El Beso que tanto Deseé

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No daba credito a lo que veía. No podia ser verdad. Erza se levantó del suelo y se acercó al cuerpo innerte de Jellal. Se puso de rodillas a su lado y casi se quedó helada. Con mucho miedo, acercó su mano al cuello de Jellal... espero... espero... empezó a llorar... y luego a sollozar. Inclinó su rostro al cuello de Jellal y lloró sintiendo el tacto de su piel. Dejó caer su cuerpo con suavidad y siguió sollozando.

Sin darse cuenta Sanh y Meredy se acercaron un poco. Al cabo de un rato, Sanh se acercó a Erza y a Jellal. Se pusó de rodillas y negaba debilmente con la cabeza sin poder creerselo. Sus lagrimas empezaron a desborsarse y empezó a murmurar "lo siento, papá". Al final habló, poniendo la palma de su mano en la espalda de Erza.

- Lo siento... muchisimo... yo no quería... - quitó su mano de la espalda de su madre y empezó a hablar. - Dios. Es todo por mi culpa.

Escuchó que Erza dejó de sollozar pero seguía con la cara en el cuello de Jellal.

- Nunca tuvimos una buena relación. Desde que tenía 14 años y descubrí todos los males que causó... empezé de otra manera. Como si fuera un extraño para mí. - se quedó en silencio un rato hasta que se atrevió a decir. - Creo... que en el fondo... tenía miedo de él.

Erza levantó la cabeza en ese momento y le miró a los ojos.

- Tenía miedo... pensé... que volvería a ser como aquella persona cruel que fue una vez. Por eso, quería hacerne más fuerte. Para que no hiciera daño a mi familia... y a mí. - reconoció avergonzado.

Erza le comprendía bien. Al principio, ella tenía miedo de él, miedo de que la oscuridad lo volviera a invadir pero sobretodo, tenía miedo de no ser lo suficientemente fuerte para soportar que le había roto el corazón.

Esta vez, las únicas lagrimas que salieron, fueron las de Sanh.

- Lo siento. Lo siento mucho papá... me equivoqué contigo... no quería que murieras... - gritó lleno de tormento.

Erza volvió a mira el cuerpo innerte de Jellal. Agachó la cabeza hasta acercarse a su mejilla y le dio un último beso, cálido y dulce, antes de volver a poner el rostro en su cuello.

Y de repente, Erza sintió cómo una respiración inhalaba el aroma de su cabello escarlata y una mano le acariciaba el pelo suavemente.

Erza, sin dejar que esa mano se separara de su cabeza, levantó la mirada llena de lágrimas hacia el rostro de Jellal... y vio que él sonreía de oreja a oreja.

- Jellal. - no se lo podía creer. Estaba vivo. El chico al que tanto amó esta ahora con ella, a su lado. Puso la mano en su pecho y sin duda latia. No estaba soñando.

- ¡Jellal! - Meredy también estaba llorando, pero por esta vez de felicidad.

Las chicas lo abrazaron y le ayudaron a sentarse aunque sea. Jellal al quedarse sentado en el suelo, dirigió su mirada a Sanh. El chico, atonito, le quiso explicar a su padre del por qué desconfiaba tanto de él, pero no le dejó simplemente se acercó a él y le abrazó con afecto y orgullo. Sanh tenía lágrimas en los ojos al igual que Jellal, pero enseguida se las secaron. Erza y Meredy sonreían de oreja a oreja mientras veían la escena.

Mas tarde los magos decidieron ir de camino al jardín de rosas para descansar en una pequeña mansión abandonada que Meredy había visto en su visita.

En medio del camino Jellal y Erza, no paraban de lanzarse miradas sin intención de hacerlo. Finalmente, Erza cogió la mano de Jellal, sorprendiendo al mago. Se fijó que la ropa normal de Erza era una camiseta sin tirantes de color rosa y una falda blanca corta. Jellal se sonrojó enseguida y se sonrojó aun más cuando Erza sacó la rosa escarlata que le regaló y le dio un pequeño beso y le dedicó un guiño. Si Jellal no la conociera diría que en una pervertida.

Jerza: Siempre ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora