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-Por favor -rogó Alan mientras yo negaba con la cabeza-entremos.

Alan casi se ponia de rodillas enfrente mío suplicando que entraramos al mar a nadar un poco pero ninguno de los dos había traída ropa limpia para después, quería meterme pero a la vez tenía miedo, no sabía nadar. ¡Si! A mis dieciocho años no sé nadar, no salía de habitación así que tengo excusa, prácticamente no lo hacía.

¿Y si me ahogaba? ¿Quién me salvaría? Alan contrabajo puede consigo mismo.

-No. Sabes la historia y aún así quieres que entre, no, estas loco.

-Yo te enseñó a nadar. -bufé rodeando los ojos.

-Se vería ridículo, Alan -dije entre dientes.

-Bien, entraré sin ti. -dicho eso, se quitó su playera, me la aventó y corrió hacia al mar. Intente no reír al ver como mi mejor amigo disfrutaba del mar salado.

Me acosté en la toalla amarilla que estaba abajo de mi cuerpo y extendida en la arena. La playa era el único lugar donde no me sentía asfixiado, el sonido del mar, amaba cuando sus olas chocaban en la orilla, era como chasquido, una chasquido de agua salada. Realmente sólo he ido en dos ocasiones a una playa cuando era unido a mi familia, solíamos jugar voleibol o fútbol en la arena, aun que no era un buen jugador en el fut lo jugaba con tan sólo de satisfacer a mi madre que era una buena jugadora en ambos deportes.

¿Saben que también amaba de la playa? Era sus pequeñas partes solitarias, solía irme a un rincón de la playa donde solo estuviese yo y el mar, a veces mi madre me regañaba por "escapar" sin avisar pero aún así lo seguía haciendo hasta a los quince que deje de hacerlo porque no me encontraba a mi mismo en el mar, no veía mi reflejo en ella, no veía a un Alonso Villalpando amado y querido, sólo veía a Alonso, y es que ese era yo, era Alonso, soy Alonso. Sin el Villalpando, ¿por qué? Porque mi familia no me acepta tal como soy y me miran como bicho raro, no les entraba en la cabeza que su hijo el de medio sea homosexual, no aceptan ese siemple hecho. Así que siempre seré Alonso, no Alonso Villalpando, sólo Alonso, ni Camarena.

Me sentía mal por esa razón, entendía que no se esperaban esa novedad de su gran y pequeño Alonso, ni yo me lo esperaba, simplemente pasó. Me empezaron a gustar las personas de mi mismo sexo ya que no sentía absolutamente nada por el opuesto. Tuve una pequeña experiencia con chico, tenía como unos quince años, iba en la secundaria aún, el caso que gracias a ese chico mis confusiones se acabaron y confirmé que me gustaban los chicos, entonces ese chico se fue rompiendome el corazón. Desde eso, mi comportamiento cambio completamente y empecé a encerrarme en mi habitación y cantar siempre la misma canción: Next to you.
Él amaba esa canción y le encantaba que yo se la cantará en el oído cada vez que nos escapabamos de las clases de Educación Física, odiabamos esa clase. Después de él, ya no habrá otro, aun que haya sido un amor de niños pre adolescentes.

Nadie sabe sobre eso, ni siquiera Alan que es mi mejor amigo, es un secreto mío y a lo mejor de él.

Mis ojos tapado por los lentes de sol que tenía puesto empezaron a cerrarse, olvidándome por completo de Alan. De alguna forma me estaba dando sueño, en unos minutos me quedé dormido plácidamente bajo la sombra de una palma.

Era de noche, el clima era fresco y el viento movía las ramas de los árboles. Estaba esperando a mi querido novio en el banco de el parque donde solíamos ir solos a jugar básquet. Había pasado media hora y aún no llegaba, se había pasado de la hora que habiamos quedado de vernos, ¿le habría pasado algo? Entonces, el remordimiento empezó en mi pecho.

Unos minutos después pasó una ambulancia yendo a toda velocidad, creo que no debió haber pasado ese automóvil y mucho menos doblar por donde vivía mi chico, porque empecé a desesperarme. Intente llamar a mi novio, pero me mandaba a buzón y con eso me paré del banco para ir a su casa cuando mi celular sonó. Era su madre.

Cool for the summer | J.V |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora