Iba a volver a ponerme mi ropa cuando se secara pero me he dado cuenta de que no tengo tanto tiempo, estoy en una comunidad que no es la mía, desnuda... No quiero tener problemas con la policía porque entonces mi madre sabría dónde estoy.
Así que en vez de eso he estado buscando entre las prendas que han tendido las personas que viven en el primer piso algo de mi talla. He tenido suerte, he encontrado unos pantalones tejanos que se ajustan a mis piernas a la perfección, una camisa tejana de botones y una chaqueta de la misma tela. Supongo que será de alguna chica de mi edad a la que le deben gustar mucho las prendas tejanas. A cambio le he dejado mi ropa, para que tenga algo diferente que ponerse.
Hace un rato que he salido de esa bonita comunidad. Ahora estoy paseando tranquilamente por la calle. Con esta ropa incluso parezco una persona decente, si no fuera por mi cara, claro, y por la botella de Coronita que llevo en mi mano, la cual acabo de comprar. Cerveza a primera hora de la mañana; el desayuno de las perdedoras como yo.
Al cruzar por el puente todo a mi alrededor parece moverse a cámara rápida. Mis ojos se abren expectantes, parece que para todos, menos para mí, el tiempo pasa volando. A cada paso que doy el cielo se va oscureciendo un poco hasta que, al acabar el puente, la noche se ha vuelto a abrir paso en el cielo. Es como si los días no fueran dignos de recordar, al menos no para mí, como si toda mi vida se centrara en la noche.
Es de noche porque por el día te limitas a vagabundear sin rumbo. Tus días no son dignos de recordar, nadie quiere leer cómo vomitas una y otra vez, ni cómo pierdes el tiempo. Yo mando, yo decidido qué vives y cómo lo vives.
Esto no es una vida normal, esto no puede ser real, quizás me lo estoy imaginando todo, quizás mi locura está llegando más lejos de lo que yo creía. Pero bueno, tener que vivir en una eterna noche tampoco está tan mal, la noche es el momento más interesante del día, donde todo, absolutamente todo, puede pasar.
Tiro la botella de cerveza al suelo y me dirijo rápidamente a la discoteca. En cuanto entro me encuentro con una vieja amiga, la única chica a la que aún le guardo un poco de cariño. Supongo que es normal, nos conocemos desde que éramos pequeñas. Cada una fue por su camino pero aún recuerdo que las noches de fiesta con ella eran geniales.
-Hombre, mira a quien tenemos aquí –sonríe acercándose a mí.
-Cuanto tiempo, Lacey –contesto respondiendo a su abrazo. Lo hago secamente, pero como mínimo no la aparto, como habría hecho con cualquier otra persona.
-Sí, mucho, Heaven –se aparta y me mira de arriba abajo –Te recordaba diferente, al menos tu estilo de ropa –
-Ya, bueno, me la han prestado –miento.
-Eso lo explica todo –ríe- Sigues estando igual de buena –añade.
-Y tú sigues mintiendo igual de bien –ella pone los ojos en blanco.
-Oye ¿qué te parece si nos cogemos una buena borrachera? La última antes de que me mude, por los viejos tiempos –
-¿Te mudas? –
-Sí, he conseguido trabajo en Estados Unidos... Me ha costado pero por fin es seguro, voy a trabajar de lo que me gusta, voy a trabajar en el apartado de criminología del FBI –
-Me alegro mucho por ti -¿y yo qué he conseguido? Nada, absolutamente nada –Esto se merece una buena borrachera –y de paso así olvido por unas horas mi patética vida.
Vamos hacia la barra y nos sentamos en una mesa. Lacey se ha abierto una cuenta en el bar, dice que quiere invitarme a todo, por las muchas veces que yo lo hice. Así que esta noche tengo barra libre... Maravilloso.
-La única regla es que no podemos enrollarnos con ningún tío, eso siempre arruina la noche... Ah y nada de pastillas, eso es jugar sucio, solo alcohol, alcohol en grandes cantidades y baile, mucho baile –grita emocionada. Su mano coge la mía y me lleva hasta la pista. Empezamos a bailar entre nosotras y los chicos se nos van acercando. Bailamos con todos y con todas. Compartimos copas y risas.
¿Qué haces? Mira a tu alrededor, vamos. No puedes pasar una noche tan buena, no te la mereces.
Esa voz me obliga a mirar a mi alrededor y al hacerlo me encuentro a Jack bailando con una chica, como no. Supongo que él me habrá visto antes que yo a él y habrá seguido con su juego o con nuestro juego, no lo sé. Pero esta vez ni siquiera había pensado en él. Al menos no lo había hecho hasta ahora, joder, qué asco.
-¿A quién miras zorrita mía? –la voz de Lacey me devuelve a la Tierra.
-A nadie –mi respuesta no le convence pero en cuanto mira en la dirección en la que yo estaba mirando lo entiende todo... O eso es lo que parece.
-¿Tienes algo con ese? –niego con la cabeza –Esa putilla no tiene nada que hacer contra ti, nena, no le des más vueltas –empieza a maquinar algo, lo sé por su mirada –Vamos, sube, va a ver lo que es desear a alguien de verdad –ella se sube a un pequeño escenario en el centro del cual se encuentran dos barras de hierro. Sé lo que quiere hacer y sinceramente me parece una idea genial. Que le den, que le den a Jack y a todo el mundo.
Me subo al escenario sin pensarlo dos veces. El DJ cambia la música por algo mucho más sensual. Todo el mundo nos observa, incluso esos bonitos ojos miel que ahora están teñidos de una falsa indiferencia que me hace reír.
Empezamos a movernos y todo el mundo aplaude. Mis piernas se enredan en la barra, igual que las de Lacey y llevamos a cabo nuestro espectáculo. Debo admitir que lo echaba de menos.
El espectáculo consiste en restregarnos de mala manera contra los hierros, haciendo todo tipo de pasos que requieren mucha flexibilidad y una gran fuerza en las manos.
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Sueños destructivos
Teen FictionVivimos y morimos estancados en el mismo lugar, nuestra vida, nuestro mundo. ¿Alguna vez os habéis planteado la opción de que todo aquello que consideramos como “vida” fuera tan sólo un sueño, o una pesadilla? ¿Qué haríais vosotros si esa idea os ll...