Estás empezando algo que va a acabar muy mal. ¿Tanto te cuesta entender lo que sientes por ese chico? ¿Tanto te cuesta admitir tu debilidad? Vamos Heaven, debes recordar, tienes que hacerlo. Estás cometiendo los mismos errores y yo sé a dónde te van a llevar. Tú no quieres esto, tú no quieres una vida sin él. No la quieres.
¿Una vida sin quién? ¿Y de qué malditos sentimientos está hablando esa voz? Algo dentro de mí me dice que debo recordar, pero el problema es que no sé qué debería recordar... ¿Mi número de teléfono? ¿Algún recuerdo de la infancia? ¿El nombre de mi padre?
Mi mente parece reaccionar a alguna de esas palabras. Empiezo a ser consciente de lo que me rodea. Estoy rodeada de oscuridad, una bonita metáfora de mi vida. Poco a poco la oscuridad se va rompiendo y siento como yo me rompo con ella. Mi cuerpo se hace pedazos y yo me hago más pequeña, literalmente.
Ahora soy consciente de dónde estoy y no me gusta. Tengo... Debo tener unos seis años. Me encuentro en el parque. Puedo verme a mí misma porque no lo estoy viviendo en primera persona, tan sólo soy una invitada a lo que parece ser un evento importante de mi vida.
Recuerdo perfectamente este parque, aquí me llevaban siempre mis padres cuando salía del colegio para que me divirtiera un poco mientras ellos discutían. Siempre había alguna madre que se encargaba de mí, que me alejaba de ese ambiente tan tóxico. En ese momento no era consciente de absolutamente nada, tan sólo era feliz por poder jugar con otros niños.
Mis padres están ahí, en una esquina, sentados en un banco, alejados de todos. Mi madre llora y mi padre grita.
-¿Por qué te preocupa tan poco tu hija? ¿No ves lo que le estás haciendo? -dice mi madre desesperada.
-Lo que le estamos haciendo, no te equivoques -gruñe mi padre -Te quejas de que beba pero no intentas entender mis motivos, bebo porque me amargas la vida. No quiero esto, no quiero estar contigo... Pero no pienso dejar que te quedes con mi hija, bruja -
-No me dejas pedir el maldito divorcio porque sabes que me darían a mí su custodia -llora más -Déjame vivir, déjame vivir... -su voz se rompe.
¿Te das cuenta ahora de lo que ella tuvo que aguantar por ti? ¿Eres consciente del daño que nos llegó a hacer papá?
Soy más que consciente de ello, maldita vocecita, pero yo no puedo hacer nada. No puedo cambiar mi pasado así que no entiendo qué cojones hago aquí, no entiendo porqué tengo que revivir recuerdos que ni siquiera recordaba, recuerdos que mi mente había eliminado, por suerte.
Observa a esa niña pequeña y dime qué ves, qué sientes. Fíjate bien con quién está jugando y dime a quién te recuerda. Piensa, piensa, aunque sólo sea por unos minutos, deja libres tus pensamientos, no los bloquees.
Me centro en la niña pequeña y dejo que absolutamente todos mis sentidos se manifiesten.
La niña ríe, la niña sonríe. Esa felicidad tan débil que siempre le ha caracterizado se deja ver en cada uno de sus actos. Es débil pero a la vez fuerte... Está jugando con un niño de su misma edad, los dos están apartados de todos los demás. Busco a los padres del chico pero no los encuentro por ningún lado.
No te centres en sus padres, ellos no están aquí, él está con su abuelo. Sí, el hombre de cabellera blanca y una amplia y sincera sonrisa que le mira desde el banco, ese, el que tienen al lado.
Mi mirada se dirige al banco y, efectivamente, ahí está, Es un señor mayor, de aspecto agradable. No aparta su vista del niño ni un momento, ni tampoco de mí. Incluso puedo ver como cada cierto tiempo observa a mis padres discutir y niega con la cabeza, con tal tristeza reflejada en sus ojos que me provoca dolor hasta a mí.
Céntrate en el niño, el niño.
Hago lo que mi cabeza me dice. El niño. El niño me resulta muy familiar. Su pelo es negro y rizado, muy rizado, y sus grandes ojos azules observan a la niña con dulzura.
Ese niño era mi amigo, recuerdo que siempre jugábamos juntos. Y lo seguimos haciendo hasta que terminamos la escuela, pero al empezar el instituto ya no volví a saber nada de él. Algo me dice que no todo acabó aquí. Creo que tengo más recuerdos suyos... O quizás nuestros.
No hay novedades, sus constantes vitales permanecen igual. Sus ojos no han vuelto a abrirse y parece que tampoco tienen ganas de hacerlo. Heaven está descubriendo muchas cosas, su cabeza está en llamas ahora mismo. Poco a poco los puntos parecen unirse, pero si ella no es capaz de recordar todo lo que va aprendiendo todo lo que está viviendo ahora no habrá servido para nada.
Los médicos no pueden hacer nada, tan sólo esperar. Esperar e ir ocupándose de su cuidado diario. Nadie aquí puede hacer nada pero tampoco parece preocuparles demasiado. Esto es un hospital, siempre hay gente viva por rescatar, gente a la que sí que pueden ayudar, gente a la que sus cansadas almas se agarran para intentar llenar ese sentimiento de culpabilidad creado por las vidas perdidas y los casos imposibles.
La vida del médico es complicada, pero la del enfermo es aún peor.
A todo esto... ¿Será capaz Heaven de unir esos puntos? ¿Será capaz Heaven de entender de una vez su historia antes de que sea demasiado tarde? Y si lo consigue... ¿Será capaz de despertarse?
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Sueños destructivos
Teen FictionVivimos y morimos estancados en el mismo lugar, nuestra vida, nuestro mundo. ¿Alguna vez os habéis planteado la opción de que todo aquello que consideramos como “vida” fuera tan sólo un sueño, o una pesadilla? ¿Qué haríais vosotros si esa idea os ll...