Canción: "Mi Verdad" de Maná ft. Shakira
DAVIDYa ha pasado más de un mes desde que Ana desapareció, de forma física, del mundo. Muy a pesar del vacío que dejó, Kathleen, su familia, los padres de Ana, en fin, todos, hemos aceptado que ella está en un sitio mejor, y lo más importante, que está en paz.
La gata y yo, pasamos cuatro días en la casa de la playa, la mañana siguiente a nuestra llegada, al despertar y no verla a ella, ni a la carta por ningún lado, inmediatamente pensé que la estaba leyendo, cosa que confirmé al bajar y ver todo abierto, salí a la playa y allí estaba ella. No la interrumpí, solo me quede ahí observándola, ella reía y lloraba a la vez, parece que de forma inconsciente, escogió la hora y el momento adecuado para dejar libre a su amiga. Kathleen en ese instante tuvo un nuevo despertar, un nuevo amanecer.
Nuestros siguientes días la pasamos tranquilos, una noche la llevé a cenar, otra cocinamos entre los dos, cosa de la cual ella es experta y yo, alguien bastante básico. Creo que heredó ese don de Mía, porque es la única de las MacQuoid que cocina así, del resto, las demás hermanas de ella, de broma preparan un pan con mantequilla.
No voy a negar que en algunas ocasiones en que estaba en silencio, era porque se quedaba sumida en sus pensamientos, sé que pensaba en Ana, su rostro me lo decía, pero lo más importante es que lloraba menos, que tomó la actitud de recordar a su amiga más con alegría que con tristeza.
Una de esas noches en que la tenia entre mis brazos, antes de dormir, la gata me preguntó como llegó a mis manos la carta, cosa que le expliqué. El día que salimos los tres, Ana dejó la carta en la parte trasera del auto de Kathleen, en el piso, me envió un mensaje de texto diciéndome lo que allí había dejado y que no le dijera nada a la gata, así que cuando llegamos a la casa, después de dejar a Ana en la suya, esperé a que Kathleen se bajara y busqué el sobre, lo guardé en mi chaqueta y cuando subí a mi habitación lo saqué y lo abrí, ya que Ana me dijo que hiciera eso, al abrirlo vi un papel que desdoble y en donde estaban expuestos todos los pasos que Ana quería que hiciera después de morir, en ese sobre estaba uno más pequeño, y allí era dónde estaba la carta de ella para la gata.
Terminé de relatarle la historia a mi pequeña y solo sentí algo húmedo en mi pecho desnudo, por lo cual concluí que eran un par de lágrimas que había perdido mi nena, así que la abracé y la volví a amar una vez más.
Hubiese querido quedarme con ella en ese lugar por más tiempo, pero Kathleen había perdido muchas clases, estaba atrasada en muchas asignaciones y yo estaba atiborrado de trabajo, por tal motivo lo mejor era volver a Londres, ya tendríamos tiempo de regresar, o en su defecto, de viajar a cualquier sitio.
Los siguientes días han pasado en calma, desde hace varias semanas estoy instalado en mi departamento, Kathleen viene a diario, ya que decidió pintar un mural en la pared de la sala, me he dado cuenta que el pincel y los óleos hacen que ella se relaje y verla en ese estado me llena de tranquilidad. Ella pasa horas trazando líneas y llenando espacios, falta mucho por pintar, no ha llegado ni a la mitad, pero igual es fascinante lo que está haciendo.
He llegado a pensar que lo más probable es que todos estos sucesos la estén haciendo madurar, ya que ella no refunfuñó, ni se quejó, es más, aceptó de manera tranquila mi partida de la casa de mamá. Me ayudó a recoger mis cosas y a instalarme aquí, la dejé que decorara a su antojo, así que todo el departamento está como a ella le gusta, los muebles son minimalistas, pero con un toque femenino, hay un tapete colorido en el que esta sobrepuesta la mesa de centro, cuadros de muchos colores, propios de ella, adornan el espacio, la habitación tiene una gran cama matrimonial y las sabanas son blancas con negras, colores que escogimos entre los dos, concluimos que ella es el blanco y yo el negro, así que llegamos a un mutuo acuerdo, además que es un espacio que compartimos en infinidad de veces.
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Tan Solo Tú © En edición.
RomansaElla: Inglesa Él: Mexicano Ella: Artista Él: Diplomático Ella: Alegre, carismática, sensible... Él: Tímido, sereno, observador... Tenía tan solo 19 años cuando él regresó, cuando David volvió a mí, cambiando mi mundo y transformando mi alma, haciénd...