Cuatro.

11 0 0
                                    

Talía.
Esa noche iba a robar un banco, era necesario que pasara por allí antes de hacerlo, salí, llamé a Elías y le dije que estaría buscando trabajo.
- No, gracias, creo que ya sé ubicarme sola.- le dije cuando se ofreció a acompañarme.
- Está bien, suerte.- respondió.
Me gustaba mucho su acento español, que a pesar de que hablaba portugués todo el tiempo, jamás se perdió.
Ése día me puse una peluca rubia, y me maquille de una forma extravagante, como si fuera una mujer que sólo se interesa en las apariencias, y actuaba como una total ignorante en el banco. Haciendo dramas y coqueteándole a casi todos los trabajadores de allí.
En la noche volví.
Me vestí de negro y me puse ropa cómoda, preparándome para la acción. No me coloqué nada, ninguna peluca, ni maquillaje.
Éste banco era reconocido por su sistema de seguridad, de una empresa muy prestigiosa, por ende, muy costoso.
Sin embargo, sólo eran palabras.
Elías me había presentado hace poco un hombre muy ricachon, que era su amigo, sin embargo yo sabía que todo ése dinero no venía de un trabajo humilde como el de Elías, así que lo contacté.
Como era de esperarse, era un narcotraficante, Elías no lo sabía, así que pensé en lo engañado que estaba con respecto a sus amigos. Héctor, un viejo adinerado, típico, rodeado de prostitutas en una mansión. Me dijo que los encargos por teléfono en su negocio no servían, me dio la dirección.
Fui a las 17:00 horas de ése mismo día.
Seguí las indicaciones.
- Tercer callejón a la izquierda.- dijo. Tenía la voz gruesa y ronca. Me pregunté si todos los tipos rudos tendrían que tener la voz gruesa y ronca para ser mafiosos.
Entré en el callejón estrecho y mugriento, con contenedores de basura. Tenía un olor nefasto, me dieron náuseas. Seguí a la derecha, estaba oscuro y vacío. Caminé más lejos hasta que escuché una cámara vigilando y siguiendo todos mis movimientos. Me volteé hacia la cámara y levante las manos como diciendo "No tengo armas".
Esperé 5 minutos o más, y vino un hombre con un arma demasiado grande.
- Vine a ver a Héctor.- dije, con voz firme.
Me observó, de pies a cabeza. Me moví un poco y me apuntó con su arma. Levanté la ceja.
- ¿Puedo pasar o no?- dije con una expresión ruda en mi cara. No hubo respuesta así que continué caminando pero el hombre me impidió el paso.
-No le dije que sí.- Dijo.
-Tampoco dijo que no. - Sonreí y pasé. Ya sabía lo que me harían: Me mandaron éste tipo muy temerario para que me devolviera a mi casa asustada por su arma. Pero no. No me iba a ir. Necesitaba ésto.
Entré, era una típica habitación con paredes rojas, cuadros de madera, candelabros y todas esas cosas aburridas y elegantes.
Al parecer la otra entrada era por medio de una discoteca, pues había mucho ruido, que por más distorsionado que sonara, sabría que es música. Entré y había un pasillo, con varias habitaciones.
Y al final una puerta roja con un cartel colgando de esta.
"Sólo personal autorizado."
Ingresé allí.
Había un tipo gordo sentado detrás de un escritorio lleno de billetes y diamantes. Observando como golpeaban a un flacucho que gritaba "¡piedad! Yo tengo el dinero" pero nadie decía nada. Sólo los tipos con traje golpeaban al pobre hombre. Moribundo, lo sacaron de allí cuándo el gordo les dio la orden.
- Déjenlo en el baño tirado.- Dijo mientras dirigía su mirada hacía a mí.
- Héctor. Hoy lo llamé. - dije con voz firme de nuevo, intentando ocultar mis nervios por lo que acababa de ver.
- Ah si. ¿Qué es lo que quieres mujer? Tengo muchas cosas que hacer.- dijo con antipatía.
- Necesito ayuda para burlar el banco EBank que cuenta con "el mejor sistema de seguridad del país"- dije con sarcasmo la última frase.
Río.
-¿Y qué le hace pensar que le ayudare, muchachita?- Dijo mirándome como si le estuviera contando chistes.
-Míreme, necesito el dinero, usted sabe muy bien la cantidad de dinero que se puede ganar en el robo de un banco. Sé que el dinero le sobra, así que dígame que quiere a cambio, porque se bien que dinero, no es- Le dije mirándolo a los ojos intentando parecer provocativa, aunque esa mirada obviamente era fingida, ese viejo no me causaba más que ganas de vomitar y salir corriendo. Sin embargo, mi trabajo exigía muchas cosas y no perdería ésta oportunidad.
El hombre se río a carcajadas.
-Tiene razón, no quiero dinero. Ahora míreme usted a mí, tengo dinero y muchas mujeres así que su oferta sexual tampoco me interesa, si es que a eso se refería.- Respondió el viejo ricachón. Suspiré ante sus palabras, pues me dieron una sensación de alivio inmediata.
Sonreí. -Sus palabras me alivian, pero entonces ¿está usted diciendo que tome eso como un no?- Respondí, borrando la sonrisa de mi rostro, poniendo una mirada fría y levantando ligeramente unas de mis cejas.
-Mire jovencita, usted no debe tener más de 20 años, y se ve bastante experta para robar lo cual es curioso. No suelo hacer acuerdos con personas jóvenes debido a su inexperiencia, pero por esta vez haré una excepción y le voy a ayudar.- Dijo.
Sonreí ante sus palabras.
-Con una única condición que nos conviene a los dos. Elías es mi amigo y lo aprecio y también el suyo, ¿no es verdad?- Preguntó. Yo asentí en modo de respuesta, lo cual era curioso pues esta vez no mentía, Elías era mi amigo, mi primer y verdadero amigo.
-Perfecto, usted conoce su situación económica y sentimental tanto como yo, así que acá es donde entra mi condición.- Respondió Héctor, tal vez no era tan malo después de todo, pues quería ayudar a su amigo y eso no lo hacía malo, ¿verdad?
-Entonces- prosiguió el viejo- le ayudaré a robar ese banco, pero por lo menos el 30% de las ganancias deberán ser para Elías o no hay trato.
-Hecho, es una condición que jamás negaría- Respondí de inmediato. El hombre sonrió, parecía una sonrisa totalmente real.
-Me gusta que sea sensata señorita... ¿Cuál es su nombre?- Preguntó.
-No necesita mi nombre, vengo a hacer negocios, no amigos- Respondí de manera grosera, pues odiaba que preguntaran sobre mí.
-No se altere, el único dato que necesito es su nombre, si Elías lo sabe yo puedo saberlo-
-Talía- Respondí de mala manera.
-¡Thiago!- Gritó Héctor. Mi cuerpo se tensó. ¿Ahora que está haciendo este hombre? Pensé mientras me mantenía firme para que mis nervios no fueran notorios.
Un hombre guapo, alto, de cabello castaño oscuro y ojos negros entró por la puerta; un arma grande colgaba de su hombro.
-Señor, que necesita- Respondió. Su voz era bastante ruda y atractiva. Sentí como mi piel se erizó ligeramente.
-Talía, tome asiento- Me senté en una silla que estaba frente a Héctor- Él es Thiago, es uno de mis mejores hombres. Usted y él dirigirán el robo. Thiago, siéntese.- El hombre del arma se sentó en una silla que estaba junto a la mía. Me miró de arriba hacia abajo, detallándome. Luego volvió su mirada a Héctor.
- Thiago, nuestro objetivo de mañana en la noche es el EBank, pero el edificio central, es decir el del norte. Talía dirigirá un grupo, este estará conformado con Ramiro, Oscar y Manolo. Más tarde se los presentará a Talía. Ella y su grupo cubrirán la parte de atrás. Y Thiago, usted, Nico, Carlo y Ricardo se encargarán de la parte de enfrente. Recuerden que siempre hay vigilantes con armas. Este banco es bastante difícil de robar, pero para su suerte jovencita- dijo mientras posaba la mirada sobre mí- nosotros ya tenemos vigilado ese banco, sabemos los horarios y los datos de todos los vigilantes. En total hay 12 vigilantes, 7 fuera y 5 dentro. Yo les proporcionaré las herramientas necesarias. Thiago llame a los muchachos, reúnanse en la sala de conferencias 2. Guie a Talía allá.- Ordenó Héctor.
-Si señor- Respondió Thiago mientras se levantaba de la silla. Me hizo una seña para que lo siguiera, yo me levanté de la silla.
-No sabe cuánto le agradezco- Dije.
-Agradézcame cuando tenga el dinero en sus manos- Respondió cordialmente Héctor. - Y Thiago haga seguir a Pamela- Ordenó Héctor, su mirada y tono dejaron de ser cordiales y pasaron a ser pervertidos.
Thiago y yo salimos de la habitación.
-Manolo, Nico, Ramiro, Oscar, Carlo y Ricardo. Sala de conferencias 2.- Dijo Thiago por su transmisor, luego lo colocó de vuelta en su bolsillo.
-A la derecha- Me indicó, luego abrió una puerta grande y metálica.- Siga-
Entré en la habitación, estaba oscura. Él encendió la luz y luego me pidió que me sentara.
-¿Le puedo hacer una pregunta?- Preguntó Thiago, serio.
-Acaba de hacerla- Respondí con una sonrisa pícara.
Su seriedad se hizo a un lado y sonrió, era bastante atractivo. - ¿Puedo hacerle una pregunta además de esta?- Yo asentí.
-¿Cuántos años tienes?-
-¿Qué tiene que ver esto con el robo?- Dije confusa.
-Nada, solo es curiosidad- Respondió, apenado.
-Eso no importa- Respondí, fría.
-Entonces, ¿por qué quieres hacer un robo tan grande?-
-Por lo mismo que todos, dinero. Así es como sobrevivo- Dije de forma fría.
-Este no es un muy buen camino-Dijo Thiago- Puede que dé mucho dinero pero es peligroso.
-¿Entonces por qué trabajas en esto?- Pregunté.
-Porque da mucho dinero-
-¿Arriesgas tu vida por dinero?- Era irónico que yo hiciera esa pregunta con un tono de sorpresa, pues yo hacía lo mismo.
-Porque necesito mucho dinero-
-¿Por qué?-
-Mi padre lleva dos años en la cárcel. Quiero que salga de ese horrible lugar y así poder volver con mi madre-
-¿Dónde está tu madre?-
-Es una larga historia-
-Hay tiempo-
Sonrió ante mi respuesta.
-Bueno pues la contaré entonces. Hace dos años, cuando yo tenía 20 años, vivía con mis padres, soy hijo único. Mi madre era profesora de biología en un colegio de la ciudad. Mi padre era comerciante, o eso pensaba mi madre. Él en realidad exportaba droga y mataba gente, trabajaba con Héctor, yo lo descubrí a los 18 y él me enseñó todo lo que sé acerca de este trabajo. Un día, mi padre muy alterado nos dijo que alistáramos nuestras maletas porque al día siguiente nos iríamos a vivir a Madrid, ya que su trabajo así lo pedía. El día del viaje mi padre fue detenido en el aeropuerto, mi madre estaba muy confundida. Cuando entendió todo, no soportó la idea y decidió que nos iríamos ella y yo. Pero cuando se enteró que yo sabía no quiso que fuera con ella. Mi madre se fue a España y nos dejó. Desde ese día yo trabajo con Héctor y he pagado muy buenos abogados para mi padre. Pero ha sido un caso muy difícil debido a su pasado judicial.- Dijo Thiago entristecido.- ¿Y cuál es tu historia?-
-Yo no hablo sobre mí- Dije con frialdad.- Pero tú te ves confiable y me contaste tu historia. Así que prepárate para escuchar la mía- Odiaba hablar sobre mí, pero si este chico tuvo la valentía de confiar en mí y hablar sobre él con alguien desconocido, yo también lo haría.
