La puerta estaba entreabierta cuando llegué, de modo que pude observar un instante a mis compañeras haciendo una secuencia de saltos sin que nadie se diera cuenta de que estaba allí. Tomé aire. Me había cambiado en el baño, por lo que ya llevaba las medias y la malla, incluso las zapatillas de punta, lo que me hacía andar torpemente, como si fuera un pato. Empujé con suavidad la puerta y entré en la clase.
Wei y Luna dejaron de saltar, pero Cameron Hall me dedicó tan solo una fugaz mirada, se cruzó de brazos y volvió a centrar su atención en mis compañeras, con lo que mis amigas reanudaron sus saltos sin decir nada.
Debía tener un aspecto ridículo, esperando en la puerta, sin saber si entrar o salir, o si Hall se iba a dignar a mirarme en algún momento. No lo hizo, claro, no al menos hasta que las chicas hicieron su plié que indicaba el fin del ejercicio de saltos. Algo me dijo que Cameron Hall hubiera deseado que aquel ejercicio no se acabara nunca.
-Así que aparte de tránsfuga, no sabe llamar a la puerta –su mirada era gélida.
Por un momento no sabía qué decir. Suponía que haría algún comentario irónico o hiriente, pero no me esperaba aquel recibimiento.
"Me gustas, Adriana. Me gustas mucho", volvió a resonar en mi cabeza. Apreté los dientes. Si quería teatro, le dejaría que tuviera teatro.
-Veo que te... le han dicho por qué no podía venir –di un paso adelante.
-Y yo veo que te han dado un ¿permiso por buena conducta? –alzó las cejas.
-Me da la sensación de que conoce muy bien la terminología carcelaria.
La tensión era tan palpable que creo que mis compañeras estaban aguantando la respiración. No iba a dejar que Cameron Hall me asustara. No iba a permitir que las chicas pensaran que era débil.
El profesor dejó escapar un sonido que estaba entre una risa y un bufido, y no estaba segura de si era algo sarcástico o realmente le había hecho gracia. En ese momento no me importaba mucho.
-Vengo a hacer mi barra –di otro paso al frente.
Él pareció sopesarlo un instante. Quizás se lo estaba planteando de verdad. No podía saberlo, pues su expresión era inescrutable.
-Adelante –dijo al fin, con una sonrisa poco sincera.
Era tan extremadamente idiota cuando hablaba conmigo con mis compañeras delante que me daban ganas de zarandearlo, pero no estaba tan loca como para hacer eso.
-¿Tienes tanta confianza en ti misma que ni siquiera vas a calentar? –preguntó sin mirarme mientras cambiaba el CD del equipo.
Tal vez hasta en el fondo se preocupaba por mí. Estuve a punto de sonreír, pero me contuve.
-Ya he calentado por el camino.
Y era cierto. Liam –que ahora esperaba fuera- y yo habíamos ido prácticamente corriendo, y tampoco tenía tiempo que perder como para entretenerme en calentar. De todos modos, si Hall cumplía su parte del trato, aquello no era más que un paripé.
Hice toda la barra como si en vez de espalda tuviera una tabla de planchar. No recordaba haber bailado con tanta tensión ni en mi primera actuación en público, pero hacía mucho tiempo de aquello. No me salió especialmente mal, ni tampoco especialmente bien. Para Cameron Hall no sería suficiente, eso sin duda. Pero me daba igual, porque estaba allí, había conseguido ir a hacer aquella maldita barra y Hall tenía que aceptarme. Lo haría, lo había prometido. Lo haría. Cuando terminé, me quedé mirándole fijamente. Creo que no le gustó que fuera tan descarada, pues estaba segura de que a mis compañeras las asustaba tanto que no eran capaces ni dirigirse a él.
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Pas de deux
Ficțiune adolescențiBailar siempre había sido mi pasión. Siempre lo había puesto por delante de todo lo demás. Por fin había decidido lo que quería hacer con mi vida, lo que quería ser, a qué quería dedicarme. Por entonces no era consciente de que a veces aparecen pers...