Tardamos casi 2 horas en llegar pues el lugar estaba un poco retirado. Los tres nos bajamos del coche y sacamos unas cosas que habíamos metido en la cajuela. Emma llevaba una linda blusa de cuadros con un short de mezclilla y consigo llevaba una mochila la cual llevaba cargando de ambos hombros. Craig llevaba una camiseta negra y unos jeans de mezclilla.
—¡Vamos!—nos dijo Emma y se fue corriendo.
Craig y yo la seguimos no sin antes habernos asegurado de que el auto estuviera completamente cerrado y con los seguros puestos. Era como la 1:50 de la tarde, el día ya estaba completamente iluminado pero las nubes tapaban un poco el Sol y debido al frío había un poco de neblina. Fuimos caminando entre los árboles, Craig y yo seguíamos a Emma que al parecer sabía hacia dónde nos dirigíamos. Caminamos alrededor de 20 minutos hasta que Emma paró y se dio vuelta hacia nosotros.
—Muy bien chicos, ¿quieren saber por qué se me ocurrió venir a este lugar?—nos dijo Emma.
—Claro—contestó Craig.
Al cabo de unos momentos contestó.
—Quería enseñarles esto—nos dijo.
Emma caminó hacia la derecha, admito que me sorprendí al ver lo que estaba ante nosotros. Desde ahí se podía observar una vieja feria, me di cuenta que estábamos en la parte alta de lo que al parecer era una montaña pues la feria se veía lejos y más abajo de donde nosotros estábamos.
—¿Cómo descubriste esto Em?—le dije.
—¿Qué crees que hago cuando ninguno de ustedes puede salir?—me dijo con una sonrisa.
Los tres nos sentamos en el pasto y contemplamos el lugar. Pasaron 5 minutos hasta que el silencio que conservábamos se rompió.
—¿Alguna vez fuiste ahí Emma?—le preguntó Craig.
—No. Esto es lo más lejos que he llegado... hasta ahora.
Emma se levantó rápido y se sacudió el pasto de la ropa.
—¡Vamos!—nos dijo.
—¿Qué?—contesté.
—Dije que ¡vamos!—me dijo.
—Escuché lo que dijiste. Me refiero a que si vamos a ir hasta allá—le dije.
—Vamos Rossie, no seas floja—me dijo Craig.
—Está bien—contesté con una sonrisa.
Agarré la mochila que llevaba y me la colgué de ambos hombros. Emma hizo lo mismo y antes de que comenzáramos a caminar se dio la vuelta.
—Les recuerdo que hasta aquí es lo más lejos que he llegado por lo que no sé cuál es el camino hacia allá entonces si nos perdemos será culpa de los tres.
Craig y yo nos miramos con una mirada preocupada. Asentimos.
Los tres comenzamos a caminar, me preocupaba la idea de perdernos por lo que fui marcando los árboles por los que pasábamos con un gis blanco que casualmente llevaba en la bolsa de adelante de mi mochila. Después de más o menos una hora y media logramos llegar a la feria. Sinceramente se veía más linda desde lejos. Estaban todos los juegos que se pueden encontrar en las ferias: montaña rusa, carrusel, carritos chocones, juego del terror; en fin, una gran variedad. Todos los juegos estaban en pésimas condiciones.
—Da miedo—dije.
—¿Por qué alguien pondría una feria en medio del bosque?—dijo Craig.
—Seguramente esto no era un bosque antes—le contestó Emma.
Recorrimos el lugar, al principio estábamos juntos pero al parecer a los tres nos llamaron la atención juegos distintos por lo que terminamos por separarnos. Yo iba pasando justo por en frente de la rueda de la fortuna. Tomé mi mochila y saqué mi cámara. Comencé a tomar fotos del lugar. Después de haber recorrido el lugar me senté en una banca que estaba en frente de un pequeño puesto de hot dogs. Me puse a ver las fotos que había tomado cuando escuché que el tono de mi celular sonaba.
—¿Hola?—dije.
—¿Dónde estás?—me dijo Emma.
—Sentada en una banca.
—Ven enseguida, tienes que ver esto.
—¿Dónde estás?
—Umm, al lado de... la montaña rusa.
—Ok, voy para allá.
Colgué y me levanté de mi asiento, guardé mi cámara en la mochila nuevamente y me dirigí hacia la montaña rusa. Vi a Emma parada.
—Hola—le dije.
—Hola.
—¿Qué querías enseñarme?
—Espera, deja que llegue Craig.
Emma y yo llevábamos como 5 minutos paradas cuando escuchamos un ruido detrás de nosotras, era el sonido de una rama que había sido partida en dos.
—¿Qué fue eso?—dijo Emma con un tono asustado.
—Sólo una rama—contesté disimulando los nervios.
Volvimos a escuchar el mismo ruido, esta vez se escuchaba más cerca.
—Estoy comenzando a asustarme—dijo Emma.
Me acerqué más a Emma pues en realidad también yo estaba empezando a asustarme. Nos quedamos unos segundos en silencio cuando alguien llegó por atrás y nos agarró a Emma y a mí de los hombros.
—¡Boo!—escuché.
Emma y yo gritamos y dimos un gran salto, finalmente volteamos hacia atrás.
—¡Idiota!—le gritó Emma a Craig.
Craig no podía parar de reír.
—Hubieran visto sus caras—dijo Craig riendo e imitando nuestras caras.
Yo comencé a reír, Emma seguía indignada, pero al final también comenzó a reír. Nos calmamos.
—Bueno ya, ahora sí, vean esto—nos dijo Emma.
Nos guió hacia un juego muy peculiar, era la cabeza de un payaso de la cual salía una lengua por la boca, era la entrada.
—¿Entramos?—nos preguntó Emma.
—Ni de loca—contesté.
—¡Claro!—dijo Craig entusiasmado.
—Bien Rossie, tienes dos opciones, entrar con Craig y conmigo o esperarnos afuera, sola, con la neblina y el frío, y los ruidos extraños.
—¿Acaso me estás chantajeando?—le dije a Emma.
—Una amistad no es una amistad sin el chantaje—me dijo con una sonrisa.
—Bien, entraré—dije soltando un suspiro.
Entramos a la boca del payaso, era uno de esos juegos en los que te tenías que subir a unos botes los cuales estaban flotando en el agua. Caminamos por la orilla, mientras más nos alejábamos de la entrada más oscuridad había por lo que sacamos nuestras linternas de mano de nuestras mochilas y alumbramos el camino. Habían goteras y algo de moho en las paredes, el agua donde flotaban los botes había desaparecido por lo que éstos estaban en el suelo.
—Interesante—dijo Craig.
—No sé qué le ven de interesante a esto—contesté.
Seguimos caminando, las paredes estaban llenas de graffitis, moho y adornos que al parecer estaban desde que este juego había abierto.
—Sigo pensando que este lugar es tenebroso—dije.
Emma y Craig rieron.
Me había sorprendido lo largo que era el juego, pues llevábamos alrededor de 10 minutos caminando y no había ninguna señal de la salida pues no veíamos ninguna otra luz más que la de nuestras linternas.
—¿No creen que ya deberíamos haber salido?—preguntó Emma.
—Sí—contestó Craig.
—Ya vámonos—les dije.
—Opino lo mismo—dijo Emma.
—¿Pero qué? ¿Seguimos caminando hasta encontrar la salida o nos regresamos?—preguntó Craig.
—Yo digo que nos regresemos—dije.
Ambos asintieron. En el trayecto de regreso fuimos platicando, si de por sí había estado aburrido entrar ahí, iba a ser más aburrido regresarnos sin decir ninguna palabra. Finalmente salimos del juego, la neblina se había quitado un poco y la luz del Sol se veía un poco más.
—Demonios, pensé que se nos aparecería un fantasma o algo así pero ni una rata se asomó—dijo Emma.
—Estás loca—le dijo Craig.
Tomé mi mochila para sacar mi celular y ver la hora, no estaba. Comencé a buscarlo como loca en todas las bolsas de mi mochila y mi pantalón, nada.
—Chicos, quédense aquí. Voy a buscar mi celular al lado del puesto de hot dogs—les dije y me fui.
Después de 3 minutos llegué a la banca en la que estaba sentada antes de que Emma me llamara.
—¡Uff!, ahí está—dije agarrando mi celular el cual había caído al piso. Comencé a escuchar voces, pensé que eran de Craig y Emma pero no, era evidente que eran más de dos personas por lo que comencé a mirar por todos lados. Vi a lo lejos una bola de amigos dirigiéndose hacia el juego en el que yo estaba, no reconocía a la mayoría pero uno en especial llamó mi atención, Alec.
—Mierda—me dije a mí misma.
¿Qué hacía aquí? ¿Cómo conocía este lugar? ¿Por qué justo cuando nosotros estábamos aquí? No quería hablar con él, no recordaba qué había sucedido en la fiesta pero sé que algo malo había pasado y era algo relacionado con él por lo que rápidamente me fui corriendo hacia donde estaban mis amigos.
—¡Vámonos!—les dije.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?—me preguntó Craig.
—Nada, sólo ya no quiero estar aquí—contesté apurada.
Estaba empujando a mis amigos hacia la salida tratando de evitar que voltearan hacia atrás cuando sentí que alguien me agarraba por los hombros.
—Hicks—escuché.
«Maldita sea» dije en mi cabeza.
Volteé al igual que mis amigos.
—Hola—le dije.
—¿Qué hacen aquí?—me preguntó.
—Sólo estábamos explorando—le contesté.
Y antes de que Alec pudiera decir algo escuché a Emma hablar.
—¿Sabes algo? Tienes razón Rossie, ya hay que irnos, vámonos Craig—le dijo rápidamente jalándolo del brazo y dejándome sola con Alec.
«No sales de ésta Emma» pensé.
—¿Tratabas de evitarme?—me preguntó con una sonrisa. Noté que tenía las manos metidas en las bolsas.
—¿Por qué te evitaría?—le pregunté tratando de disimular que sí quería evitarlo.
—Por lo de la otra noche—me dijo.
—Perdón, no recuerdo lo que pasó aquella noche y de verdad preferiría no recordarlo—le dije.
—Bien, cuando quieras recordarlo avísame y te lo recordaré—me dijo sonriendo.
—Claro—contesté tratando de cambiar el tema de conversación.—¿Tú qué haces aquí?
—Vine con unos amigos, siempre venimos a este lugar cuando estamos aburridos—me contestó.
—Oh—dije.—Oye ya tengo que irme, mis amigos me están esperando.
Noté que quería decir algo pues abrió su boca para hablar pero al momento la cerró y soltó un suspiro.
—Está bien. Nos vemos luego—dijo finalmente.