Capítulo 31

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Canción: "Ya No Llores Por Mí" de Tercer Cielo

KATHLEEN
Abro lo ojos, todo está oscuro y silencioso, miro hacia el techo de la que es mi habitación, suspiro profundo, me siento drogada, mamá me ha dado muchos drogas para dormir los últimos cinco días.  La última que me dió anoche, la escondí debajo de mi lengua, luego de que ella comprobara que no estaba en ningún sitio de la boca la escupí debajo de la cama, no quiero dormir más, estoy mal, me siento fatal, pero dormir no traerá de vuelta a mi amiga.

Cuando giro mi cuerpo a la izquierda, me consigo con el de David, está rendido, respira lento y pausado, su boca está entreabierta, hago una mueca, David es el hombre más paciente que he conocido en mi vida, aguantar este proceso a mi lado es de alguien demasiado paciente.

Mamá y papá permitieron que él durmiera a mi lado, no sé si para cuidarme el sueño o vigilarme, lo cierto es que él ha pasado las últimas noches conmigo, me obliga a comer, seca mis lágrimas, me arrulla en las noches, le da calma y consuelo a mi alma.

No puedo creer que solo dos días después de nuestra tarde, en donde reímos, lloramos, recordamos bellos momentos que compartimos juntas, mi amiga Ana, ingresaba de forma urgente a la sala de emergencia inconsciente hasta la médula.

Mónica, su mamá, cuenta que Ana estaba tomando chocolate cuando un extraño dolor de cabeza la hizo soltar la taza, haciendo que esta estallara en mil pedazos, mi amiga se llevó las manos con desespero a la cabeza y después de emitir un fuerte grito cayó inconsciente.

De nada bastó llevarla con rapidez a la sala de urgencias, ya que tras varias maniobras fue ingresada a la Unidad de Cuidados Intensivos, conectada a los mil y un tubos que ella siempre odió, y que ese día hicieron mella en su delgado cuerpo.  Los especialistas diagnosticaron una Aneurisma Cerebral, a mi amiga le explotó una vena en el cerebro, haciendo que la parte interna de su cabeza se llenara de sangre.

Veinticuatro horas después mi amiga abandonó, de una vez y para siempre, el mundo, mi mundo.  Su delicado y frágil cuerpo no soportó los procedimientos a los cuales fue sometida Anastasia, ya para la madrugada, Ana era un cuerpo inerte, apagado y sin vida.

Me levanto de la cama con sumo cuidado, no quiero que David despierte, él debe descansar algo y estos días para él han sido tan difíciles al igual que para mí. Abrigo su cuerpo con mi frazada, tomo una sábana que está tirada en la cama y me la enrollo en el cuerpo, hace mucho frío, pienso.

Me acerco a la ventana y comienzo a observar, no miro nada con detenimiento, lo que hago es pensar, nada llama mi atención, además que es de madrugada, quién sabe qué horas son.

Me hago muchas preguntas ¿Por qué te la llevaste tan rápido? Ella era solo una jovencita, al igual que yo, quería más tiempo a mi amiga, sabía que se iría algún día, pero por Dios, ¿Por qué nos hiciste eso?, a ella le faltaba mucho por vivir, no se enamoró, no estudió lo que quería, no disfrutó de las bellas cosas que te ofrece la vida, es injusto, muy injusto que esto haya pasado.

Me niego, estoy negada a aceptar razones, en este momento, no pienso en nada lógico ante la muerte de mi amiga, la tristeza se ha apoderado de mis días, la impotencia de no poder haber hecho nada ante su enfermedad, la rabia porque no comprendo las causas de su muerte y de lo injusta que fue su vida.

De nuevo comienzo a llorar, lo hago en silencio, dicen que las lágrimas sirven para enjuagar las penas, ¿Eso será verdad? No sé si lo sea pero en este momento es lo que me hace sentir bien.

Los brazos de David me envuelven, mi llanto se hace más fuerte y desgarrador, me duele el pecho, siento que se me quema el corazón, la sensación es horrible...

Tan Solo Tú © En edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora