Era una mañana con una brisa bastante cálida, pude recordar un poco de mi sueño de anoche y como había sido agradable, desperté de buenas. Me levanté de la cama y tomé una ducha rápida, me vestí con una blusa negra que combinaba con mis jeans, unos converse y un gorro negro. Mi padre había salido a un viaje de trabajo por lo que sólo estaba con mi madre y mi hermano menor. Encendí mi celular para checar si tenía mensajes o alguna notificación, nada. Entonces bajé a desayunar. Al abrir la puerta de mi habitación lo primero que vi fue un regalo, traía una nota que decía «Feliz cumpleaños Rossie», el regalo era de mi madre, estaba segura pues cualquiera que hubiera leído su letra alguna vez, la recordaría por siempre.
—Mi cumpleaños, lo había olvidado—dije, agarrando el regalo y dejándolo en mi cama para abrirlo. Dentro traía el disco de una de mis bandas favoritas, Arctic Monkeys y un libro. Si había despertado de buenas, ahora lo estaba mucho más. Bajé corriendo las escaleras y fui a la cocina y antes de que alguien pudiera decirme algo abracé a mi madre como forma de agradecimiento. Rió.
—Veo que ya abriste tu regalo—dijo con una gran sonrisa.
—Muchas gracias, al parecer sí escuchabas todas las veces que te hablé sobre el estreno de su nuevo disco. Lancé una pequeña risita.
—Era la única forma de callarte—dijo.
Llegó Billy a la cocina aún con pijama y sus pantuflas. Billy es mi hermano menor, tiene 9 ó 10 años pero es un monstruo total, a veces nos llevamos bien pero la mayoría de las veces nos estamos molestando. Una vez lo encontré usando un brasier mío como gorro.
—Feliz cumpleaños tonta—dijo.
—Gracias pequeño monstruo—le contesté.
Entonces mi madre sacó del refrigerador un pequeño pastel con una vela, mi madre es de esas personas que disfrutan los días festivos, podría pasar un día entero adornando cada parte de la casa.
Empezó a cantar la canción de cumpleaños.
—"Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a Rossie, feliz cumpleaños a ti"
—¡Mamaaá! Sabes que odio esa cancioncita.
—Lo lamento, pensé que hoy sería diferente. Mi pequeña ya no es más una niña—dijo.
—Qué rápido pasan los años—dije.
—Ya estás vieja—dijo Billy, entrometiéndose en nuestra conversación con la boca llena de cereal.
—17 años de mi vida soportándolo—dije. Todos reímos.
Ya era muy tarde para desayunar, por lo que sólo le di una pequeña probada a mi pastel, tomé un poco de leche y le di las gracias a mi madre.
—Subiré a mi habitación para terminar de arreglarme—dije. Y subí.
Me gustaba tener mi propio espacio, como toda persona normal, por lo que siempre tenía la puerta cerrada. Mi habitación es la segunda más grande de la casa, la primera es la de mis padres. Tenía mi propio baño y una ventana que da con la calle, por la cual entra la luz muy bonito.
—Dios, segunda semana de escuela y ya estoy sufriendo—dije.
Fui al baño y cepillé mi cabello, me hice una coleta de caballo, me eché agua en la cara y salí. Estaba agarrando mi mochila cuando de repente empecé a escuchar algo, era música, bueno algo así, eran personas cantando. Me asomé por la ventana, eran Craig y Emma, mis mejores amigos. Estaban cantando la canción de cumpleaños.
—¡Chicos, con una vez que me la hayan cantado hoy es suficiente!—dije.
—¡Nunca es suficiente Rossie!—dijo Emma con una sonrisa.
—¡Voy para allá!—dije.
Bajé las escaleras y antes de que pudiera abrir la puerta apareció mi madre.
—Que tengas un buen día cariño. Te quiero—dijo.
—Yo también te quiero mamá—dije. Le di un fuerte abrazo y salí.
—¡Hey! ¡Ahí viene la cumpleañera!—dijo Emma. Reí.
—Gracias chicos—les dije con una sonrisa satisfactoria.
—¿Y qué haremos después de clases?—preguntó Craig emocionado.
—Pues no tenía planeado nada en especial pero podríamos ir a tomar un café o algo—dije.
—¿Estás loca? ¡Es tu cumpleaños! Hagamos algo de verdad divertido.—dijo Emma, con una mirada traviesa.
—Conozco esa mirada, ¿qué tienes planeado?—pregunté ansiosa.
—Lo sabrás después de la escuela, ¡vámonos! Se nos hace tarde—dijo.