Veintiocho

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-Es que no sabia que hacer Sunshine. -estaba arrepentida, bajo su cabeza.

-No te preocupes abuela debo reconocer que estaba alterada. -reí para que mi abuela se tranquilizara.

-Lo siento hija debí esperar a que abrieras la puerta.

-No te preocupes abuela no es tan grabe ¿verdad?

-Sunshine. -cara de desaprobación- no creo que no sea grabe.

 -¡QUE! -grite angustiada.

-Hay que limpiarlo para saber si es grabe  o no.

Después de limpiar la herida de Sunshine y ver que no era muy grabe le colocaron una curita.

-Sunshine siéntate necesito que estés sentada con lo que te voy a decir.

Debo admitir que me asuste un poco, me senté mientras la miraba asustada.

-Mañana iras el instituto, ahora mismo voy a conseguirte el horario espero que no tengas problemas con esto, porque aunque los tengas no me van a importar.

Me quede callada sobre mi cama entraron en mi los nervios del primer día y pasaron por mi cabeza las preguntas del primer día.

Sera que me las llevare bien con las del instituto, como serán las materias, quienes serán mis profesores etc, tenia que ir con Carlos no se porque pero sentí que debía estar informada sobre el instituto.

Salí de la habitación y corrí a la sala de la casa.

-Abuela voy a casa de Carlos. -dije rápidamente mientras salia, algo me lo impidió mi abuela me sostenía por el brazo.

-A casa de quien?

-Ya tu sabes bien quien es. -Me solté de mi abuela y corrí a casa de Carlos.

TOC TOC.

Alguien abre la puerta y no es Carlos es Emma.

-Hola Sunshine, como te va.

Que extraño esa chica me odiaba aquel día y hoy ya me habla.

Aquí les dejo espero que les vaya gustando. 





La vida no es color de rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora