CHAPTER 6

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Lancelot

— ¿Por qué?

La expresión en su mirada y el tono de voz que usaba me demostraban cuán temerosa se podía apreciar.

Cuando digo algo, lo digo en serio, y cumplo con mi palabra; peor si lo que viene de mi parte es una amenaza.

—Porque así están establecidas mis reglas —enfundo mi espada y la miro de reojo—‚ y una de ellas es‚ que una vez que entras a este lugar‚ ya jamás sales de aquí, sea cualquier excusa que me presentes.

—Pero yo no quise-

-¿Entrar aquí? -completé con ironía- Sí, varios me han dicho lo mismo que tú, ¿y te digo algo? No me sorprende en lo absoluto— Me miró pesarosa. No hice nada más que ignorar sus gestos—. Aunque esa piedra te haya guiado hasta aquí, tú tenías la decisión de abandonar este lugar o afrontar todo sufrimiento. Entraste aquí por voluntad propia.

Bajó levemente la cabeza y comenzó a sollozar en una voz casi imperceptible.

-No tenía opción...

-Tú misma te has condenado a quedarte aquí por el resto de tus días -aclaré con dureza en mi voz. Estaba harto de las excusas: ya he recibido tantas por mucho tiempo-. No me interesa qué diablos ha pasado para que decidieras llamar a mi puerta; pero no perdonaré ni el más mínimo error que cometas, ¿me oíste?

No oí respuesta de ella, mas sí pude alcanzar a ver cómo asentía levemente con su cabeza, encogida en su lugar.

—Siendo yo tu guardián‚ merezco respeto. Si intentas rebelarte ante mí‚ sufrirás las consecuencias de la peor manera. Y te lo aseguro‚ no seré delicado contigo, a pesar de que seas una simple doncella... —le advierto sin importar cuan presionada se viera con mis palabras—. No preguntaré si has entendido o no. Lo sabré en cuanto lo note al pasar los días.

La veo incorporarse con dificultad del suelo, aún sujetando su mano por el corte que le provoqué en su abdomen.

—¿Eso significa que... debo acatar sus órdenes?, ¿sin importar quién me dé una?

—Entiendes rápido, a pesar de andar como oveja perdida —comento yo sin rastro de sorpresa en mi tono de voz—. Si en caso no te queda claro en los próximos días, te lo recordaré cuantas veces sean necesarias: me obedecerás. Y no harás lo mismo con nadie, mas que conmigo.

Podía sentir la tensión de mi huésped invadiendo el ambiente. Si bien esta joven dice no haber decidido vivir aquí, eso no evita la posibilidad de ser cruelmente amedrentada por mí.

—... Co-como ordene‚ caballero —el temblor en su voz me llena de dudas—. Haré mi mayor esfuerzo para no decepcionarlo —se limitó a realizar una temerosa reverencia.

No parece tan ofensiva como lo esperaba. De hecho, no logro discernir señales que delaten malas intenciones en esta chica. Solo percibo temor.

Se queda en su mismo lugar, con la mirada perdida en el suelo y en silencio, sin dar indicio de un movimiento.

—¿Piensas quedarte ahí por horas o qué? —me atreví a preguntar.

Veo que reacciona ante mi voz, saliendo de su estado de trance. Al no escuchar yo una respuesta, la chica frente a mí es atenazada por sus nervios a tal punto de soltar cosas ininteligibles.

—¿Quisieras ser más clara? —exijo en un gruñido.

—L-lo siento mucho —puedo sentir sus nervios a flor de piel. De eso no hay duda—. N-no sé que hacer en este lugar ni como desenvolverme. No quiero que un error mío cause su enfado.

My helpless Rose |Shadamy| [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora