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Nos encontrábamos en la supuesta calle llamada la Quinta avenida, gente de diferentes países, desde estadounidenses hasta japoneses, rondando el lugar, Joel y Adán ya había tardo en llegar, nosotros realmente ya nos estábamos aburriendo de estar esperando. Así como Joel dijo que odia esperar también nosotros odiamos esperar más de quince minutos. De pronto dos chicos y una chica venían hacia a nosotros, eran ellos pero Jimena, claro ahora todo encajaba, las mujeres suelen tardar un poco en arreglarse.

—Perdón por la tardanza, esque a Adán desgraciadamente se le ocurrió mencionar esto enfrente de Jimena —miró con mala cara al pelinegro. — y entonces no me quedó de otra que traerla, y ya saben cuanto tarda una mujer arreglándose.

—¡Oye! Me ofendes. —la chica se tocó el pecho con la mirada decepcionada, haciéndose la ofendida. Eso nos causó risa.

—No te preocupes, hermano —habló Freddy con una sonrisa. —te entiendo, yo lo sufro con Alan.

—Ya te dije que no es fácil hacerte este peinado. —resopló Alan a un lado mío. Volvimos a reír por el rostro de Alan.

—¿Y tú? —me llamó Joel. Lo miré detenidamente.

—¿Yo qué? —contesté.

—¿No tienes algo que comentar?

—Ammm no, no tengo nada que decirles.

—Bien, entonces ¿nos vamos? —mencionó con un suspiro tomando la mano de su novia, todos asentimos.

Caminamos hasta la salida o lo que sea, y nos subimos al Jeep. La vista del mar era de un azul oscuro, era del color de la noche.
Adán encendió el motor y arrancó hacia a donde los chicos habían quedado de ir para divertirse, en el centro había poca gente y las tiendas ya estaban cerrando. No conozco realmente por aquí, apenas me estoy acostumbrando al lugar.
La luna era la luz que iluminaba las calles de la ciudad, no había demasiadas estrellas, sólo unas cuantas.
Y otra vez el rostro de aquel chico desconocido volvió a mi mente, ¿qué tiene para que lo recuerde a cada rato con cualquier cosa? Suspiré, ya era suficiente, sus ojos color avellana no tienen que pasar por mi cabeza menos su rostro. Es que es tan no sé, ni siquiera lo conozco y ya parezco una adolescente hormalmente enamorada, sin embargo, eso no quiere decir que me gusta ese chico, es una completa tontería.
Adán se estacionó enfrente de un antro todo barato pero rico de gente, estaba completamente lleno. Bajamos del carro y entramos al lugar, me aferre al brazo de Alan cuando vi que el lugar estaba repleto de gente bailando y tomando. Tenía pánico, quien sabe que tanto habrá más de bebidas y gente bailando. Las luces de neón parpadeaban y volaban por el sitio, la música retumbaba en las paredes.

Nos fuimos a sentar en una mesa, de la nada llegó un mesero en atendernos, los chicos ordenaron bebidas que no conozco. Giré hacia al montón de gente bailando en la pista al ritmo de la música, que alegres se veían bajo el control del alcohol, todos estaban afuera de su zona de confort.
Sentí una mirada en mi, la busqué con la vista y efectivamente alguien me estaba observando, ¿qué quién era? Era nada más y menos que el chico de cabello negro como el azabache y ojos brillantes color avellana, sólo eso me faltaba. Mi pulso comenzó en acelerarse junto con mi corazón, en verdad no sé por qué me está pasando esto, es extraño porque es un desconocido que hace con su presencia que me vuelva loco.

Narrador omnisciente.

Alonso regreso su cabeza a su amigos quienes platicaban a gusto, Jimena le lanzó una mirada de que le pasaba y él sacudió su mano en negación.
No se esperaba esa tal presencia en ese lugar, rezó que aquel chico no lo estuviese mirando.
No sabe de donde, pero le dio ganas de probar un poco de alcohol, quizás por los nervios decidió tomar algo de licor. Llamó al mesero, los chicos se quedaron sorprendidos de que éste allá hecho eso, ya que pensaron y sabían que era incapaz de hacerlo. Se dejó llevar por el instinto, ordenó un vodka, no sabía cuán fuerte puede ser esa bebida, el mesero se fue de la mesa en busca de la orden, Alan y Freddy estaban boquiabiertos mientras que los otros tres tenían las cejas alzadas, que, a pesar de conocerse un día, sabían que él, Alonso Villalpando, no bebería un gota de alcohol pero se equivocaron. A veces uno nunca sabe que tan capaz es que alguien pueda o llegue hacer, ni el mismo.
Alonso era malo en disimular, así que es notable que esté algo nervioso y ansioso por tomar, con las yemas de los dedos tamboreaba la mesa redonda de color guinda. Los otros seguían su gran plática, Alonso no sintió una necesidad de integrarse a la charla, de hecho, tenía planeado dejarlos e irse a los baños pero tenía que tomar algo para tranquilizarse. Dirigió su cabeza hacia donde se encontraba esa persona, y... ¡Dios! ¡Ahí estaba! Su sonrisa era fantástica, al parecer dejó de observarlo, deseo que ese ser humano lo estuviese mirando. Esto era muy diferente a las miradas penetrantes de Adán a él, las mirada de ese desconocido eran deseables, te daban unas ganas de agarrarle las mejillas para tener esos grandes ojos encima de ti; y no te incomodaban.

Cool for the summer | J.V |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora