CHAPTER 3

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Siento caer en la oscuridad que he temido por años, sentirme a punto de llegar a la superficie‚ donde será mi fatídico final; aquella oscuridad que acabará conmigo... Y esta vez nada ni nadie me salvará‚ sería imposible que eso pasara.

Le temo a la muerte, como a cualquier persona en este mundo; pero por muchas razones, tuve que afrontar ese temor si deseaba morir sin intentar suicidarme... Aún no lo he superado...

Sufro, y sufro en demasía; pero la muerte no me toma aún, por más que lo anhelara, como si a la parca le entretuviese verme caer en la desgracia.

Veo que en la superficie aparece de la nada una especie de agujero negro con rayos azules justo en donde estoy en picada. Se abre más cada vez que yo estaba cerca de ello. No sabía qué había ocurrido para que eso apareciese de la nada‚ pero por lo menos estoy entendiendo algo...

Me salvará algo irreal...

En vez de chocar contra la superficie‚ caigo en el hoyo negro‚ entrando en él como consecuencia. Puedo contemplar que todo está en penumbras.

Viajaba por los confines de aquel túnel místico, esperando a lo que me deparara aquella fuerza mística. Puedo ver una luz borrosa a lo lejos -debido a mi problema visual-, que se ilumina y da destellos de forma intermitente. Supongo que es la salida‚ bueno‚ según lo que veo, porque no puedo distinguir nada.

Llegando al final del agujero, caigo en lo que parece ser un parque, con los imponentes y frondosos árboles que dan similitud a una jungla, rodeado de hermosas flores‚ que brillaban peculiarmente en el manto de la noche. No tengo ni la menor idea de en donde estoy‚ sólo espero que no me vaya peor.

Habían variedades de flores y plantas. Me acerqué a contemplarlas, sin sentir presencia alguna a mi alrededor.

Peonías‚ tulipanes‚ claveles... variedades inimaginables, brillando ante los rayos de luna, con un danzar bello.

Casi todas las flores se hallaban a mi alrededor. Pero la flor que tanto anhelaba ver desde hace mucho, no se encontraba en ese lugar. Esa flor nunca la he visto en mi vida. He escuchado de ella‚ que es una de las flores más hermosas que uno haya visto‚ la más sincera muestra de afecto que una persona le pudiera obsequiar a alguien.

Esa flor fue inspiración para unos, una muestra de amor puro y sincero para otros...

No soy digna de merecer una rosa.

Realmente no me siento digna de recibir una, pese a querer ver su majestuosa apariencia algún día. Espero pronto poder verla, antes de que la vista se me nuble hasta perderla.

Quiero al menos saber que hasta las flores más raras y las más despreciadas puedan tener una segunda oportunidad; saber que tienen su propia belleza entre las flores más galantes, por más simples que sean.

Y mi pequeño momento agradable de silencio y calma se ve interrumpido cuando escucho un estruendo en los arbustos cercanos a mí...

Miro de reojo de un lado a otro.

Mi cuerpo se estremece al escuchar ese ruido otra vez.
Siento algo pequeño que choca suavemente con mis pies, a lo que miro abajo‚ y veo algo negro pero borroso‚ por no poder distinguirlo en la oscuridad.

Agarro el objeto y percibo su contextura‚ como si fuese una linterna. Y sí, se trataba de una linterna. Pero apareció de la nada ¿Cómo ocurrió eso‚ si no hay nadie por aquí?

-¿Ho-hola?- tartamudeo, temiendo lo peor.

No recibo respuesta alguna.

Enciendo la linterna y, un poco temerosa, camino en silencio‚ intentando buscar lo extraño de este parque lleno de penumbras. Las pisadas que doy crujen el césped de una forma que no puedo explicar.

La verdad es que me da miedo salir de noche‚ ya que los misterios nocturnos siempre han sido aterradores para mi‚ y es peor si una persona camina sola‚ sin que nadie la acompañe‚ como yo‚ algo en lo que no estoy acostumbrada aún, pese a la vida solitaria que he llevado a lo largo de mis años.

Camino lentamente mientras alumbro el parque con aquella luz‚ aún siguiendo con mi camino‚ con las manos temblorosas y capaces de resbalar la linterna que sujetaba en ese momento.

Me detengo por un momento tras ver como parpadeaba el foco del aparato. Con suaves golpes, trato de lograr que funcione, pero en eso, escucho pisadas ajenas crujiendo el césped.

Suelto un respingo.

No estaba sola.

En un intento de alejarme de ese lugar, camino a paso apresurado, apenas pudiendo vislumbrar una silueta persiguiéndome, oyendo sus susurros y risas que me helaron la sangre.

Por lo poco que pude ver, la silueta llevaba consigo un vestido blanco y lleno de andrajos; y una larga y oscura melena que ocultaba su mirada penetrante y su sonrisa retorcida. Parecía tener el rostro desfigurado.

Cuando menos lo esperé, un grito muy fuerte y aterrador se oyó cerca de mí‚ provocándome un grito tan horrorizado que me llenó de pánico, ya huyendo de allí‚ lejos de lo que sea que fuere ese extraño ser.

¿En dónde estoy? ¿En dónde están todos?

A la par que corro entre la hierba, siento los latidos de mi corazón, acelerados cuales cuarenta equinos galopando. Es lo más terrorífico que estoy experimentando, estando sola y desorientada; mentiría si dijera que no estoy aterrorizada.

Esto será difícil de olvidar.

Sin mirar atrás y ayudándome de la linterna, la utilizo nuevamente para guiarme entre la oscuridad de la noche, aún sin comprender del todo estos lares. Miro a mi alrededor en busca de algo que me sea útil, mas no encuentro nada más que árboles y más árboles conforme avanzaba.

Dándome cuenta, ya la desesperación me está consumiendo al borde de sentir las lágrimas desbordándose de mis ojos.

Por más que lo desee, no puedo pedir ayuda ni esperar por ella: sé que nadie lo hará...

Jadeando ya extenuada, me detengo en lo que parece ser otro parque, con otras flores que emanaban hermosos destellos‚ acompañados de unas luciérnagas que alumbraban el lugar.

No sé a dónde ir, no sé en dónde me encuentro. No puedo decir que quiero irme a casa porque sé que no tengo hogar. Me siento abandonada...

¿Por qué todo me es tan difícil?

Suspiro con pesar.

Llena de resignación, me acerco a uno de los árboles y me acuesto debajo de ella‚ sintiendo el suave césped, sin saber qué más hacer.

Quizás permanecer en la soledad no es tan malo como parece, o al menos eso quiero pensar. No siento calor, no siento frío, no siento nada...

No sé qué haré estando perdida en un lugar totalmente desconocido para mí. No sé por qué tengo miedo de morir si eso es precisamente lo que quiero.

No tengo propósito en esta vida.

No puedo hablar con alguien.

Me hace tanta falta algo de compañía.

My helpless Rose |Shadamy| [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora