Capítulo 1.

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Prólogo.

Aún notaba como aquella sustancia me abrazaba la mente. La notaba en la punta de mis dedos, sintiendo como todo lo que me rodeara fuese la escena de una película. La música me acompañaba, aunque bailase sin ningún tipo de control. Todo el mundo, en la que podía haber sido la mejor fiesta de la temporada, bailaba y se drogaba sin control. Y yo como el buen anfitrión que soy no podía ser menos.

Chicas de la más alta sociedad se encontraban en ella, mientras observaba como sus cuerpos ya sudorosos por esa mezcla de alcohol y baile las bañaba. Chicos intentando conquistar sus corazones, o mejor dicho, su monedero del amor. No podía evitar sonreír al ver como todo fluía perfectamente.

Me senté en el primer sillón vacío que encontré, dejándome caer hacia atrás. Empezaba a encontrarme mareado, extasiado. Y quería más.

-¡Takanori!- Me gritó mi gran amigo Aoi, el cual iba más puesto que yo. Le sonreí pasándole el brazo por sus hombros.

-¿Has visto la nueva carne fresca?-

Este asintió lamiéndose los labios.

-Vaya chicas te has traído esta noche hermano.-

Con un movimiento de mano sutil, señalándolas a todas con una sonrisa traviesa en mis labios, le contesté.

-Son todas tuyas.-

Me sonrió de oreja a oreja y negó con la cabeza, arrimándose más a mí.

-Acabó de follarme a esas dos rubias de ahí, déjame descansar un poco.- Le di unos golpecitos en la mejilla, sin creerme nada de lo que me acababa de decir.- Además, prefiero tu encantadora compañía.-

-¿La mía o de la cocaína?-

Nos miramos a los ojos y nos comenzamos a reír sin parar. Acto seguido comenzamos a preparar unas cuantas rayas más sobre la mesa de cristal que teníamos en frente y eso fue lo último que recuerdo. Hasta el día siguiente, encontrándome de lleno con la cruda realidad, abofeteándome la cara.

Capítulo 1.

Me es casi imposible describir lo que me estaba pasando por la cabeza, lo que estaba sintiendo en este momento. Aún no era consciente del delito que había cometido tan sólo unos días atrás. Por mi culpa había muerto una persona, por mi culpa a Aoi había tenido una sobredosis. Y lo más repugnante de todo es que lo había abandonado esa mañana, había salido corriendo en cuanto lo vi tendido en el suelo. Sin pulso. Había huido sin pensar en las consecuencias que dejaba atrás. Toda la droga… Mi amigo… Todo. Con sangre fría.

Y me reconcomía por dentro.

La policía no tardó ni veinticuatro horas en encontrarme, arrestándome mientras me decían mis derechos. Ni siquiera mi padre, uno de los hombres más ricos de todo Japón, pudo hacer nada por evitar que pisara el lugar al que me estaban llevando. Aquel lugar que ni en mi más humorísticos sueños imaginé.

En el juicio me declaré culpable, no podía decir lo contrario ya que toda aquella droga la había comprado yo. Y pequeños flashes que a veces atormentaban mi mente me enseñaban que en la muerte de Aoi también era culpable al desafiarlo una y otra vez con quien se podía meter más mierda en el cuerpo. Para luego abandonarlo.

Ya no me importaba nada.

-Eh, niño.- Dijo una voz de la nada.

Aparté mis pensamientos y desperté de mis recuerdos, encontrándome en aquel autobús que me llevaba a la cárcel con más presos nuevos. Su uniforme naranja, al igual que el mío, me lo delataban.

Love Chained.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora