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—¡Te lo juro, Fer! —estiró su brazo a una dirección equis, histérico. —Te aseguro que me gustó, que hasta no pude evitarlo.

—Y por eso lo emborrachaste —reía ante la expresión de su hermano —¿no era mejor drogarlo? Era mas rápido.

—Pues ese momento no traía —alzó la voz y luego le bajo a su tono —, aparte, nuestro padre no nos dio dosis ¿recuerdas?

—Si, lo recuerdo —hizo una mueca de disgusto pero luego empezó a reír de nuevo. Jos fruncio el ceño confundido.

—¿De qué te ríes? —preguntó molesto.

—De la estupidez que hiciste para darte placer ¡y con un chico! —dijo entre risa.

—¿Te parece divertido? —alzó una ceja.

—Si—mencionó con una sonrisa.

Jos estaba hasta a la coronilla de hartado, creyó que contárselo a su hermana le serviría pero no, al contrario, le llevó a la humillación y vergüenza con ella. Rodó los ojos y dejó a su hermana sola en la habitación yéndose al baño. De alguna forma se tenia que deshacerse del chupetón que se veía en su hombro, se miró en el espejo durante unos momentos, no podía dejar de pensar en ese chico, lo tenia que buscar bajo piedra y lodp. Una ansiedad recorría su cuerpo, la necesidad de verlo otra vez lo volvía inquieto, saco un cigarro de la cajetilla que tenia en su chamarra, y lo encendió con el encendedor que estaba en su jeans, inhaló un poco y luego exhaló el humo gris, continuó con la acción hasta que sacó su celular y marco a un número.

—Necesito que me investigues a un tal Alonso Villalpando. —ordenó—No, no quiero que le hagan nada, solo investiguen y donde se hospeda... Si, obvio en Playa del Carmen... ¡Ah! Y un poco de ya saben qué... ¡No me importa las putas consecuencias de eso! Solo hagánlo ya.

Colgó y guardó el celular en su bolsillo, lo bueno de ser hijo de una persona que está metido en esas cosas ilegales es que podía mandar a los hombres de su padre para hacer cualquier cosa. Por ejemplo: mandar a encontrar información sobre Alonso.
Pero hacer lo que su padre se dedicaba no le agradaba, solo a su hermana que está loca, a él le importa lo que trafican.
La mafia no era lo suyo, pero tenia que ser parte de ello.
Pertenecer a la familia más mafiosa de todo México y latinoamérica era difícil y frustrante, tenías que tener hombres cuidándote la espalda, le pareció raro que su padre no le hubiese mandado guardaespaldas a su hermana y a él. Jos no podía tener la vida que él tanto deseaba, siempre tenía que cubrirse con una identidad falsa que era lo mejor para que no darán con el hijo de un narcotráficante famoso y un asesino, entre comillas, porque prácticamente solo mandaba a matar a personas que estorban en su vida, él no mancharía sus manos con ese tipo de cosas.

Jos salio del baño, ignorando completamente a su hermana quien leía un libro, a ella también le valió, camino el pasillo yendo directo al elevador que ya no tenía los adornos que al parecer eran temporales ahora tenia un aspecto más actual, entró al elevador y presionó en botón de bajar, la musiquita que sonaba en ese lugar era estresante para Jos, se sacudió el cabello con su mano y peinándose hacia a lado, después de unos segundos, las puertas del elevador se abrieron y salio de prisa con enormes zancadas, mantenía su cigarro entre sus labios el cual tiró y pisó, sin importarle que la recepcionista le dijera algo al respecto. Al salir, dudó a donde ir, la gente caminaba en el pequeño tramo de calle disfrutando de la tarde, se encaminó a cualquier dirección, de alguna forma necesitaba encontrar al pelirrojo y acabar con todo esto. Observaba con demasiada atención cada tienda de ropa y zapatos, restaurantes, y cada puesto de artesanías, ver muchas personas le mareaba y más que entre esas personas no estaba el chico. Siguió caminando sin encontrar rastro del susodicho, suspiró, se dio cuenta que no tenia caso seguir buscándole tres pies al gato cuando de repente vibro su celular, era correo de uno de los hombres de su padre, sonrió satisfactoriamente al saber que ya tenia información de Alonso. Abrió el correo y leyó cada palabra de la información, tendría ir a buscarlo ya. Imágenes del chico aparecieron, algunas eran individual otras acompañado de su familia y con sus dos únicos amigos. Balanceo su celular y lo guardó en el bolsillo de su jeans, dio media vuelta y caminó hacia el hotel ahora con una sonrisa.

Cool for the summer | J.V |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora