cap11

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- ¿Cuándo te irás?

-Dentro de unas horas, necesito que llames a Lizet para que cuide de Leonardo y te quedes con ellos en la mansión activas el sistema de seguridad, sueltas a los canes y preparas municiones por precaución.

-Miranda...

-Miranda nada, Barry, está decidido matare a ese bastardo cueste lo que cueste. Para eso me entrenaron para matar a sangre fría. Ahora no intervengas...

Miranda bajo la maleta llena de municiones armas y equipos de alta tecnología que requería para seguir los pasos de Marroquín. Llevaba puesto su uniforme de combate, su porta armas, un chaleco antibalas, y por ultimo su cabello recogido en una coleta cubierto con una gorra negra.

Guardó su equipo en la parte trasera de su coche donde tenía guardada la artillería pesa que consistía en su arco y flechas que usaba para ser discreta.

Antes de irse se despidió de Leonardo.

-No te valas mami-dijo el pequeño con lágrimas en sus hermosos ojos.

Miranda se puso en cuclillas tomando a Leonardo de la cintura con una mano a cada costado del pequeño.

-Volveré pronto, lo prometo y prometo traer a Edward de regreso, pero no llores mi bebé, sabes a él no le gustará saber que estas llorando.

-Eta bien...

Tras pasar aquella puerta que la separaba de su pasado, Miranda condujo con gran velocidad a aquel lugar abandonado, donde había sufrido tantos años, donde aprendió que era no tener piedad, de un lugar donde tenía que escapar para ser entrenada, donde por días anhelaba comida, donde descubrió que era la crueldad.

En un momento dado donde estaba a punto de llegar decidió aparcar para rastrear a Marroquín. Bajo de su coche para abrir la cajuela y sacar su equipo de rastreo. Al tenerlo encendido se sentó en el borde de la cajuela.

Introdujo un montón de claves en el aparato para al final tener una ubicación. Una ubicación donde la guiaba al orfanato abandonado donde paso su sufrimiento.

Mientras tanto Marroquín contaba un fajo de dólares, uno de sus aliados interrumpió tocando la puerta de madera.

-Señor la agente Ciara está aquí...

-Dile que pase- se puso de pie, acomodo su traje y por último se acomodó frente aquel escritorio.

El lugar estaba lleno de suciedad, las paredes tenían partes cubiertas de moho, el suelo estaba cuarteado y tenía manchas de sangre seca por todas partes...

- ¿A qué debo tu visita?

-Quiero ver a mi madre- la agente le exigió a aquel hombre canoso- El simplemente se acercó a ella y con una gran bofetada logró dejarle la mejilla rojiza

-¡¡TU NO ERES NADIE PARA EXIGIRME, QUE TE QUEDE CLARO!!

Ciara se quedó sería y sin mover su rostro, sus manos se convertían en puños.

Mientras ella trataba de mantenerse controlada para no sacar de quicio a Marroquín, él se acercó a ella. Y poco a poco empezó a acariciar su mejilla.

-Perdonarme, sabes que no me gusta golpearte, pero tu tuviste la culpa...

Ciara se alejó lo más que pudo de él, para ella era la peor persona que se le atravesó en su camino.

- ¿Quieres que te diga donde está tu madre?, bueno para eso primero tendrás que hacer un trabajo para mí...

- ¿Que tengo que hacer?

-Nada que se te haga difícil, solo tienes que matarlo.

-Si con eso me dirás el paradero de mi madre, lo hare con gusto.

Marroquí sonrió de pie a pa, sabiendo que la tenía en sus manos, sin contar que para un entonces tendría una piedra menos en el zapato.

Para ese momento Miranda ya estaba más cerca de ellos, solo esperaba el momento perfecto para atacar, un momento donde su enemigo estuviera distraído y sobre todo esperando a que bajarán la guardia.

Ella se mantenía resguardada en su coche oculto en una pradera llena de pasto tan alto que cubría al auto. La luna estaba en su punto de esplendor, alumbrado aquella noche de oscuridad. En ese tiempo Miranda pensó en el daño que les había hecho a las personas que la rodeaban y que poco a poco se quedaría sola. Pero, aunque le doliera tanto estar sola ya estaba acostumbrada a la soledad y francamente prefería eso a ver como por su culpa les hacía daño a quienes la rodeaban. Fue eso lo que la impulsó a ser fría, cruel y sin un poco de piedad, pero una en el fondo era aquella niña vulnerable, con sueños y sentimientos, aquella niña que se sentía aterrada por el simple hecho de quedarse sola sin nadie que la acompañará en su vida cotidiana. Pero a pesar de que en el fondo esa niña seguía existiendo Miranda nunca permitiría que descubrieran su punto débil.

Al aproximarse el amanecer, los radares de movimiento que Miranda había colocado en el perímetro lograron despertarla, informándole que el enemigo se aproximaba. Así que lo más rápido que pudo encendió el coche para poderse mover para que no la descubrieran.

Cuando paso por desapercibida tomo la decisión de comenzar con el plan, así que condujo dos kilómetros más cerca del orfanato, al bajarse del coche aun le espera un largo recorrido, pero no tan largo como para poder escapar en caso de que algo sucediera.

Miranda dio su última mirada al rastreador verificando que Marroquín estuviera en el mismo lugar, al terminar saco de su maleta, tres armas pequeñas de diferente calibre, un rifle, municiones, una navaja que ocultó en su bota, un intercomunicador, y por último su arco y flechas.

Antes de irse con su móvil envió un mensaje, un mensaje que serviría de ayuda en caso de que las cosas no salieran tal y como las planeo.

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Entrenada para matarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora