Capítulo 42.

23 3 0
                                    

Narra Daniel.


Hay personas que se sorprenden de las chicas que comen muchísimo, otros que se sorprenden de la velocidad en la que una persona puede llegar a comer. Yo me sorprendo porque mi novia hace ambas cosas a la vez y pesa lo mismo que mi prima de diez años. Es decir... ¿dónde echa todo lo que se zampa?


Y menos mal que no escucha nada de lo que pienso, porque sino por decir eso ya me hubiese llevado un golpe en la cabeza. Es que la pobre es muy agresiva cuando quiere.


- ¿En qué piensas? -Dice mirándome fijamente.

- En ti. -Digo poniendo una mano en mi corazón y entrecierra los ojos.

- No, ya en serio, ¿en qué pensabas?

- En que menos mal que no escuchas lo que pienso porque sino me darías de golpes hasta matarme.

- ¡Hala! No soy tan agresiva.

- Menos mal que no... -Digo irónicamente.

- ¿Me invitas a un helado?

- ¿Todavía tienes hambre?

- No es que todavía tenga hambre... es que siempre hay sitio para un helado.

- No me queda dinero.

- Pero yo no quiero pagar los helados.

- Pero yo no tengo dinero.

- ¿Eres pobre?

- ¿Y tú idiota?

- Ay la virgen, me has dicho idiota. ¡Te quiero, estás aprendiendo mucho de mí!

- Que rarita eres...

- Lo sé, me lo dicen constantemente.

- Supongo que aún quedan muchas veces para poder decírtelo.

- Muchas veces que no se pondrán contar. -Se encoge de hombros y se sienta en un banco que hay cerca de donde estamos.

- ¿Qué piensas que pasará con nosotros dos?

- Siempre que puedas aguantar mis idioteces, estaremos juntos.

- Entonces creo que vale la pena aguantarlas.


Un Verano De Cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora