Eclipse a primera vista (Cap 2)

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Al subir y darte varios besos no pude evitar volverme a centrar en tu mirada, me centré tanto que pude verme bien en el reflejo de tus ojos y al verme recordé la primera vez que te vi; nos mirábamos de una manera similar y sin que suene a escena de novelita de amor cuando por primera vez me miraste y te miré, tus ojos brillaban como toda una constelación de estrellas, quizás solo era el brillo de todo lo que sentiste reflejado en tus ojos.

En ese momento fuiste como un eclipse que oscurecía todas las demás flores y solo brillando tu como eclipse porque mantenías encima de ti todas las miradas de quienes podían presenciar tu presencia. Chicas por envidia, hombres por deseo o admiración a esa gran belleza, como eclipse quizás porque desprendías tanto brillo que el sol decidió ocultarse tras la luna opacado por tu brillo y ahí sucedió, eclipse a primera vista, no amor a primera vista. 

Sentí como si ya te conociera, sabía que no porque nunca había visto algo similar, me aseguré más de que no porque ¿cómo olvidaría yo algo así? pero me llegó a la mente porque esta gran atracción y entonces pensé: a de ser por eso que siento como si ya la conociese.

En ese momento volteaste para marcharte, en la mano sostenías una canasta de frutas y una manzana calló al suelo. No lo pensé mucho, era mi oportunidad,  rápidamente me agaché y tomé la manzana, al levantarme pude mirar su rostro más de cerca y mi voz titubeaba, cuando dije: 

- Que hermosa eres ¿cómo te llamas?. 

Ella responde: - Graciela 

Pero noto que su voz también titubea y pienso: quizás le atraigo pero lo dudo, tal belleza no sentiría atracción por un chico que no lleva ropa decente y que trabaje en el mercado. 

Pero ella me saca de dudas y dice:

- Que lindos ojos tienes. 

En ese momento fueron música de ángeles sus palabras para mi y sin que me lo pregunte le digo me llamo Lucas y para devolver su alago a mis ojos dije: 

- Los tuyos son más hermosos porque son aún más claros y brillosos. 

En ese momento ella sonríe y dice: - debo irme.

Como entusiasmado pregunté: - ¿mañana volverás aquí a comprar frutas?.

Ella responde: - si, te regalo la manzana.

En cuanto se fue no pude evitar quedarme pensando, no quería ni comer la manzana no podía creer que me la había regalado tal chica tan hermosa; pasé toda la noche pensando, desesperado para que amanezca para volver al mercado y reencontrarme con esa chica, me dormí entre pensamientos. Me levanto más temprano que de costumbre, me visto rápido y mi padre dice hoy notó que estas muy animado.

Respondo con una sonrisa y le digo al que madruga Dios le ayuda y con esa chica en el pensamiento y la manzana que me había regalado fue lo primero después del cepillo que llevé a mi boca.

Ya en el mercado todo va normal la doña del café,  el vecino de las verduras, el típico chico como ladronzuelo de algunas frutas y mi padre regañándome y diciéndome que no esté tan pensativo mientras estábamos en el negocio.

Pero no podía dejar de pensarla y pensando en que le iba a decir al verla de nuevo, pensaba en invitarla a casa en la noche ya que tenía que estar en el trabajo todo el día. Yo distraído entre esos pensamientos tropiezo y tiro al suelo mayoría de cosas que hay en nuestra gran mesa de frutas.   Rápidamente noto que mi padre no está y antes de que llegue trato de recoger todo lo más rápido posible y la chica en la que amanecí pensando, esa chica de ojos hermosos llega en ese instante y empieza a ayudarme, no noté cuando llegó, apenas noté cuando empezó a ayudarme.

Tenía una falda no tan larga podía ver el color de su ropa interior, fue cuando decidí recoger con más lentitud sin importarme que mi padre me encontrara con tal desorden. Seguía mirándola en sus entrepiernas ella se percató de eso fue tanto que no me tomé el cuidado para disimular y entonces más rápido de lo que pensé se acabaron las frutas por recoger, sólo quedaba 1 manzana, los dos a la vez tratamos de agarrarla , ligeramente y sin intenciones de ello mi mano queda encima de la suya.   La miro, me mira y quitamos las manos al mismo tiempo. Entonces agarré la manzana y pensé: últimamente las manzanas me sonríen. Ya ambos de pie pregunté que edad tienes, respondió 19, que casualidad pensé yo, es la misma edad que tengo, entonces ella preguntó: 

- ¿Y tú?. 

Respondí sonriendo: - 19. 

No quería perder más el tiempo y la oportunidad así que dije: - ¿Qué harás hoy en la noche?.

Respondió: - Nada, siempre me quedo en casa. 

Entonces un poco nervioso dije: - ¿si..si te gustaría salir conmigo?.                                                                                                                                                                                                                                                                   Ella rápidamente sin titubear respondió:

- Si, me gustaría ¿a donde iremos?. 

Yo me sentí feliz y pensé donde llevarla no tenia suficiente dinero para invitarla a un buen lugar o a un lugar de diversiones entonces le dije:

- ¿Qué tal si vamos a mi casa?.

Ella respondió: - Si.

En ese momento mi padre llega, por suerte no se percató del desorden que había hecho ya que había puesto todo en su lugar. Justo a tiempo.


Una noche con su cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora