Capitulo 4

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Capítulo 4

Pateé una roca que estaba junto a mi pie. El agua estaba fresca, pero no me apetecía meterme aun. Luke, Ash y Mike estaban acomodándose bajo la sombra de un abedul, junto a la orilla. Se habían tomado ya dos cervezas entre los tres.

La corriente estaba un poco fuerte hoy, incluso el agua se veía más oscura. Usualmente era transparente.

-Creo que va a llover o algo así-le dije a Mike, que era el que estaba más cerca de mí.

-Si -me contestó mojándose la cabeza con el agua fría. –No queda bien para el partido.

Me aleje unos pasos de ellos, más hacia el centro del río. En esa zona en particular, el agua me llagaba hasta las pantorrillas. Suspiré y mire hacía las sierras, río arriba. No parecía estar lloviendo en las cumbres, al menos.

Una fina cadena de plata con dijes se enganchó en mi pie durante unos segundos. Sorprendido por el encuentro, la atrape antes de que siguiera su camino por el agua. Me quedé pasmado al reconocer la bella pulsera.

Era de Sam, podía jurarlo. Tenía diferentes dijes pequeños, un corazón, una letra S, una flor, un trébol. La sostuve, preguntándome como había llegado hasta allí. Sabía que ella no se la quitaba nunca, y durante un momento me aterré por su paradero. ¿Si la pulsera estaba allí, donde estaba ella?

Mi duda fue saldada, cuando Sam irrumpió entre el circulo de mis amigos. Su rostro estaba afligido y sus calzas de trote estaban mojadas, al igual que la mitad de su cabello. Rápidamente, oculte la pulsera detrás de mi espalda.

Sam nos miró, incluso a mí, que estaba en medio del río.

-¿Qué hay, Sam? —preguntó Luke. -¿Quieres una cerveza?-.Le ofreció amablemente.

-No -contestó ella, y siguió caminando por la orilla, casi corriendo, hasta perderse en la curva del río.

Supe que buscaba su pulsera, pero egoístamente, decidí quedármela. Era algo de ella, lo único que tenía de ella. Y además estaba rota, el gancho estaba partido. Me la guarde en el bolsillo delantero de mi bañador, sin saber lo mucho que esa cosa significaba para ella.

Los días siguientes, Sam tuvo mala cara. No contestó mis insultos, ni siquiera se dignó a mirarme. No entendí porque era hasta que la escuche hablando con Alexa, en la puerta de su casa.

-No la encontré, no sé qué voy a hacer -lloriqueó. Tuve la decencia de esconderme detrás de un árbol. -Era lo único que tenía de ella.

-¿Y Clara no te dijo que iba a regalarte otra pulsera?-. Dijo Alexa consolándola

-¡No es lo mismo! –chillo Sam, antes de entrar corriendo a la casa.

Esa noche, cuando me junte con mis amigos, me anime a preguntarle a Luke algo que había comenzado a sospechar.

-¿La mamá de Sam no es Clara Silva?-.Dije sin mirarlo, moviendo un palito en el suelo.

Luke me miró, confundido.

-¿Por qué me preguntas eso?-. Dijo Luke mascando un chicle y viendo su teléfono.

-La escuche decirle algo extraño a Alexa... -me encogí de hombros. Si alguien sabía algo de Sam, era Luke. Su madre sabía todo sobre todos en Villa Mediterrane.

-Bueno, la verdad es que la mamá de Sam murió cuando ella tenía cinco. Clara es su madrastra-. Confesó Luke, jugando un juego de esquivar en su teléfono.

Eso fue todo lo que tenía que oír. Ahora sabía que yo tenía la pulsera de la madre muerta de Sam, lo último que le quedaba de ella. ¡Maldito egoísta! Me sentí fatal.

La mañana siguiente, me escabullí al río, vacío a esa hora. No sabía cómo devolverle la pulsera, sin ser grosero con ella. Esto no era cualquier cosa, era algo que para Sam significaba mucho más que algo material.

Me detuve en la orilla, al ver a una chica en bikini palmear la arena con los dedos. Sam se había recogido el cabello, e inútilmente intentaba encontrar su pulsera en la arena.

Me puse las manos en los bolsillos y la observe durante un largo rato, hasta que me descubrió. No me dijo nada, solo me miró de mala gana.

-¿Se te perdió algo? -pregunté.

-No te importa -me contestó.

Me encogí de hombros.

-¿Qué perdiste?-. Sonreí

-Ya te dije que no te importa-. Ouch, Sam, no sabes cómo me está doliendo y tú así de fría.

Uf, la primera vez que ella insultaba primero. Definitivamente, estaba mal, y eso me destrozaba por dentro.

Me metí al agua baja y camine hasta ella.

-¿Estas...bien? -mantuve mis distancias, y me alegré de no decirle nada ofensivo. Quizás su dolor me ayudaba en esto.

Ella dudo de mí, me dirigió una mirada desconfiada.

-No te importa -repitió. Me mató por dentro, estaba tan mal que incluso se había vuelto monosílaba. O monofrásea, pero creo que eso no existe.

Paso cerca de mí y la deje marcharse, bastante afectado. Este rechazo era más frío que el de costumbre. Me vi contagiado por su tristeza y no le dirigí la palabra en días. No es que no quisiera hablarle, pero es que solo no quería molestarla. De verdad, no quería hacerlo. La evite para lograrlo.

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¿Qué tal? ¿Les está gustando? La verdad me gustaría que fuera comentándome como que les gustaría que pasara y esas cosas. Por cierto... Me encantaría que compartieran esto para así la novela tenga más visitas y me inspire a terminarla. Por último, ¿quisieran saber más de mi? Podrían hacer preguntas al escritor y terminando el capítulo yo se las respondo! ¡LAS AMO!

Bubba Sam. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora