Y dejaron de intercambiar miradas.
No porque ya no se amaran,
sino porque se querían con locura,
pero no lo sabían.Si solo hubieran hablado,
si uno de los dos diera el primer paso,
todo sería distinto.Han preferido olvidarse,
o al menos fingir,
porque por dentro sigue ardiendo
la llama que se encendía al tocarse.