Capítulo 5

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-Aly...-Su voz es apenas un susurro.

-Bruno.-Se nombra a sí mismo y lo miro con indiferencia.

Pongo los ojos en blanco y me dirijo a Melissa quien se cruza de brazos.-Mel... Tú, ¿qué... haces aquí?

-Quería... ¿qué hace aquí Bruno?

Trago saliva. Ella nunca lo había llamado por su nombre...

-Vine a darle sus papeles.-Se apresura a decir.-Sí, eh, entré en la misma escuela que Alicia, ¿te lo dije, nena? Y me dio sus papeles a guardar, sólo vine a devolvérselos.

Melissa me mira.-Sí, él ya se iba.-Le tomo el brazo desde atrás de mí y lo empujo hacia la puerta, casi choca con Mel.-Adiós a los dos, se van por la sombra, no hablen con extraños.-Digo rápidamente y cierro la puerta tras de mí.

Dejo escapar un largo suspiro de alivio, tal vez ya lo tenía guardado desde hace unas horas, quizá días.

Eso estuvo cerca...

Me deslizo por la espalda hasta quedar en el suelo y me abrazo las rodillas. Miro al vacío y el tiempo muere. Sólo pienso en que esto está mal; estuvo mal desde que empezó y está mal ahora, peor ahora, y no sé qué hacer.

¿Acaso me gustó? O bien, ¿acaso me gusta Bruno? Es tan arrogante, engreído, patán, estúpido, idiota, guapo... ¡No! Choco mi frente contra mis rodillas y las lágrimas se deslizan por mis piernas.

***

Caigo hacia adelante bruscamente y mamá entra por un pequeño espacio abierto de la puerta.-¡Alicia! ¿qué hacías dormida en el piso?-Me ayuda a levantarme.

-Yo... eh... No he dormido bien.

-¿Y por eso duermes en la puerta?

-Es... La puerta de una casa es la entrada a un estilo de vida diferente a cada quién y... Es liberador...

Me hace esa cara que dice ''¿por qué no usé condón?" y cierra la puerta detrás de ella. Digo que me voy a mi cuarto pero en realidad, lo menos que quiero ahora es estar ahí, donde Bruno logró parte de lo que siempre quiso.

Subo a mi cuarto y cierro la puerta tras de mí. Miro a la cama, un poco desatendida y siento el calor subiendo por mis mejillas. Niego con la cabeza y suelto mi pobre labio al que estaba mordiendo inconscientemente. Salgo algo por mi ventana, sosteniéndome de un tubo con una mano y del filo de la ventana con la otra. Pongo un pie en otro tubo y así escalo hasta llegar a la azotea.

Sacudo mi ropa y unos leves raspones que se formaron en mis rodillas pero no me importa. Sólo veo al exterior. La ciudad, las montañas a lo lejos que son más oscuras y mientras más lejanas el color es más claro, como si fuese un dibujo hecho a lápiz y al final sólo se difuminara con la punta acostada, coloreando de un tono gris claro. El viento sopla y me despeina. Mis largos y oscuros cabellos corren en todas direcciones, despejando mi cabeza, mi mente.

Vaya, realmente necesitaba esto.

Me siento en la orilla, dejando mis pies colgando. Normalmente me dan miedo las alturas, pero esto, aquí jamás tengo miedo, de nada.

El sol comienza a meterse, lo que ofrece un magnífico espectáculo. Los rayos traspasan las nubes, el cielo se tiñe de un color rosado con azúl a los costados. Mi respiración es tan regular como hace mucho no lo era, el viento sopla a mis mejillas, mi cabello. Mi blusa se ha levantado un poco dejando a la vista parte de mi abdomen y espalda pero no me importa, es realmente purificante.

Pienso en la infinidad, en el cielo, en el mundo. El mundo está dentro del cielo, y el cielo está dentro de la infinidad. Y aquí, en el mundo hay continentes; y en ellos, países; y en ellos, ciudades; y en ellos, casas, miles y miles de casas y calles; y en ellas estoy yo. Soy una minúscula parte casi inexistente de toda la inmensidad del universo, y soy tan compleja como si fuese lo más grande de él. Y sólo soy una. Y somos millones de personas en el mundo.

Imposiblemente destinado TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora