabajo, así que de un modo u otro tendré que olvidar lo que siento por ella, ¿entiendes?

-Lastima, ya quería ver a mi madre sonriendo y que más si es contigo. Ya hasta pensaba en el modo que le pudieras pedir que fuera tu novia.

Edward sonrió, pero era una sonrisa triste, todo aquello se iba a quedar en pensamientos que nunca alcanzaría o eso pensaba él.

A las nueve y media los coches que llevarían a los niños a la mansión ya estaban estacionados.
Las maestras se encargaban de todo el procedimiento mientras que Miranda solo miraba a la obscura noche, estaba tan concentrada que su móvil sonó y la espanto. Sin revisar quien era contesto.

- ¿Quién rayos está molestándome ahora?
- ¿Que quien te molesta? El que está enojado en este puto momento soy yo y todo porque no te dignas a darme informes de como están, ¿qué carajos te pasa? Leonardo a cada rato pregunta por ti y no sé qué decirle porque tú no te dignas a aparecer
- Cállate, pareces mi nana, en unas horas estaré ahí, y quiero a todo el personal en el jardín para cuando llegue, entendiste pedazo de idiota
-Me llamo Barry por si no recuerdas
-Si pero solo quería insultarte
-¿Para qué quieres al personal aquí?
-Tu solo has lo que te digo, mas Tardar a las onces llegamos

Después de eso termino la llamada, ya era tarde así que termino por preparar su coche para después irse

Quien diría que los cuentos de hadas no son realidad, o por lo menos es felices por siempre.
Miranda entre pensamientos manejaba por la carretera sin preocuparse de nada que no fuera sus niños, en su empresa y en como acercase a Edward. Sin querer, con solo pensar en él, una sonrisa se le escapó, por suerte de ella iba sola en el auto.

- ¿cómo hare para ser normal? - pensó en voz alta. Y aunque nadie la escucho se sonrojo, sonrió y por un microsegundo se reflejó un brillo en sus ojos.

Al llegar a la mansión estaciono su coche justo frente a la entrada y de tras de ella se estacionaron las camionetas que llevaban a los niños, a las maestras y a Edward.

En el momento que Miranda abre las puertas de la mansión encontró a Barry jugando con su adoración.

Leonardo contento de volver a verla salto a sus brazos

-¡¡Mami!!
-Campeón- Contesto Miranda con una sonrisa de pie a pa- como te extrañe mi niño
-Y yo a ti mami- dijo el pequeño dándole un beso en la mejilla
-Que crees te traigo un regalo
- ¿Qué es?
-Mira quien viene allí

El pequeño miro a la puerta en el momento justo en el que Edward cruzaba la entrada

-¡¡¡Papi!!!
-Campeón...

Tras a ver terminado de hacer las presentaciones Miranda se quedó sola en su despacho pensando en su situación. No tardó mucho en tener compañía.

-Pase- dijo Miranda acomodándose en su silla tras su escritorio.
-Madre, ¿está ocupada?
-¿Por qué tan formal Marcus?, pasa anda.
-No lo sé.
-¿Qué paso?¿Necesitas algo?
-Solo quería darle un obsequio...
-A si... que tipo se obsequió- dijo Miranda al pararse de su lugar para ir a un sillón y prender la pantalla
-Ammm uno que le servirá de ayuda- dijo con una gran sonrisa
Miranda aun con duda tomo la caja entre sus manos, al cargarla sabía que era pequeño pero con gran peso.
No tardó mucho en desenvolver la obsequió pero si en creerse lo que tenía justo frente a ella
-¿De dónde la sacaste?-pregunto Miranda asustada.
-Amm... ¿No te enojaras?-dijo Marcus con nervios
-No-dijo con seriedad
-Edward me ayudó a comprarla

Miranda no se contuvo y salió con furia del despacho gritando una y otra vez el nombre de Edward. Lamentable para la suerte de él Miranda lo había encontrado en la cocina apunto de sentarse a cenar.
Cuando ella estuvo a unos pasos de él lo levantó de donde estaba y sin más le dio un golpe en la cara.

Edward:
¿Qué habrá pasado allí adentro? No quiero saber que me hará Miranda si sabe que yo conseguí ese maldito regalo. Mis nervios estaban de punta y sin saber que hacer decidí hacerme algo de comer, muero de hambre y desde que llegamos solo estamos al pendiente de cómo se organizarán para dormir a los niños en las doce habitantes restantes.

Barry me dijo que no me preocupara por eso, pero tengo un presentimiento de que Miranda me echara a la calle como un perro y la verdad la entendería, su trabajo ya se terminó y yo ya no tengo nada que hacer aquí.

Estaba ya sentado con mi emparedado justo frente a mi cuando escuche los gritos de Miranda pronunciando mi nombre, la piel se me puso de gallina y mi cuerpo no reaccionaba.

Solo sentí como me levantaban de donde estaba y lo siguiente fue el puñetazo que me dieron en la cara.
Lo que no me esperaba era sentir uno labios tan deliciosos que no me resistía seguir ese beso que en mi vida había imaginado    

Entrenada para matarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora