Llegamos a casa de Emma. Tardamos 1 hora más de lo esperado pues había muchísimo tráfico.
Vimos a Craig sentado en las escaleras de la entrada.
—Dios chicas, ¿no quisieron tardarse más?—dijo Craig.
—Había mucho tráfico, lo lamento—dijo Emma.
—No importa, sólo me duele el trasero, estuve sentado ahí como 45 minutos—dijo Craig.
Entramos. La casa de Emma era muy grande, bastante grande para la cantidad de personas que vivían ahí. Emma vive con sus padres y su hermana.
—Hola chicos—dijo la madre de Emma.
—Hola mamá—dijo Emma dándole un beso en la mejilla—¿Y papá?
—Sigue en el trabajo, ocurrió un problema con un cliente que tuvo.
—Oh—dijo finalmente.
Subimos a su habitación, como para esperarse su habitación era grande también. Tenía un pequeño balcón que daba con el jardín trasero de su casa.
—¿Qué es eso que tenías que contarnos Craig?—preguntó Emma ansiosa.
—Ah sí. ¿Si ven que hoy unos chicos tiraron una sustancia en laboratorio y cancelaron las clases?
—Sí...—contestamos Emma y yo al unísono.
—Pues, yo era uno de esos chicos, por suerte el profesor Becher no me vio. Llevaron a los chicos con los que estaba con el director y cuando salieron me contaron que iban a cancelar las clases por una semana porque la sustancia era muy peligrosa o algo así dijeron.
—¡Gracias clase de Laboratorio!—gritó Emma emocionada.
Reímos.
—¿Y qué haremos en toda la semana?—pregunté.
—Esta vez no tengo nada planeado porque la noticia ha sido repentina—dijo Emma.
—Luego se nos ocurrirá algo—dijo Craig finalmente.
Craig y yo nos fuimos de casa de Emma a eso de las 6:10, me llevó a mi casa y luego él se fue a la suya.
Fui directo a mi habitación, ninguno de mis padres ni Billy estaban en casa.
Encendí la televisión para ver si había algo interesante, nada. Entonces agarré el libro que mamá me había regalado en mi cumpleaños. No llevaba ni 15 minutos leyendo cuando escuché que el timbre de mi celular sonaba, un mensaje de Emma.
«No olvides que mañana es la fiesta, pasaré por ti a las 10 y por cierto, tampoco olvides que es fiesta de Matt Harrison entonces si me pones en ridículo o algo parecido te patearé el trasero 😘»
Qué linda, pensé.
Dejé mi celular en el escritorio y me dirigí hacia el armario, no parecía ser una fiesta muy formal por lo que descarté la idea de llevar un vestido largo de inmediato. No me importaba mucho lo que me pusiera pero obviamente tampoco quería verme ridícula. Por el tipo de vestido que se había comprado Emma para la fiesta supuse que no tenía que ir demasiado tapada ni demasiado destapada por lo que escogí una blusa azul de tirantes con la cual usaría un suéter blanco, un short de mezclilla y unos converse.
No me había percatado de la hora, normalmente no tardaba tanto escogiendo mi ropa pero esta vez sí que tardé, eran las 8:00.
Qué raro, por qué no habrán llegado aún mis padres. Decidí quitarme esa duda y le mandé un mensaje a mamá.
«Hola, ¿dónde están?»
Al poco tiempo recibí su respuesta.
«Hola cariño, fuimos al cine y luego fuimos a comprar unas cosas, llegamos en 15 minutos»
Todavía era temprano, todo el día había estado muy seria cuando debería estar feliz porque habían cancelado las clases. Me puse a leer unas cuantas páginas más cuando escuché la puerta principal cerrarse y al momento escuché a mamá.
—¡Rossie, estamos en casa!
Puse el separador en mi libro y bajé para saludar a mi familia. Papá había regresado de su viaje de trabajo ayer.
—¿Qué tal estuvo su película?—pregunté.
—Pues, estuvo buena pero no la volvería a ver—contestó papá.
Nos dirigimos a la cocina y mis padres empezaron a sacar cosas de las bolsas y a guardarlas.
—Ahora sí cuéntame Rossie, ¿qué pasó en tu escuela?—me preguntó mamá.
—Ah, pues unos estudiantes estaban en clase de laboratorio y por andar jugando tiraron algo que era peligroso entonces salimos temprano del instituto y cancelaron las clases una semana.
—¿¡Una semana!?—dijo Billy sorprendido.—¡Qué suerte!
Reímos.
—¿Y qué piensas hacer en toda la semana?—me preguntó mi padre.
—No tengo nada planeado aún.
Estuvimos platicando 1 hora más o menos, entonces decidí subirme a mi habitación después de haberme despedido de todos. Mi habitación era pequeña comparada con la de Emma pero no me quejaba.
Encendí la televisión una vez más.
—¡Vaya! Al fin algo padre—me dije a mí misma.
Me acosté en mi cama y antes de que pudiera darme cuenta caí en un profundo sueño.