Diana miró a Claude por un segundo pensando en varias posibilidades, suspiró, él vestía de negro, de un demonio mayordomo, había distintas clases de demonios.
Primeramente estaban los demonios comunes y corrientes que se alimentaban de las almas humanas, las cuales a veces devoraban con desesperación, pero en ocasiones estas eran salvadas por los Shinigamis que las cuidaban, y juzgaban. En estos demonios existía un subgrupo muy popular, los demonios-Mayordomo, los cuáles buscaban almas corrompidas y desesperadas, que desearan una venganza, hacían un trato, cumplir un deseo a cambio de su alma, el contrato tenía escapatoria... o eso era de lo que se tiene esperanza. Esta clase de contratos les complicaba la vida a los Dioses de la Muerte.
Después de estos estaban los Devasting, demonios que se alimentan de maldad humana, pero no cualquier clase de perversidad, debía ser especial, ser preparada, ser deliciosa. Era fácil conseguir su alimento, se encargaban de corromper el alma dándoles todo lo que pedían, convirtiendo a un humano en una criatura codiciosa y vanidosa, perezosa sobre todo, los siete pecados capitales en un humano era todo un festín para los Devasting.
En una categoría más baja se encontraban los Silent, estos eran demonios que sobrevivían a través de la desesperación de cualquier criatura, de cualquiera, incluso de los Shinigamis, también cumplían deseos... bueno, no exactamente, arruinaban la vida de la Criatura, por completo, modificaban su aspecto terriblemente... Los hacían la cosa más repugnante de la existencia, su presa no se daba cuenta del cambio, los Silent lo hacían todo de una forma Silenciosa, aunque claro... Se podía evitar... Con amor... Justo por eso ellos eran la categoría más baja de los demonios.
Las criaturas infernales eran demasiadas, lo gigante que sería una enciclopedia de Internet no sería lo suficientemente grande para acabar de definir cada criatura.
Esta vez, solo nos enfocaremos en los Devasting, cumplían el deseos de cualquier criatura con el fin de conseguir maldad humana... así es, de cualquiera, e incluso los Shinigamis u otro demonio de categoría distinta, pero no todo era tan sencillo, si esta criatura con un deseo no era humano, debía sentir el deseo desesperadamente, con el corazón destrozado, con un alma envuelta en la tristeza, pero sobre todo, la criatura tenía que desear con un amor puro, un amor verdadero.
Claude no se atrevió a devolverle la mirada, creía que ser un Devasting significaba una vida sencilla llena de alimentos, pero no, los Devasting tenían mucho que soportar, tan solo para robar la maldad humana debían besar la frente de su víctima, dejando una marca infernal lo cual los consumía hasta que tuvieran una muerte con la carne pudriéndose en vida, vomitando sus órganos, tanta comenzó que tú mismo te arranques la piel en charcos de agua negra y estancada, con una condena infernal mucho peor, vivir encadenado en una infestación de gusanos que poco a poco te devoran, alimentándote de larvas de cucaracha y excrementos de rata, vomitando una y otra vez, por siempre, sin parar, sin poder acostumbrarse...
-Yo misma se lo dije -Exclamó Diana con orgullo y una carcajada estruendosa mientras cepillaba su largo cabello color castaño -Debiste ver su cara, Faustus -Se acercó y con su mano toco su frente.
Él sólo se limitó a asentir con la cabeza, era un demonio poco expresivo, no más que William T. Spears, pero pocas veces su rostro adoptaba algún gesto-
-Ya veo...
Diana entornó los ojos, Sky Tree Pumpkin hizo una gran entrada, como era su costumbre, aquella Sky Tree con cabellos de oro había sido criada por Claude y Diana dándole lo que se le antojaba cumpliendo el mínimo capricho.
-El Shinigami me aceptó -Anunció Sky Tree triunfante -Aunque te aseguro que su personalidad es aburrida, más aburrida que la de tu hombre.
Claude la miró con ceja arqueada, Diana lo rodeó con sus brazos y besó su mejilla mirando molesta a Sky Tree la cual chateaba en un iPhone, mientras reía bobaliconamente hablando con quien sabe que amigas.
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Lady Spears (Kuroshitsuji)
De TodoAburrida, asì es la vida de William, con un trabajo que detesta y una esposa que odia, y un estùpido homosexual que siempre lo acosa, òjala alguien cambiara las cosas. Oh! ¿Una misiòn?