Capítulo 1

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Era una noche silenciosa y tranquila las calles de la ciudad eran poco transitadas a las 3:30 de la madrugada.
Carlos vagaba por la ciudad oscura. Llevaba una camisa blanca de vestir con el primer botón desabrochado y su corbata no muy formal.
El día no había sido bueno y se dispuso a caminar al salir del trabajo a las 8 de la noche. Llevaba más de siete horas deambulando por las calles.
El peor día de su vida había terminado y sólo quería perderse.

Primero recibe un aviso del Banco que le indicaba que debían desalojar la casa por no pagar la hipoteca a tiempo, después al ir a su trabajo, su computadora donde estaba creando el trabajo que seguro le daría un ascenso, tuvo una sobrecarga y explotó destrozando su escritorio y por supuesto, arruinando su trabajo. Su jefe, el seňor Adrián Castro le dijo que era un inútil y que debía convencerlo para no despedirlo pero le cobraría los daňos ocasionados.
En su hora de comida, va a su casa y encuentra a su mujer con su mejor amigo. Al ver esto, va por su pistola la cual escondía en un cajón, se dirige a su recámara y vacía su arma sobre sus infieles víctimas.
Regresa al trabajo y un compaňero le hace una burla sobre su accidente con el ordenador y Carlos al estar con todos sus problemas y un asesinato en la mente se lanza contra él rompiéndole la nariz y algunas costillas.
El seňor Adrián Castro lo llama para informarle que fue despedido y sin liquidación para cubrir lo de su oficina y el hospital de su compaňero.

Sin duda, había sido el peor día de su vida.
Se quedó sin familia, sin trabajo, sin hogar y sin dinero.

Caminó varias calles más hasta llegar a un callejón donde decidió entrar para cruzar a la otra calle y tomar ya un rumbo fijo con su hermano Fabián, el cual seguro lo ayudaría. Sin duda la Policía lo buscaría dentro de muy poco.

Al faltar como 20 metros para salir de aquel callejón vio a un hombre recargado en la pared, vestía una gabardina negra de cuero, tenía la mirada abajo pero Carlos podía sentir que lo veía fijamente y sintió un escalofrío al escuchar su voz.
-Buenas noches, caballero.
-Bu-Buenas.
Contestó Carlos con el temor que lo hizo tartamudear.
-Tranquilo, no tenga miedo.
-No tengo miedo.
Dijo ya más seguro.
«sólo se trata de un vagabundo » pensó.
-Pero debería tenerlo, yo lo tendría de ser usted.
-¿Por qué debería tenerlo?¿Vas a asaltarme?
-No, para nada. No juzgue a un libro por su portada. Que mi apariencia no lo engañe. 
-Entonces, ¿Que es lo que quiere?
-Relajese, yo he sido respetuoso y me molesta cuando no lo son conmigo, denotan su falta de educación y se hacen ver tan caballeros.
-L-Lo siento,  no he tenido un gran día.
-Esta bien, acepto sus disculpas, y sé que no ha tenido un buen día. Nos pasa a todos.

El desconocido jamás alzó la mirada. Eso le hizo recuperar el terror a Carlos.

-Puedo oler su miedo aunque intente ocultarlo.
No es tan difícil para los de mi especie.
Carlos extrañado lo miro fijamente y el desconocido al fin mostró su rostro,  Carlos sólo logró ver sus ojos, un color de ojos que nunca había visto. Eran color púrpura.

-¿Q...Quien eres tu? ¿Que eres?
Dijo Carlos con un temblor en su voz y un terror evidente.
-Soy un desconocido. Un ser que a lo que veo, hubieras deseado no topar.
-¿C...Cuál es tu nombre? ¿Que quieres de mi?
-Soy El Cuervo, y quiero tu vida. Quiero tu sangre.
-¿M...Mi sangre? ¿Mi vida?
-Así es, ¿Aún no sabes que soy? Te daré una pista, me alimento de la sangre de mis víctimas y soy inmortal.
-¡¿Que?! Un...  ¡Pero eso no existe!
-¿No existe? ¿Acaso no me vez? Te daré algo más.
En eso, El Cuervo mostró sus colmillos paralizando a Carlos.
-Y ahora, ¿Ya confirmó mi existencia?
-¡Imposible!
-¿De verdad lo cree?
Carlos retrocedió un par de pasos y se volteó para correr, pero para su sorpresa, el vampiro ya estaba frente a él.
-¿Ya se va? Esos no son buenos modales.
Carlos intentó correr al otro lado, donde se dirigía originalmente, y fue sorprendido con el cazador de nuevo frente a él.
-¿Como puede...? Eres un maldito demonio.
-Que raro, casi todos me llaman bestia o cosas por el estilo, hace casi 100 años que no me llamaban así.
-¿C...Cien años?
-¿Recuerda que le dije que era inmortal? Vaya pero que mala memoria tiene mi amigo. ¿Te puedo llamar por tu nombre?
Carlos se quedó petrificado.  El vampiro estaba flotando levemente en el aire y su gabardina negra de cuero se abría y mostraba su ropa, era un pantalón negro y una camisa de vestir roja.
Un atuendo elegante pero en un ser como ese se veía siniestro.
-Vamos Carlos, quita esa cara.
Carlos se armó de valor y se dispuso a luchar contra el asesino.
El Cuervo soltó una risa tan macabra como burlesca.
-JA JA JA, ¿Es en serio? Bueno debo admitir que eres el primero que se dispone a luchar contra mi y admiro tu valor.
Carlos se abalanzó sobre el vampiro el cual lo esquivó sin ningún problema.
Carlos recordó, con su adrenalina al máximo, que aún tenía su arma, la cual sacó y vacío su recargada pistola contra su enemigo.
El vampiro cayó al suelo, sin moverse.
Carlos se quedó paralizado con su arma en alto y observando a su blanco.

Se acercó lentamente y al no ver ninguna movilidad, se volteó para huir esté o no con vida.
Carlos sintió al instante como algo lo sujetaba y extraía la sangre de su cuerpo.
El Cuervo se había levantado con esa velocidad inhumana que ya había mostrado antes y había atacado mortalmente a Carlos quien perdió el conocimiento al poco rato.
Segundos que se le hicieron eternos. Todo se le tornó negro y finalmente cayó al suelo.

El Cuervo lo vio en el suelo y pensó en voz alta.
-Nunca nadie había sido tan valiente como para luchar conmigo. Todos sabían que iban a caer ante mi pero, ninguno había luchado por su vida. Te ganaste mi respeto. Por eso te dejé vivir. Aunque ahora todo depende del mundo si vives o no. Espero tengas tanta suerte porque no te queda mucho tiempo.
Nos vemos.

El Cuervo se despidió y camino hasta la calle. Su gabardina se movía y batía con el viento.

Al llegar a la calle, dio un gran salto y se colocó en un pilar a unos 50 metros de altura. La Luna llena quedó a su espalda, era una gran e inmensa Luna. El vampiro estaba de pie en el pilar de tan sólo unos centímetros de grosor.
Con los ojos abiertos, esos ojos púrpura que llenaban de terror a sus víctimas, dijo:
-Han pasado 100 años y aun no logró encontrarte, pero sé que estas con vida. Te encontraré y lograré mi objetivo.
Te lo juro...

El Terror Del Génesis PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora