Perdida en un mundo de tinieblas donde no puedo escapar. Cierro los ojos y solo veo sufrimiento, muerte y tristeza; abro los ojos y me doy cuenta que no era un sueño. Una espiral que me lleva hacia el infinito de la oscuridad. ¿Quién me ayudará? ¿Quién me salvará? Mi príncipe, ¿Dónde estás?
Siempre he leído, visto y escuchado que en las historias, la chica se salva. Mientras espero la ayuda impaciente, ansiosa de dolor, me sacan sangre, me pinchan en la córnea del ojo, me quitan trozos de la piel; para ver lo rápido que se regenera. No puedo hacer nada para impedirlo, estoy bajo su poder. Los científicos dan vueltas de un lado a otro, felices a cada avance que descubren y lo apuntan con ímpetu.
—Serás nuestra arma.
— ¿A qué te refieres? —le pregunto afónica con el ojo derecho medio sangrentado.
—Imagínate un mundo lleno de paz, la gente no moriría ni imigraría a otros países. Eso eres tú, la clave del progreso. Si conseguimos perfeccionarte, no harán falta armas ni bombas atómicas; solo tú y tus grandiosos ojos.
—No. Lo que tu llamas progreso, yo lo llamo destrucción. Nunca seré completamente parte de tu experimento.
Tensa la mandíbula y se acerca a mí a paso firme.
—Podemos matarte, con o sin tu ayuda lo haremos.
Un científico menudo que está con unas probetas, levanta la mano acobardado y dice en voz muy baja: — Señor, no sabemos si funcionaría el poder sin el paciente. Son sólo conjeturas de un antiguo mito.—
Barry se gira hacia él, todavía con los nervios asomándole el cuello. Fuerza una sonrisa e intenta calmarse.
— Tengo una idea.—se dirige hacia ellos sin mirarme.—Tráiganle de inmediato.—
Trago saliva, ¿ahora qué va a pasar?
Intento quitarme de las cadenas que me tiene atrapada por el abdomen, pero me aprieta las costillas; gimiendo de dolor.Mi padre está sentado en otra silla delante mío, a menos de dos metros de separación. Su mirada es débil y sin brillo, no para de castañear pero consigue hacerme una sonrisa triste. Quiero cogerle de la mano y pedirle perdón por todo, por no haberle escuchado, no creer en él.
—¡Oh pobre Frédéric! Su pequeña niña se ha convertido en una mujer y no ha podido impedir nada. Todos los años que intentabas ocultarla para protegerla, no te han servido. Has fracasado como hombre y como padre.
Mi padre no le sigue el juego, sólo sigue mirándome; como si fueran nuestros últimos segundos juntos. Yo me quedo pensando en las palabras de Barry y quiero gritar y abrazar fuerte a mi padre. Siempre pensé, que mis padres me habían encerrado en casa para proteger a la gente de mí; y ahora me doy cuenta que era al revés, me encerraron para protegerme de ellos.
Esto no es tu culpa, siento que me dice en la mirada.
Veo como una piedra anudada a un alambre metálico colgante, está en la mano de Barry y no sé lo que va a hacer hasta que lo suelta. La piedra cae hacia abajo por la fuerza de gravedad hasta que choca con la cabeza de mi padre, vuelve a elevarse y cae otra vez sobre él. Intento llorar aunque casi no tengo lágrimas, le grito a Barry que pare pero no me escucha. Le encanta este espectáculo. Barry coge otra piedra anudada a otro alambre metálico y lo suelta a diferente tiempo que la primera. Después de varios golpes, mi padre está todo sangrentado y casi inconsciente pero consigue mirarme con dulzura. Eso es lo que más me duele, le están torturando, me están torturando.
Las dos piedras en diferentes direcciones caen a la vez en un movimiento sincrónico sobre la cabeza de mi padre, produciendo un crujido intenso. Mi corazón cruje al instante que mis ojos empiezan a arder de furia llenos de lágrimas rojas.
—¡¡Papá!!
Su cabeza cae sobre sus hombros sin vida mientras me retuerzo con todas mis fuerzas en la silla. Una de las cabezas de la estatua, todavía está encajada sobre su cráneo; produciéndome una arcada.
— Vaya, yo pensaba que iba a durar más.
En ese momento, cierro los puños y las gafas que tengo pegadas a la piel crujen. Todos los que están en la sala, retroceden asustados.
— Todo esto es tu culpa Melie. —Me dice con una sonrisa socarrona. Grito cuando escucho de su boca oír Melie, eso solo lo podía decir mi padre. Me señala las dos piedras que están sobre la cabeza del cuerpo inerte de mi padre. Pestañeo varias veces y se me tensa la mandíbula. Son dos cabezas humanas, dos estatuas que petrifique.
Los cristales de las gafas salen disparados por todos los lados en un fuerte sacudida de energía, convirtiendo a la mitad de los científicos en piedra. Bufo como un animal intentando coger respiración por la boca, sintiéndome más débil que nunca. Antes de dormirme miro a Barry con odio y le amenazo: —Te mataré, lo juro te mataré.—
Recuerdo estar con mi padre en el salón, jugando a que el suelo era lava cuando era niña; o hacer mi primera sinfonía de piano con menos de siete años, hacer un pastel quemado para mamá por su cumpleaños... Sí, creo que ese último es uno de mis mejores recuerdos. Ahora todo son recuerdos, mis recuerdos, nadie lo sabrá jamás.
Para qué abrir los ojos si sé que lo que hay afuera es mucho peor. ¿Por qué me obligais a vivir en la realidad?Oigo a lo lejos una voz, pero no quiero seguirla; se está tan bien. La luz me destella los ojos irritados hasta que veo una sombra arrodillada delante mío en la sala de los espejos. Mi corazón se rompe cuando lo ve, pero no muevo ni un sólo músculo ante su presencia. Le conté mi pasado, mi presente y mi futuro. Le susurré mis miedos y le grité mis deseos; tenía todo mis puntos débiles en una mano y lo ha conseguido. Me ha roto.
Siento una tremenda opresión en el pecho, una opresión que no parece dañarme ningún órgano interno; pero es asfixiante, insoportable. Ahí en el pecho, cerca de la garganta, debe estar mi alma destrozada.
— Mel, ¿estás bien? ¿Qué te ha pasado?
No le contesto. Me acerco a él y apoyo mis labios fríos sobre los suyos. Este es mi último beso, nuestro último beso; nunca volverá a haber un nosotros. El único final feliz posible entre nosotros habría sido no habernos conocido ni haberme enamorado locamente y enfermizamente de ti.
Mientras tanto me arranco las gafas que están pegadas, quitando parte de pelo y piel. Una lágrima roja me recorre el labio hasta hacernos separar. Abro los ojos con intensidad y me quito las gafas de un solo golpe.
Antes de hacer nada Barry ha movido de un golpe a Pterseo haciendo que se mueva lejos de mis ojos. Los científicos entran en la sala con máscaras negras de metal y me vuelven a atar los brazos, colocándome otras gafas más gruesas en los ojos.
— ¿Qué ibas a hacer Mel?— pregunta asustado Pterseo. —¿Me ibas a petrificar? —
Miro hacia otro lado ocultando las lágrimas que me recorren el ojo izquierdo.
— Ya te dije que era un monstruo, un ser de instintos asesinos.— apoya su mano en el hombro de Pterseo para animarle y le ayuda a levantarse. — Sal a fuera un momento, voy a hablar con ella.—
— No la hagas daño.—dice con voz apagada mientras sale de la habitación.
—Te lo prometo.
Hay heridas que nunca se curan, cicatrices que nunca se cierran. En ese momento sabía que nada iba a volver a ser como antes, todo lo que creía o pensaba era falso. Los cuentos, el amor, la amistad; nada de eso existe. Solo la muerte y el dolor.
Barry coloca un frasco debajo de mi ojo, recogiendo varias lágrimas. Lo cierra y sonríe con suficiencia.
— Experimento 2A incompleto. Débil, con sentimientos humanos y emociones directas. —comenta la pelirroja con el bolígrafo en la mano.
—Realizaremos la siguiente fase, ¿entendido? — vuelve la mirada hacia mí. — Él no sabe lo que hago contigo.— Intenta justificarlo antes de irse y dejarme sola, pero no lo escucho.
Solo tengo un objetivo en mente, encontrar a mi madre y salir de aquí. Ella es mi única familia.
Os aconsejo que escuchéis esta canción, así se sintió Melanie ( de Thalisz Mente, Medusa)
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Eterno Poder ©
FantasyMelanie, una joven de 17 años que esconde un oscuro secreto. Si lo descubren las personas equivocadas, la antigua leyenda griega resurgirá y nadie estará a salvo de su mirada. Durante este tiempo, Melanie descubrirá cosas que nunca ha conocido ni s...