Capítulo 1.

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El incesante sonido del agua chocando contra el río nos envuelve por completo, así como las gotitas de agua que no siguen su rumbo, si no que deciden explorar el bosque, precipitándose al vacío. Una cascada preciosa. La misma a la que me llevó en nuestra primera y desastrosa cita el chico que tengo a mi lado.

No sé cómo hemos acabado aquí, ni haber recorrido el camino de siempre ni haber tropezado con la misma roca de siempre, ni siquiera recuerdo haber cruzado alguna palabra con él.

Mis pupilas perciben su rostro como una pequeña mancha borrosa, supongo que habré olvidado ponerme las gafas. Aún sin poder verle recreo en mi cabeza sus negros y despeinados rizos, así como sus bonitos ojos color miel y esa amplia y desgastada sonrisa que tanto le caracteriza.

Su mano busca la mía y con un simple susurro cerca de mis oídos logra ponerme los pelos de punta.

-Salta conmigo, salta, vamos, salta -algo extraño se esconde tras su tono de voz -Dijiste que esto sería para siempre ¿cierto? Pues mátate conmigo -

-¿Tanto te ha afectado el alcohol? ¿Se puede saber cuántas copas te has tomado? -mi voz suena pero mis labios están completamente inmóviles, es como si alguien me hubiera extraído las cuerdas vocales y estuviera hablando en mi lugar.

-Sabes que si seguimos vivos uno acabará matando al otro y yo no quiero matarte, quiero ser dueño de nuestro final y he decidido que esta es la mejor forma de acabar. Puedes venir conmigo ahora o más tarde, pero sabes que tarde o temprano nos volveremos a ver -

-Si quieres saltar salta, estoy harta de tus estúpidos juegos –de repente mi estado de ánimo cambia -Ten un buen viaje -nos unimos en último y desesperado beso.

"¿Qué estás haciendo? ¿Por qué permites esto? Sal de aquí, sal ahora mismo." esa voz es como un eco que rebota contra las invisibles paredes que parecen rodearnos.

El chico se tira, dejando en mis oídos una horrible risa que destroza mis entrañas. Mi cuerpo parece reaccionar, pero mi alma se separa de él. Ahora soy una simple observadora, aunque quizás lo he sido desde el principio.

Mi cuerpo mira la cascada desesperado, en su busca.

-¡Maldito idiota! ¡Vuelve ahora mismo! ¡Vuelve! -grito. Mi cuerpo entra en pánico y se lanza cascada abajo, con la intención de ir a buscar a su amante. En la caída noto un persistente deseo de muerte. No quiere vivir, ese cuerpo sin alma quiere ir con el chico, quiere morir, no quiere existir en un mundo en el que él no está. El cuerpo se convierte en un bonito pájaro que cae lentamente, siendo consciente de lo que hace y deseando que se cumpla su destino. Al llegar al agua el pájaro se convierte en un pequeño pez y se sumerge, escabullándose a las profundidades de una oscura cueva situada detrás de la cascada.

Ahí es cuando me pierdo de vista, tanto a mí como a aquel chico que un día aseguró ser mi perdición y ahora lo había conseguido. Nuestro mundo, un mundo lleno de drogas, alcohol, locura y un poquito de amor, al que pertenecíamos tanto él como yo, se había quedado sin dos cuerpos y una alma, dejando por el camino a otra. A mí.

-Tic tac tic tac tic tac tic tac -el hermoso paisaje empieza a deshacerse a mi alrededor y un fuerte pitido acompañado de la sintonía de un despertador invade mis oídos, aturdiéndome.

El suelo se abre y empiezo a caer a una gran velocidad, intento agarrarme a cualquier cosa pero no consigo nada, todo a mí alrededor parece caer conmigo. Un último zumbido y todo termina.



Las constantes vitales de Heaven suben precipitadamente. Todos en la sala miran el monitor, sobresaltados.

-¡Está viva! -grita su madre.

De hecho no está tan desencaminada, por unos segundos había recuperado a su no tan inocente niña, por unos segundos sus ojos se habían abierto para volverse a cerrar inmediatamente. Por desgracia, nadie en la sala lo percibe y las constantes de la chica vuelven a su estado anterior, a un estado de coma.

Los médicos suponen que ha sido un fallo del sistema y cambian inmediatamente la maquinaria a la cual está unida Heaven, mientras se disculpan mil veces por si el incidente les había dado falsas esperanzas, ellos ya les advirtieron de que el caso de Heaven era muy grave y su recuperación era casi imposible. Por lo visto las drogas habían destrozado por completo su organismo.

Y así, el incidente se queda en eso, en un simple fallo del sistema.

Estúpidos humanos, siempre conformándose con teorías mediocres que intentan explicar sucesos sobrenaturales.

Nadie, ni siquiera Heaven, podía imaginar lo que este hecho anunciaba y todo lo que estaba a punto de presenciar o, mejor dicho, experimentar.

Sueños destructivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora