Caminaba por inercia, siguiendo a Byou por los cutres y desgastados pasillos de la prisión, si estuviera en un anime seguramente tendría nubes negras como el carbón sobre mi cabeza. Así tenía mi estado de ánimo. Metí mis manos en los bolsillos de mi reciente prenda durante todo mi encarcelamiento o al menos, hasta que me dieran el verde-oliva. Son igualmente horrorosos para mi iris. Suspiré.
-¡Venga ánimo!- Me sonrió Byou, colocando su brazo alrededor de mis hombros.-En cuanto pruebes bocado verás cómo lo ves todo más claro.-
En ese momento pasó al lado de nosotros otro preso, este tenía el mencionado anteriormente traje oliva. Con lo cual ya llevaba tiempo cumpliendo condena. Un tipo más alto que nosotros, escuálido, casi como si llevara meses sin comer pero su piel brillaba. Caía sobre su frente unos mechones de su castaño pelo. A pesar de tener una nariz algo alargada, desprendía un aura de seguridad. Como de sex-simbol. Se quedó escuchando a Byou con interés y comenzó a reírse en nuestra cara de la forma más descarada posible.
-¿Pensáis que venís a un restaurante de cinco estrellas?- Nos preguntó, mofándose.
Le miré de arriba abajo, con desprecio. Su mirada se quedó clavada en la mía, sonriéndome.
-No me mires así, bomboncito.- Apartó a Byou de un empujón y me agarró por los hombros.
Quise zafarme de su abrazo, pero me apretó contra él. Se acercó a mi oreja, noté su cálido aliento sobre ella, provocando que los pelos de la nuca se pusieran en tensión. Apestaba a tabaco, tabaco barato.
-La comida es una mierda.- Dijo separando cada palabra, acabando por reírse.
Lo miré frunciendo la nariz, separándome lo más posible de su rostro. Aunque me llamase la atención de una forma pasmosa. Era entre repulsivo e interesante. Se señaló con el dedo pulgar, sonriendo.
-Soy Saga.-
Lo miré extrañado, mirando hacia Byou esperando una especie de ayuda pero éste sólo se encogió de hombros.
-¿No se supone que aquí nos llamamos por el apellido?-
-Sí y no, aquí cada uno se pone como le sale de la punta de su miembro.- Sonrió divertido.- Aunque sí, la mayoría te dirán su apellido.-
Abrí un poco mis labios a modo de haberme enterado de lo que me acaba de contar, lo cual me importaba lo mismo que los problemas de una mujer con su marido el cual la tendría desatendida. Me conseguí separar a duras penas de su abrazo, intentando volver junto a Byou cosa que no entendía, aunque en el fondo de mi conciencia sabía que prefería estar acompañado que solo en este tugurio. Llegamos a lo que era el comedor, bastante amplio pero igual de descuidado que el resto del edificio. Pero olía a cebolla quemada y a ajos por todos lados. Me iba a quedar sin el sentido del olfato como siguiera así. Preferí respirar con la boca a partir de ese momento.
Estaba a rebosar de presos comiendo en las típicas mesas largas con asientos alargados, sin respaldo. Y los restantes haciendo cola para recoger su bandeja con su comida correspondiente.
-¿Tenemos que esperar?- Pregunté, incrédulo.
-Si quieres te ponemos una alfombra roja, my lady.- Contestó nuestro nuevo compañero Saga, lo miré como mira un perro a un gato.
Sin más nos colocamos en la cola, como todos los demás. Aquí no había favoritismos, aquí no era nadie. Sólo uno más. Y eso me molestaba en cierta medida.
-¡Matsumoto!- Gritó ya una voz familiar aquí, Takashima me saludaba desde una de las mesas, sonriente.
Le saludé con la mano, con algo de timidez. Acto seguido todos los de su mesa y las más cercanas a ella me miraron, curiosos. Miré hacia otro lado, poniéndome en tensión.
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Love Chained.
FanficEsta historia está inspirada gracias a la grandiosa serie de "Orange is the new black". Un amor carcelario.. ¿O debería ser llamado lujuria carcelaria? Drama, prohibiciones, cese de la libertad, sexo, corrupción... ¿Estás dispuesto a encadenarte a e...