Le conté mi historia. Su rostro quedó frio y tenso ante las palabras que yo pronunciaba.
-¡Y yo que me quejaba de mi historia!-Dijo Thiago cuando terminé de contarle. Sonreí.
-Ahora entiendes por qué hago esto-
Hubo un momento de silencio, él sonreía y me miraba fijamente. Mi cuerpo se tensó cuando noté que no retiraba su miraba de mis ojos.
Noté como ligeramente se acercaba cada vez más.
'' ¿Va a besarme? ¡Que le sucede a este tipo! Nos acabamos de conocer y ya intenta besarme. Yo estoy aquí por negocios no por amoríos, ¿es que no lo sabe?'' Pensé.
Estaba tan inmersa en mis pensamientos criticando a Thiago por querer besarme, cuando de repente sentí sus labios sobre los míos. ¡Por andar pensando mal de él no retiré el rostro y me besó! Que tonta soy. ¿O es que acaso no me retiré a propósito? ¡No, eso nunca!
'' Es patético que haga esto. ¿Quién se cree?'' Pensaba mientras nos seguíamos besando.
Pasaron unos cuantos segundos y el beso continuaba. Yo solo pensaba en por qué no me quitaba en vez de hacerlo.
Las voces del pasillo acercándose nos hicieron reaccionar y nos separamos. Si los muchachos no hubieran aparecido seguiríamos allí.
¡Que demorados son!
La puerta se abrió.
-¡Hey, Thiago! ¿Nos llamaste?- Preguntó un hombre barbudo con gafas oscuras y un arma como la de los demás.
-Sí, siéntense. -Todos tomaron asiento.
-Ella es Talía- Dijo Thiago mirándome mientras todos dirigían sus miradas sobre mí- La ayudaremos a robar el edificio central del banco EBank mañana en la noche. Nos reunimos para planear todo. Los grupos ya están conformados. Ramiro, Manolo y Oscar irán con Talía, quien va a dirigir su grupo, y se encargaran de cubrir la parte trasera. El resto vendrá conmigo, yo los dirigiré y cubriremos la parte delantera del edificio.-
Mientras Thiago hablaba yo solo pensaba acerca del beso, pareciera como si se le hubiese olvidado, o tal vez era muy profesional. Igual, fuera lo que fuera no se repetiría, fue algo que se dio en el momento.
Durante dos horas planeamos el robo. Se hacía tarde y yo debía volver, Elías estaría preocupado pensando en que algo malo me había sucedido.
Todos salieron de la sala dejándonos a Thiago y a mí solos.
-¿Tienes algo que explicarme?- Pregunté a Thiago haciendo referencia al beso.
-¿No entendiste algo del plan?- Preguntó, yo sabía que él solo estaba evadiendo el tema y que sabía a lo que me refería con mi pregunta.
-¿Por qué me besaste?- Lancé con frialdad.
-Te lo explicaré en el restaurante, mientras comemos-
Mi cara se llenó de confusión. Él solo salió de la sala, yo lo seguí.
Llegamos a un elegante restaurante. Nos sentamos en una mesa cerca a la ventana y pedimos nuestra orden.
-¿Ya me vas a explicar?-
-Solo quería hacerlo y lo hice. ¿Qué tiene de malo?-
-No lo repitas- Dije lanzándole una mirada asesina.
El río levemente. -No recibo órdenes tuyas-
En ese momento apareció la mesera con nuestros platos. Noté como coqueteaba ligeramente con Thiago, una sensación de molestia me invadió.
Terminamos de comer y no tocamos más el tema acerca del beso.
Me llevó a mi casa. Al entrar, me coloqué ropa cómoda para dormir y me acosté, estaba cansada y el día siguiente seria aún más agotador.

TalÍa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora