Capítulo 19.

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Me deshago de mi chaqueta y pierdo la poca dignidad que me quedaba enrollándome con Lacey, como todo el público pedía. La canción llega a su fin y con ella nuestro baile. En cuanto mis pies reposan en el suelo un grupo de chicos se me acerca, pero parece que alguien intenta abrirse paso entre ellos y cuando lo consigue es exactamente quien me imaginaba.

-¿Qué coño haces? –

-¿Y tú? Vamos, la pelirroja estaba bien pero esta tiene cara de cerdo –gruño, riéndome. Se acerca a mí para besarme pero yo me aparto –No me toques, gilipollas. Tú empezaste esto, tú te vas a quemar –gruño. Su mano coge mi muñeca con fuerza. Capullo. Él sabe de sobras que me iba a hacer daño, mucho daño.

-Te equivocas. Voy a hacer que todo el mundo en esta puta ciudad tenga miedo de acercarse a ti y entonces vendrás corriendo a mis brazos porque solo me tendrás a mí -

-Yo no tengo nada ni a nadie, ni tampoco lo necesito. Haz lo que quieras, jódeme como quieras, pero no vas a conseguir lo que quieres... Nunca –gruño –Ahora lárgate antes de que llame a seguridad, cerdo –añado. Iba a decirme algo pero se contiene, tan sólo se limita a darse media vuelta e ir a la barra en busca de algo que beber y de alguna zorrita con la que joderme la noche.

Pues no se lo pienso permitir. No lo pienso hacer.

-¿Va todo bien, nena? –pregunta Lacey preocupada.

-Lo estará pronto –aseguro –Vamos, no pienso dejar que nadie me joda la noche –empiezo a bailar con ella.

Mis ojos arden en furia al ver que Jack ya ha encontrado a otra chica. Si él puede joderme ¿por qué yo no podría? Puedo hacerlo de una manera más directa.

La única regla es que no podemos enrollarnos con chicos. Ha dicho chicos, pero no ha dicho nada de chicas.

Rápidamente me acerco a ellos y cojo del brazo a la chica, apartándola rápidamente de Jack. Cojo su rostro entre mis manos y la beso, tan intensamente que parece gustarle puesto que puedo sentir como su lengua responde a la mía.

-¿Qué coño? ¿De verdad, Heaven? ¿De verdad? –grita Jack. Aparto a la chica de mí con un pequeño empujón.

-No te acerques a él, puta –gruño y la chica se va, supongo que no le irán este tipo de cosas, preferirá mantenerse al margen de las disputas de dos locos –No olvides que yo también sé jugar –espero que me grite pero en vez de eso sus facciones se relejan y aparece esa irritante sonrisita.

-Ahora mismo te follaría tanto que se te quitarían las ganas de acercarte a cualquier otro chico durante meses –asegura tranquilo, muy tranquilo.

-Sabes que el sexo me encanta, pero esta noche no, Jack. Es nuestra última gran borrachera –señalo a Lacey con la mirada –Y la única norma es no enrollarse con ningún tío, así que nos vamos a tener que aguantar –me acerco a él, abrazándole y depositando un beso en su hombro –Ten una buena noche –río.

-La tendré cuando te tenga rendida a mis pies –susurra en mi oído, divertido por mi comportamiento. Es increíble el control que llega a tener, sobre todo cuando habla conmigo. Supongo que para él esto también es un juego y tengo que admitir que es un buen jugador, un muy buen jugador.

La noche transcurre con tranquilidad, Lacey y yo nos divertimos tanto como solíamos hacerlo, pero eso para mí ya no es suficiente. Antes no era la persona que soy ahora. Antes no sentía lo que siento ahora. Antes era una cría y me creía guay por beber. Antes bebía por diversión, ahora la bebida es la única cosa imprescindible en mi vida. Antes tenía límites, antes me conformaba, antes llegaba un punto en el que tenía suficiente, antes estaba viva. Ahora soy una simple alma perdida y marginada que no tiene absolutamente nada.





Hoy Heaven tiene visita, una visita muy especial.

-Dios... Hacía tanto que no nos veíamos... Me duele que nos hayamos reencontrado en estas circunstancias –su voz suena rota y cada palabra que dice está llena de dolor y culpabilidad –Ahora que sé qué te hizo acabar aquí me arrepiento de no haberte llamado, me arrepiento de no haber cumplido esas palabras que te dije el día que te conocí. Me arrepiento de no haber intentado ser tu amigo, de no haberlo intentado de verdad. Pero sé que no te debía nada, ni tú a mí tampoco. Pasamos una buena noche y supongo que eso fue todo... Dudo que fuera ni el primero ni el último –se sienta a un lado de la cama de Heaven y coge su mano con cuidado –Me gustaría que supieras que Clare, la chica pelirroja de la discoteca, y yo lo arreglamos. Nos dimos cuenta a tiempo de que nos queríamos y de que jugar con los sentimientos del otro no servía de nada, de que era una pérdida de tiempo... Siento mucho que tú no puedas decir lo mismo –carraspea nervioso –Estamos saliendo y ya vivimos juntos. De hecho ayer me dio una noticia maravillosa... ¡Está embarazada! –una sonrisa se dibuja en sus labios en cuanto pronuncia esas palabras en voz alta –Wow, impresiona ¿verdad? Yo tampoco lo esperaba. Pero bueno, los dos ya tenemos 22 años, es una buena edad... Tengo pensado pedirle matrimonio en muy poco tiempo. Quiero hacerlo antes de que nazca nuestro hijo, espero que diga que sí –suspira –Supe que estabas aquí porque bueno, ya sabes, este pueblo es muy pequeño y la gente habla mucho. Al principio no me atrevía a venir, pero supongo que es mucho más fácil enfrentarse a ti cuando estás durmiendo que cuando estás despierta –ríe –Perdón, espero no haberte ofendido –se arrepiente rápidamente –Creí que debía visitarte como mínimo una vez porque formas parte de mi vida. Tú me hiciste darme cuenta de que no podía seguir así con Clare, de que podríamos acabar muy mal. Te debo un agradecimiento así que gracias, muchas gracias –besa su mano –Y bueno, espero y deseo con todo mi corazón que consigas salir del coma y recuperes la vitalidad que perdiste en tus últimos momentos de vida –se levanta –Ah, y por si no me habías reconocido aún, soy George, el chico al que le diste tu número después de una magnifica noche. Adiós Heaven, lo siento mucho por todo... Y suerte, mucha suerte –dicho esto la observa por última vez y después se va, con lágrimas en los ojos y con un nudo en la garganta que le impide respirar con normalidad. Nunca le han gustado los hospitales. Nunca se habría imaginado que vendría a uno por su propio píe. Pero Heaven tampoco tenía planeado acabar en un hospital, su intención era acabar convertida en cenizas, ella no quiso esto. Ella ya eligió la muerte hace mucho tiempo y es muy irónico que ahora todo el mundo le diga que luche por vivir. Ella dejó de luchar mucho antes de lo que ellos creen, si es que alguna vez luchó.



Sueños destructivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora