Capítulo 8

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Sin darme realmente cuenta de nada ya había pasado un mes en esta prisión. O quizás algo más de un mes, no podía decirlo con exactitud ya que no iba contando los días como si fuese un demente. Pasaron varias cosas, unas más interesantes que otras pero en general no hubo ningún cambio significativo en mis días. El simpático de Shiro digamos que cantó como un pajarito sobre nuestro pequeño encuentro sexual en aquella última y catastrófica fiesta. Akira y sus sutiles amenazas le hicieron hablar para tranquilizarme, aunque más bien era por la propia tranquilidad de Akira. Esa incógnita le estaba volviendo loco. Aún puedo notar el sabor de mi sangre sobre la lengua en lo que yo creía que era un beso inocente, nada más lejos de la realidad en cuanto Akira clavó casi con rabia sus dientes sobre mi labio inferior. Al parecer sólo se le había chupado aunque yo hubiese suspirado, Akira me miraba con recelo. Nunca llueve a gusto de todos. Shiro no volvió a dirigirme la palabra a pesar de compartir sisa y Akira estuvo algunos días bastante distante conmigo pero en cuanto se me acercaba cualquier preso sólo le faltaba mearme encima para marcar territorio. En el fondo me encantaban sus celos y gracias a ellos olvidó el pequeño incidente o mejor dicho, desliz con Shiro y continuó siendo tan... Tan él.

Pasé la mayor parte del tiempo haciendo aquel asqueroso horario sin descanso, en todos los sentidos. Akira siempre conseguía colarse unos minutos en cualquier sitio donde estuviese y me regalaba una oleada de orgasmos que todavía podía notar aquellas palpitaciones sobre mi miembro. Aunque a veces su calor se escapaba demasiado rápido de mi cuerpo. En las noches sólo me dedicaba una sonrisa cómplice desde su sisa ya que Shiro había vuelto. En cierta medida notaba un vacío inmenso, no dejaba de trabajar como un cerdo y apenas tenía cinco minutos libre salvo las horas de comer.

Un día cualquiera mientras me dirigía inmerso en mis pensamientos hacia la biblioteca la electrónica voz de Tanaka salió de los altavoces. Me reclama en su despacho y en ese momento sentí como mi cuerpo se había vuelto más pesado. Intenté no pensar en lo que su asquerosa cabecita tenía preparado para mí. En cuanto llegué a la puerta cogí hondo y la abrí sin ni siquiera petar, entrando con aire molesto.

—¿Me llamaste?—

Tanaka me examinó de arriba abajo acabando por asentir. Estaba sentado en su sillón negro de cuero viejo, las mangas de su camisa blanca descansaban sobre sus codos. Apoyó su barbilla en la palma de su mano y sonrió. Hice caso omiso a su sonrisa impertinente y me senté en la silla de madera que había frente a su escritorio, cruzándome de brazos.

—Bueno Takanori, te mereces una disculpa.—

Abrí los ojos impresionado, me esperaba cualquier cosa salvo unas disculpas. Fruncí el ceño esperando a que hablara. Parecía demasiado bueno para ser verdad.

—Entiendo que estés molesto, me porté como un energúmeno pero en cuanto llegaron tantos rumores de tu supuesta relación con ese Suzuki se me revolvieron las tripas.—

—Ya veo.— Gruñí.

—Después de tenerte más de un mes ocupado sin apenas ver a... Tu amigo me he dado cuenta de mi error, si fuese realmente tu amante lucharía por tener algún tipo de contacto contigo.—

Me imaginé el rostro de Akira entre mis muslos mientras me chupaba con maestría mi miembro apenas media hora antes. Sin más asentí como dándole la razón. Se quedó en silencio observándome, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo. En el fondo no parecía un mal tipo, este trabajo era una jodida basura y estresaba al más santo. Rodeado de locos, asesinos y demás calaña.

—Bueno, quería ofrecerte que te quedaras en el puesto de la biblioteca. Por supuesto te absuelvo de tus demás quehaceres.—

—¿En serio puedo quedarme en la biblioteca?— Pregunté emocionado, me encanta ese lugar. Había descubierto un mundo de paz allí dentro de esas cuatro paredes repletas de estanterías con libros de todas las clases.

Love Chained.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora