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—Entonces tú eres el maravilloso Alonso —bromeó Fernanda, Jos le dedicó una mirada matadora y ésta río. —Jos me ha hablado mucho de ti. —Alonso alzo una ceja. —No, en serio, MUCHO —continuo diciendo haciendo énfasis en la palabra mucho.

—Callate, Fer —espetó Jos sentado en una de las camas. Alonso rió. —No le hagas caso, está idiota.

—Disculpa, hermanito pero lamentablemente tienes que aguantar a esta idiota —se señaló a si misma con elogio.

—Por mi no hay problema, Jos. —comentó Alonso con una sonrisa. Jos sonrió de igual manera, este chico lo ponía de buenas sin duda.

—Ves, él esta a gusto conmigo. —interrumpe la hermana de Jos. Él volvió a poner mala cara pero para ella, su voz lo castraba.

—Cállate, Fernanda.

Alonso disfrutaba la escena, ver a Jos enojándose con su hermana es lo más tierno para él, su entrecejo se arrugaba y su mandíbula se ponía dura. Quizás no suene tierno, pero para Alonso lo era.

[...]

En la tarde, ambos chicos salieron a dar un vuelta, el sol estaba maravilloso para salir con una camisa de mangas cortas. Alonso comía un helado de vainilla mientras Jos tenía la vista en el celular. El pelirrojo admiraba más este lugar, era de ensueño, cada parte de esta ciudad era maravillosa, desearía vivir toda su vida aquí pero no, tendría que regresar otra vez a la Ciudad de México para seguir sus estudios. Es muy raro que él no haya tenido la típica graduación aun que sí la tuvo, Alonso desde un principio dijo que no iría porque no le gustan esas cosas, sólo es un papel el cual para todos es importante.

Se detuvieron en una tienda de ropa, Jos entró a ver. Alonso al entrar su celular comenzó a sonar, por acto contestó sin ver el nombre de la persona.

—Bueno, ¿quién habla? —mencionó, y se alejó un poco de la tienda, mas bien de Jos.

Alonso, ¿donde estás ahora? -soltó de repente.

—No lo sé. No pienso decírtelo —espetó Alonso, su estómago se encogió del enojo.

Dime, e iré a buscarte enseguida...

—No, y esa es mi ultima palabra, Bryan. —colgó, suspiró apagando el celular. Entró a la tienda a buscar a Jos.

Sin embargo, él iba hacia a él con tres bolsas de la tienda, Alonso fruncio el ceño extrañado.

—Al parecer no tienes ropa, Jos —vaciló cruzando los brazos. El pelinegro sonrió y negó.

—No, no es para mi, es para ti —mencionó y Alonso se sorprendió, quedó atónito.

—N-no, no puedo aceptar eso, José, pero gracias. —se puso nervioso.

—Andale, aceptalo — extendió sus brazos hacia a Alonso. Al otro no le quedó de otra que tomarlo.

—Gra-gracias, Jos —dijo tímido. Jos rió satisfecho.

—No hay de qué, es un placer.

—No entiendo por qué lo has hecho —lo miró fijamente.

—Al parecer tuviste una mala noche después de que te dejé en tu casa...

Cool for the summer | J.V |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora