Capítulo 10

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Había pasado las que fueron sin lugar a dudas las peores tres semanas de mi vida en esta prisión. Ishihara había cambiado todo aquello a su antojo y ya nadie podía moverse sin que él lo supiera. Se las había ingeniado para cambiar a Takanori de sisa para que ni siquiera pudiese verlo, nadie se atrevía a decirme donde dormía ahora ni con quién. Kai era su fiel ojo derecho y hacía todo el papeleo por él. En el lugar de Taka ahora dormía Ishihara, ocupando su cama en frente de la mía y supliqué a Shima que me devolviera mí antigua cama, me negaba rotundamente a tenerlo en mi campo de visión. Podía ver a Shiro que ni siquiera pestañeaba cuando entraba en su sisa, le daba la espalda y se hacía el dormido. Muchas veces me miraba con intensidad, notando como su angustia crecía en mi interior. En esos momentos me arrepentía del daño que le había hecho, hasta que recordaba todo el daño que le había provocado a Takanori, jugando con su mente, y ahí esos extraños sentimientos que florecían se marchitaban casi al instante. Shima y yo no tuvimos más remedio que aplazar nuestro plan que ni siquiera nos había dado tiempo a planear por todos los cambios repentinos que había hecho Ishihara, era astuto como un zorro y eso no nos beneficiaba en absoluto. En el fondo sabía que podíamos volvernos en su contra y por eso nos tenía completamente vigilados. Cada mañana me despertaba con un falso cariño que me hervía la sangre, besando sutilmente mis labios mientras acariciaba mis mejillas. Las primeras veces lo apartaba como si se tratase de una rata a punto de contagiarme la peste, se me quedaba fijamente mirando, apretaba la mandíbula y de un golpe seco me giraba la cara de un puñetazo y volvía a besarme. Decidí seguirle el juego, no podía permitirme el lujo de que siguiera sospechando de mí o inclusive de Shima. Si no puedes con el enemigo, únete a él... O eso dicen en esta clase de situaciones que no favorecían nada en absoluto. Ahora cada mañana se postraba sobre mí en mi cama, me besaba completamente extasiado y me dejaba llevar exteriormente. Alguna que otra vez podía notar como las lágrimas se apelotonaban en mis párpados, amenazantes por salir. El resto del tiempo no me dejaba a solas ni un mísero momento, se había apuntado a todas y cada una de mis cursos y talleres. Eso era lo que más me frustraba, no poder estar medianamente tranquilo ni un momento, teniendo esa tensión constante en mí cuerpo... No, eso no era lo que más me frustraba... Cuando me follaba era cuanto más asco me daba y no él, me odiaba a mí mismo. Siempre le suplicaba con pillería que nos drogáramos, necesitaba estar al borde del colapso para no recordar nada y lo cumplía con creces. Excepto por que luego acababa con molestias en todo mi cuerpo, con arañazos y moratones sobretodo. Cuando me miraba desnudo en los espejos del baño siempre me faltaba el aire, había perdido musculatura y peso. Estaba más pálido de lo normal y las facciones de mi cara se habían vuelto más duras y marcadas por la ausencia de grasa. Los moratones adornaban mi cintura, caderas, muslos, brazos y espalda. Y siempre acababa con el labio inferior ligeramente más hinchado por sus continuos golpes cuando hacía o decía algo que no era de su agrado. Peor suerte tenía Shima, no le pasaba ni una. Muchas veces ni siquiera dormía conmigo y eso era lo que más me preocupaba. Volvía sin mediar palabra, su rostro completamente amoratado e inflamado por golpes. Ni siquiera se atrevía a mirarme. No sabía qué diablos estaba pasando y nadie me decía nada. Podía notar como mi mente estaba volviéndose loca y me arrastraba sin ningún tipo de compasión hacia su locura ascendente. En cambio en estas semanas pude ver a Takanori en contadas ocasiones, la primera vez me lo encontré en una de las duchas completamente puesto hasta arriba de sabe Dios qué sustancia mientras que un individuo le daba por el culo. Ni siquiera estaba disfrutando, estaba medio inconsciente. Su mejilla impactaba sobre el frío azulejo del baño una y otra vez pero sus párpados seguían cerrados, su boca entreabierta y apenas podía mantenerse en pie. Apreté los puños dispuesto a acabar con la miserable vida de aquel desgraciado cuando Ishihara me agarró del hombro, clavándome las uñas con rudeza en mi piel.

-No querido, ¿No estás viendo cómo están disfrutando?-

Aparté la mirada de aquella imagen, seguía con los puños cerrados y notaba cada pulsación de mi exaltado corazón en la garganta. Acercó su viperina lengua a mi oído, soltando pequeñas y roncas risas.

Love Chained.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora