Capítulo 33

8.1K 961 129
                                    

Canción: "Enséñame a Vivir" de Thalia. No estoy segura si se escucha la canción pero lo que sí sé es que no había mejor letra para este capítulo...

KATHLEEN

Tengo un buen rato despierta, apenas está saliendo el sol, el clima ha estado más frío de lo normal o yo lo siento más helado de lo habitual. Tenía un buen tiempo sin venir aquí y eso que adoro está casa, es una propiedad que mi abuelo paterno le regaló a mi papá antes de morir, papá trajo a mamá aquí cuando eran ¿Novios? y no sé porque pero creo que mamá quedó embarazada de nosotras aquí, algo que hasta donde tengo entendido era casi que imposible.

Es un lugar mágico, hermoso, prácticamente la playa es de la propiedad de mis padres, no hay casas cerca, las pocas que se ven están muy lejos de nosotros, y la estructura de la casa es sorprendente, las paredes son de paneles de vidrio y todas las habitaciones tienen vista al mar. Papá la ha remodelado varias veces, pero siempre se ha mantenido la piscina de agua salada y los grandes paneles transparentes.

Ahora que lo pienso, debí haberme tomado una de las píldoras para dormir que mamá metió en mi neceser, no pude conciliar el sueño después que David me despertó en la madrugada acariciándome el cuerpo. Mi cuerpo reacciona en segundos al sentir las manos de él sobre mi piel desnuda, además que está algo sensible producto del sol, no es que me haya bronceado en su totalidad, pero sí estoy colorada y eso hace mi piel más receptiva.

Es bastante particular la sensación de intimar con alguien cuando estás media dormida, me sentía drogada por ambas cosas, por su ser conectado al mío y por el letargo del sueño.

Sonrío, David me ha enseñado infinidad de cosas a la hora de hacer el amor en muy poco tiempo, lo más probable es que siempre estuvieron en mí, pero él las ha sacado a flote o yo las he hecho salir porque él está a mi lado, de verdad no lo sé muy bien, lo que si sé es que cada uno de nuestros encuentros hace que mis sentimientos se profundicen más.

Que horrible es el insomnio, esa mierda sirve nada más que para agotar tu cerebro pensando en puras pendejadas. Pienso en Ana, en David, en mi familia, en Nani, hasta en mi abuela, que no está aquí si no en otro país, en eso pienso.

Me levanto de la cama y sin hacer ruido voy al baño, hago mis necesidades y cuando vuelvo a la habitación observo a David, está rendido, boca abajo, solo veo su bella espalda, ya que de la cintura para abajo lo cubre una sabana blanca, me acerco, beso con suavidad su cabello, tomo uno de mis vestidos floreados y me lo enfundo, agarro la carta que está en la mesa de noche y salgo de la habitación.

Bajo las escaleras y antes de salir a la parte trasera de la casa, tomo un sweater que traje el día anterior, abro la puerta y la reja y me siento en la arena a observar el mar.

El vaivén de las olas es la cosa más relajante que jamás haya visto en mi vida, la salida del sol me hace sonreír, su reflejo en el mar es hermoso.

Tomo el sobre que ayer en la noche me entregó David, le doy vueltas un par de veces y no sé por qué no termino de abrirlo, es de Ana, mi amiga, creo que estoy renuente a aceptar todas las cosas que me va a decir allí.

―Bueno Kathleen qué coños te sucede, es solo una carta, no importa lo que haya en ella, siempre, siempre, recordarás a Ana como tu mejor amiga ―me digo en voz alta, como tratando de espantar un extraño temor que siento.

Abro el sobre, desdoblo el papel y mentalmente comienzo a leer las líneas que mi amiga escribió antes de partir:

"Bueno supongo que sí estás leyendo está carta es porque he muerto, sí que mierda, he muerto. Nunca le temí a esto que tarde o temprano iba a ocurrir, lo que me mantenía molesta y bastante triste, era el saber que más nunca te volvería a ver Kathleen, la gata, el bello gato de la familia, como diría David.

Tan Solo Tú © En edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora